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Daniel García García estudia la licenciatura en Derecho en el Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Actualmente tiene 42 años y cursa el cuarto semestre y, una persona con discapacidad visual que ha logrado todo lo que se ha propuesto.

Se define como una persona sencilla, de carácter noble, pero con mucha fortaleza espiritual y emocional para cumplir sus objetivos, entre los que se encuentran concluir sus estudios para ejercer su licenciatura.

Daniel recuerda su infancia y adolescencia como una etapa difícil: “mi papá murió cuando yo tenía 12 años, nada más terminé la secundaria y empecé a trabajar”. Entre los 15 y los 20 años gradualmente perdió la vista por la práctica del boxeo y a que consumía alcohol desde pequeño: “me dijeron que posiblemente los golpes pudieron dañar el nervio óptico.

“Fue una etapa difícil, incluso con pensamientos suicidas, renegado, no querer vivir así. Mi mamá buscó ayuda, me llevó a un grupo y a través de platicar y recibir consejos de las personas mayores poco a poco empecé a agarrarle sentido nuevamente a la vida”, recuerda.
Posteriormente, descubrió que, a pesar de haber perdido un sentido, desarrolló los demás, con la capacidad de aprender muchas cosas mentalmente, luego conoció a personas que le motivaron y le ayudaron para concluir la preparatoria abierta.

Daniel también aprendió el sistema braille y masoterapia en instancias como la Escuela de Ciegos y el DIF de Tlalnepantla de Baz, sin embargo, quería superarse, por ello decidió estudiar Derecho, desde niño había vivido muchas injusticias: “Estuve injustamente en un reclusorio, de ahí nació el interés porque otras personas no vivieran una situación así. Me gusta el derecho civil y el penal, me llama mucho la atención realizar el servicio social en la Suprema Corte de Justicia”, expresó.

Para ingresar a la Máxima Casa de Estudios, el universitario estudió para el examen de admisión en noviembre de 2017. Aún recuerda la emoción que sintió cuando le dijeron que había sido aceptado.

Su vida en la FES Acatlán transcurre entre las clases de idiomas y Derecho, toma apuntes en braille y otras veces graba en su teléfono celular lo que se dijo en clase para repasarlo. “Me gusta aprender, escuchar, soy más auditivo, venir a mis clases, tomar un café, ir a la biblioteca y caminar”.

Desde su casa, en la colonia El Cerrito, en Atizapán de Zaragoza, Daniel se traslada en transporte público, camino a la FES Acatlán, conoce todos los topes, las subidas y las bajadas, además, identifica a todos los checadores, quienes le ayudan para abordar el microbús correcto. Recuerda que en sus primeros días de universitario se perdió en el campus: “tardé mes y medio en adaptarme, después me salía e iba a dar la vuelta a los alrededores para ir conociendo. Ahora ya estoy como en mi casa”.

En su tiempo libre le gusta correr y participa en carreras atléticas. Como labor comunitaria imparte pláticas sobre alcoholismo en reclusorios, escuelas y universidades. Actualmente, Daniel vive con su mamá y pasa el tiempo con sus cuatro hermanos y 13 sobrinos, a quienes les ayuda a estudiar.

A los universitarios les demanda un mensaje: “no se desanimen que los obstáculos uno mismo se los pone”. También los invitó a ser empáticos, tolerantes y compresivos con las personas con discapacidades, pues aún existen muchos prejuicios y desinformación sobre el tema. Por último, expresó que piensa que “hay que agradecer por lo bueno y por lo malo; yo agradezco que me haya pasado todo esto para estar ahora aquí”.

Categoría(s): Boletines

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