REPONSABLE DE PUBLICACIÓN: NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
Toda una semana de cine “Macabro” en la FES Acatlán, del lunes 21 al sábado 27 de agosto, promete dejar satisfechos a los cinéfilos que gusten de apreciar historias centradas en ficciones futuristas distópicas.
Como los organizadores de la edición 21 del Festival Internacional de Cine de Horror Macabro explican, este año, para los aficionados el reto es conocer o reconocer, según sea el caso, películas clásicas y de culto, historias de terror, fantasías oscuras, thriller y mucha ciencia ficción.
En el caso de los títulos clásicos y de culto, seguramente será una experiencia muy significativa para quienes tuvieron oportunidad de ver esos títulos previamente y ahora las disfrutaran con esa perspectiva que solamente aporta el paso del tiempo.
A nuestro Campus llega una selección de los filmes que integran Macabro 2022, provenientes de producciones mexicanas, de Estados Unidos, Francia, Polonia, España, Dinamarca, Canadá, Bélica, Gran Bretaña, Sudáfrica, Checoslovaquia y Rusia, muchas de ellas de los acervos de la Filmoteca de la UNAM y de la Cineteca Nacional.
Queda aquí la invitación a consultar cada una de estas obras cinematográficas y actividades que seguramente serán enriquecedoras para la formación de los estudiantes y atractivo entretenimiento para nuestra comunidad y público aledaño.
RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN: NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
Luego de una pausa obligada durante dos años, por la contingencia sanitaria, vuelve a la Facultad de Estudios Superiores Acatlán la Muestra Fílmica de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), institución que, debemos recordar, fue creada formalmente a partir del 27 de marzo de 2019 y tiene su antecedente en el CUEC, escuela de cine que logró reconocimiento internacional por haber sido la más antigua de América Latina y formar, desde 1963, a importantes directores(as) y expertos(as) en la realización cinematográfica.
No es aspecto menor reiterar que por las aulas y clases del CUEC pasaron Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki, Jorge Fons, Jaime Humberto Hermosillo, Mitl Valdez Salazar, María Novaro, Marcela Fernández Violante, Graciela Iturbide, Paulina Lavista, Carlos Markovich, Luis Estrada, Alejandro Gamboa, Fernando Eimbcke, Julián Hernández, Alfredo Joskowicz, Ernesto Contreras y Carlos Bolado, entre muchos otros(as); todo(as) ellos(as), referentes obligados de las películas que han marcado la realización del cine mexicano..
Gracias a la formación que lograron en el CUEC consolidaron sus trayectorias profesionales. A muchos de ellos y ellas el público cinéfilo y diversas generaciones de universitarios los conocieron por primera vez en la muestra fílmica que, desde 1986, organizó anualmente el CUEC, de manera ininterrumpida, para someter al escrutinio público los trabajos realizados por sus estudiantes, como parte de un proceso académico.
Ahora, oficialmente se presenta este encuentro como la 25ª Muestra Fílmica de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM y, como de costumbre, integra los trabajos de futuras promesas de la cinematografía. Como siempre, la invitación se centra en acercarse a las propuestas más recientes de cortos y largometrajes.
La cita en la FES Acatlán es del martes 16 al viernes 19 de agosto, en el Teatro Javier Barros Sierra. Durante cuatro días se podrán apreciar 36 cortometrajes y tres largometrajes, distribuidos en ocho programas, con una duración promedio de una hora 40 minutos cada uno. Después de dos años de ausencia, es momento de conocer lo realizado por las y los estudiantes de cine. Sin duda se trata de ejercicios que han observado de otra manera el cine, sin atender solamente las tendencias del Séptimo Arte como entretenimiento e invitan a contemplar temas que interesan a la sociedad mexicana.
POR LETICIA URBINA ORDUÑA *
Creado en diciembre de 1895, el cine llegó a México apenas nueve meses después, en agosto de 1896, de la mano del gobierno de Porfirio Díaz, admirador de Francia y sus adelantos, –el dictador de origen oaxaqueño se convirtió en el primer Jefe de Estado del mundo en ser captado por las cámaras de cine– y por ende no existían construcciones apropiadas para la exhibición cinematográfica.
La primera función fue para Díaz, su familia y algunos de los políticos más cercanos a él en el Castillo de Chapultepec, pero la primera proyección pública ocurrió el 14 de agosto en el sótano de la Droguería Plateros, farmacia que debía su nombre a la calle donde se encontraba y que hoy es Madero. Más tarde ese lugar se convertiría en uno de los sitios de exhibición más importantes: El Salón Rojo.
Cuando el cine comenzó a popularizarse, hubo que improvisar espacios cinematográficos. En Monterrey por ejemplo, aparecieron los llamados cines-terraza, en los que el patio de una vivienda se adaptaba para ver películas mudas, y los espectadores debían asistir con su propia silla, si querían sentarse.
En Morelia se habilitaron dos enormes casonas virreinales donde se colocó un telón para proyectar y bancas en el patio, sitios que luego se denominarían Salón París y Salón Cine. En poblaciones menores simplemente se buscaba una buena pared donde proyectar en alguna plaza o jardín, costumbre que subsiste aún en las poblaciones más desfavorecidas.
En la Ciudad de México lo hizo la Cigarrera El Buen Tono, que se encontraba a un costado de La Alameda central y que en las noches proyectaba –con intenciones propagandísticas– funciones gratuitas en su propio muro.
Héctor Azar, el fundador de todas las instituciones teatrales del Siglo XX en México, definió al cine como “teatro más tecnología”. Y fue así no sólo en el aspecto dramático sino también en el arquitectónico, por lo menos al principio.
En la Ciudad de México había ya una buena cantidad de teatros, que por su aforo tenían la capacidad de recibir público de manera masiva. Teatros como el San Juan de Letrán, el Principal, Nacional, Apolo y el Arbeu abrieron sus salas al nuevo medio de entretenimiento.
En algunas de las principales capitales de la provincia se imitó la experiencia. Los teatros Limón, de Xalapa; Degollado, de Guadalajara; Macedonio Alcalá, de Oaxaca; Peón Contreras, de Mérida y Ocampo, de Morelia entre muchos otros, fungieron como salas de cine hasta que surgieron edificios expresamente hechos para las proyecciones.
Hoteles y conventos no escaparon al encanto del celuloide. Los primeros hallaron en la exhibición de películas un plus para atraer huéspedes. Emblemático entre ellos fue el cine Regis, desaparecido junto con el hotel homónimo, que se derrumbó en el terremoto de 1985. En Morelia el Hotel de La Soledad creó Cinelandia, cuyo objetivo era entretener al público infantil.
En cuanto a los conventos, muchos habían sido secularizados por Benito Juárez y el tamaño de sus patios permitía llenarlos de sillas para improvisar una sala. Ello había comenzado a ocurrir en el Siglo XIX al convertirlos en teatros como el Arbeu, antes templo de San Felipe Neri o el exconvento de Jesús María y el de San Jerónimo, que luego serían los cines Progreso Mundial e Imperial, respectivamente.
Para 1903, cuando se construía Bellas Artes, su arquitecto, Adamo Boari, previó que el cine podría requerir ese espacio, por lo que lo diseñó con una cámara de proyección. En 1906 ya se empezaban a construir cines, mientras que en las colonias populares se alzaban jacalones enormes de manera apresurada. La improvisación de los primeros espacios cinematográficos apenas si superó una década que interrumpió la Revolución Mexicana, tras la cual hubo una orgía constructora que dotó a México de salas monstruosas, que llegaban a albergar a 7,500 espectadores por función.
* Maestra en Estudios México Estados Unidos por la UNAM y doctorante en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesora de la licenciatura en Comunicación en la FES Acatlán.
POR DENNISE AIRY MARTÍNEZ CAMPOS *
¿Qué tienen en común las películas Matilda (Danny DeVito, EU, 1996), Las brujas (Nicolas Roeg, EU, 1990) y Charlie y la fábrica de chocolate (Tim Burton, EU, 2005)? La respuesta podría ser que las tres son historias fantásticas con niños como héroes y protagonistas. Sin embargo, dichas características tienen una razón de ser: son adaptaciones de relatos de Roald Dahl, prolífico cuentista de cuyo genio provienen esas y otras novelas que nos emocionaron tanto de niños como de adultos.
Nacido en Gales, Reino Unido, en 1916, Roald Dahl tuvo una infancia difícil. Su padre falleció cuando aún era muy joven y su madre tuvo que arreglárselas para cuidar de él, por lo que vivieron con muchas carencias económicas. No obstante, él decía que pudo sobrellevar aquellos malos ratos gracias a los cuentos que leía junto a su madre por las noches y también a los dulces que la fábrica de chocolates Cadbury les daba a los niños de su colegio para conocer las opiniones que tenían sobre sus productos. No es casualidad que escribiera una historia sobre una fábrica de chocolates.
Cuando se graduó de la universidad, Roald Dahl fue a África en busca de aventuras, ahí aprendió a pilotear aviones y sufrió un grave accidente que lo dejó inmóvil alrededor de cuatro meses. Durante periodos de aislamiento y soledad, como el que enfrentó en su recuperación o como los que vivía cuando dirigía alguna aeronave, inventó una serie de historias fantásticas recordando las vivencias de su infancia agridulce a causa de la pobreza y los estrictos colegios de Inglaterra.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se mudó a Estados Unidos, donde desarrolló algunos trabajos con Walt Disney, se casó e inició una numerosa familia.
Fue un padre cariñoso, de esos que les leen cuentos a sus hijos antes de dormir; con la excepción de que él les relataba a sus pequeños las historias que había inventado en su época de piloto.
Pronto,con el apoyo de grandes personalidades mediáticas, aquellas historias se convirtieron en clásicos de la literatura infantil de habla inglesa.
No obstante, para los hispanohablantes el acercamiento a la obra de este autor es –como podría esperarse– diferente pues, aunque la mayoría no está familiarizada con su literatura, sí con muchas de sus historias adaptadas a películas por distintos cineastas, que imprimieron su personalidad y su perspectiva artística en cada proyecto.
Las dos fábricas de chocolate
La primera adaptación que se hizo de una de las historias de Roald Dahl fue la de Willy Wonka y la fábrica de chocolate, de 1971, del director Mel Stuart. Esta película musical estuvo basada en el cuento “Charlie y la fábrica de chocolate” y contó con el autor como guionista, por lo que el filme resultó bastante fiel a la obra original.
En la actualidad, se le considera un clásico junto con otras películas musicales de temática infantil como El mago de Oz (Victor Fleming, EU 1939) o Mary Poppins (Robert Stevenson, EU, 1964).
De “Charlie y la fábrica de chocolate” se desprende una segunda adaptación realizada años después por Tim Burton, en 2006, en la que resaltan: el inconfundible estilo gótico del director, el trasfondo familiar que le aportó al personaje de Willy Wonka y, por supuesto, la música compuesta por Danny Elfman.
¿Cuál de las dos versiones es mejor? Muchos opinan que el Willy Wonka de Mel Stuart es superior; otros, que el apartado artístico de Burton es mucho más imaginativo y completo que el de la primera cinta; otros más no se deciden entre la clásica Pure imaginación o el genial repertorio de los oompa loompas compuesto por Elfman. Lo cierto es que esa decisión está en el criterio de cada espectador y probablemente también en cuál de las dos películas marcó su infancia.
Los clásicos noventeros
La segunda adaptación de uno de sus libros fue Las Brujas, del director Nicolas Roeg, en 1990. Muchos recordamos esta cinta por una escena particularmente aterradora, en la que una mujer hermosa se convierte en una horripilante bruja calva. Sin embargo, esta película era mucho más que sólo eso, ya que además de contar con una producción y maquillaje de efectos especiales espectaculares, relataba una historia fantástica e intrépida que la elevó a un estatus de película de culto a pesar de no tener éxito en taquilla.
Otro relato de Roald Dahl que pudimos ver en la gran pantalla es Matilda, filmada en 1996 por el director Danny DeVito quien, como sabemos, actúa en el filme como el déspota padre de la protagonista. Este largometraje fue uno de los favoritos de muchos durante su niñez, pues contenía una trama que los empoderaba, además de estar relatada de manera cálida y divertida, respetando la inteligencia de los menores.
Durante esta década, también en el año 1996, se estrenó Jim y el durazno gigante, película animada con stop motion de Henry Selik, director y animador especializado en dicha técnica, también conocido por Coraline y la puerta secreta, y estrenada en 2009.
Cuando pensamos en el largometraje de Jim y el durazno gigante, basado en el libro de Dahl, tal vez recordemos con nostalgia la increíble aventura que vive el protagonista luego de decidirse a viajar en un durazno gigante, pero sobre todo, vine a nuestra memoria el imaginativo diseño de los insectos habitantes de la fruta, que humanizados muestran, por medio de la caracterización, personalidad, estilo y hasta edad, perfectamente definidos.
Las historias de Dahl en el nuevo siglo
Algunos años después de la adaptación de Tim Burton de Charlie y la fábrica de chocolate, en 2009 el director Wes Anderson se adentró, por primera vez, al mundo de la animación y realizó El fantástico Sr. Zorro, también elaborado con la técnica stop motion, basada en el libro homónimo de Roald Dahl.
De este filme destacan la trama sobre encuentros y desencuentros familiares, la paleta de color y por supuesto los planos simétricos y estáticos que caracterizan a Wes Anderson como cineasta.
Sobresale la caracterización que el director confirió a los personajes, animales poseedores de maneras muy particulares de moverse y vestir, además de aficiones e intereses que les confieren personalidades.
La más reciente adaptación al cine de un cuento de Roald Dahl es “Mi buen amigo gigante”, del aclamado director Steven Spielberg, estrenada en 2016. De esta película, podemos apreciar la maestría narrativa del cineasta, además de una producción y efectos especiales propios de una obra a su cargo.
Los niños al poder: una reflexión sobre la obra de Roald Dahl
A lo largo de este recorrido por la obra de Roald Dahl a través del cine, podemos estar seguros de algo: a más de 70 años de la primera publicación de uno de sus cuentos, las historias que inventó siguen siendo atractivas y con temas que no pierden vigencia.
Distintas compañías productoras y cineastas insisten en buscar nuevas maneras de contar las fantásticas aventuras de sus personajes, porque entienden que el interés humano de la obra de este autor radica en su inventiva, en el valor y el respeto que les da a los niños, y sobre todo a sus capacidades cognitivas.
Ello se refleja en cómo decide en varias de sus ficciones, darle el protagonismo a un niño o niña que se enfrenta a una realidad desafortunada e injusta, la cual finalmente supera, con ayuda de su ingenio, los amigos que hace en el camino y, sobre todo, con un buen corazón.
Roald Dahl falleció en 1990 a causa de leucemia. Sin embargo, como este escrito demuestra, su legado prevalece en todas las historias que hicieron y hacen reflexionar, tanto a pequeños como adultos, sobre las dificultades y las virtudes de la niñez.
* Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán y prestadora de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural, semestre 2022-I.
POR MARIO ANDRÉS BANDA FRANCO *
En la historia del cine mexicano, la década de los años 30 del siglo pasado representó el punto de partida del proceso de industrialización, al pasar del Maximato al Cardenismo, pues fue cuando dejó de ser un fenómeno curioso para convertirse en promisoria industria cultural.
En esa época, el país contaba con una estabilidad económica gracias a la política de nacionalización petrolera del presidente Lázaro Cárdenas y se introdujo el sonido a las películas, lo que favoreció el afianzamiento del Séptimo Arte en México, con la incorporación de elementos artísticos y técnicos en idioma español, aunado a la aparición de recursos humanos y materiales.
Las primeras casas productoras recurrieron a experimentos fílmicos, tomando como referencia las escuelas de Hollywood y de Europa (particularmente la proveniente de Italia), para construir un modelo similar, pero “mexicanizándolo”.
Algunas cintas referentes de esa época son: Santa (Antonio Moreno, 1931), ¡Qué viva México! (Sergei Eisenstein y Grigori Aleksan-drov, 1932), Dos monjes (Juan Bustillo Oro, 1934) y Vámonos con Pancho Villa (Fernando de Fuentes, 1936).
Con la época de oro del cine mexicano, en la década de los años 40, se evidenció el rápido avance en el proceso de esta industria, pues en solamente una década ya se podía competir con el gremio latinoamericano y con algunas de las empresas más desarrolladas de es periodo.
La producción de películas fue regular y estable teniendo, en promedio, 75 cintas por año. Mejoró la producción de filmes nacionales, los cuales incrementaron su duración, la estructura del discurso fue más completo en los diálogos y se puso mayor atención a componentes como la banda sonora, la musicalidad, las letras. Los efectos especiales se presentaron en armonía con el conjunto global de las escenas.
En esa etapa vieron la luz cintas consideradas de culto: Ahí está el detalle (Juan Bustillo Oro, 1940), Cuando los hijos se van (Juan Bustillo Oro, 1941), Enamorada (Emilio Fernández, 1946), Allá en el rancho grande (Fernando de Fuentes 1948), Nosotros los pobres (Ismael Rodríguez, 1948) y Los tres huastecos (Ismael Rodríguez 1948).
Para las décadas de los años 50 y 60, con la industrialización del país y el crecimiento de las grandes ciudades, los temas urbanos también fueron apareciendo, con historias propias de las metrópolis, como los pobres de las zonas marginales, rumberas y la vida de noche.
Mayor permisividad temática por parte del gobierno llevó a los productores a aprovecharse al máximo de esta situación, por lo que recurrieron de inmediato a los albures, desnudos, sexualidad explícita y temas afines.
La calidad de las producciones disminuyó, convirtiendo al cine nacional en un negocio barato y rentable. Ejemplo de esto son títulos como: Santo contra el cerebro del mal (Joselito Rodríguez, 1958), Los caifanes (Juan Ibáñez, 1968), Hasta el viento tiene miedo (Carlos Enrique Taboada, 1968) y Modisto de señoras (René Cardona Jr., 1969).
Con la llegada de José López Portillo a la Presidencia de la República el Estado comenzó a cometer severos errores en la administración de la producción cinematográfica. El mandatario impuso a su hermana, Margarita López Portillo, al frente del Centro de Capacitación Cinematográfica y también de la Cineteca Nacional. Su labor como funcionaria fue desastrosa, no tenía idea clara de la dirección que requería la industria nacional en cine ni de lo que necesitaba el país en materia de entretenimiento de masas.
Cuando el Estado entró en recesión económica, a partir de 1980, cedió casi en su totalidad el control de la industria cinematográfica a los particulares y fue el turno de Televisa con su división especializada llamada Televicine, empresa que recurrió a explorar guiones con temas familiares o para todo público, biografías de las que en aquel momento eran sus “estrellas” y temas populares, argumentando que “al público hay que darle lo que pide”.
En esta etapa surgieron: Mecánica nacional (Luis Alcoriza, 1971), El miedo no anda en burro (Fernando Cortés, 1976), El patrullero 777 (Miguel M. Delgado, 1979), El Chanfle (Enrique Segoviano, 1979) y Rojo amanecer (Jorge Fons, 1989).
Los sindicatos de trabajadores del cine se agrupaban en la Unión de Trabajadores de Estudios Cinematográficos de México (UTCM), que se afilió a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de este modo se le dio formalidad al trabajo cinematográfico del país.
En 1988 se creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y con ello diversas empresas paraestatales que, poco a poco se irían fusionando o vendiendo, dieron paso el Centro de Capacitación Cinematográfica, el IMCINE y lo que hoy queda de los Estudios Churubusco.
Hasta los primeros años del nuevo milenio, la producción cinematográfica nacional presentó una caída constante, promediando de 10 a 15 cintas por año. De esa época son: Cabeza de vaca (Nicolás Echavarría, 1990), Como agua para chocolate (Alfonso Arau, 1992), Profundo carmesí (Arturo Ripstein, 1996), La ley de Herodes (Luis Estrada, 1999) y Sexo, pudor y lágrimas (Antonio Serrano Argüelles, 1999).
Para la llegada de los años 2000 la industria cinematográfica enfrentó nuevos retos como el potencial de distribución y consulta por Internet, de la televisión, de los formatos digitales alternativos o distintos al DVD y de la llamada «piratería», entre otros.
Sin embargo, con el inicio del nuevo milenio ya era inevitable que los realizadores de cine nacionales dispusieran de capacidad técnica e incluso creativa para aportar mejores contenidos.
Entre las cintas icónicas de esta fase encontramos los ejemplos de: Amores perros (Alejandro González Iñárritu, 2000), El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001), Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001) y Matando cabos (Alejandro Lozano, 2004).
El cine mexicano es reconocido por las aportaciones de directores(as) que presentan historias y producciones de primer nivel. A los nombres de González Iñárritu, Del Toro y Cuarón es necesario sumar a Carlos Reygadas, Amat Escalante, Tatiana Huezo, Carlos Bolado, Carlos Carrera, María José Cuevas y Natalia Beristáin, entre otros(as). Los desafíos presentes son el manejo de las nuevas formas de consumo y la mejora de experiencias.
Sin duda, la industria cinematográfica mexicana tuvo y sigue teniendo que afrontar la competencia con el mercado norteamericano, principalmente, sin embargo, necesita ser más organizada para recobrar el rumbo y capitalizar sus propios productos fílmicos al interior del país y el extranjero, de manera creciente y seriada para volver a posicionarse como el principal referente latinoamericano.
* Egresado de la Licenciatura en Comunicación en la FES Acatlán y prestador de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural, generación 2021-II.
POR RAFAEL OROZCO FLORES *
En 2004, Mel Gibson produjo un filme que provocó una batahola casi generalizada por la “puesta a cuadro” de La Pasión de Cristo (The Passion of the Christ ), película dirigida por él mismo y con Jim Caviezel en el papel de Jesucristo. Desde luego no fue la primera ni será la última en torno a la figura de Dios hecho hombre. La “gritería” provocada estuvo detonada por el exceso de violencia y derramamiento de sangre, que al público y a la crítica le pareció innecesaria e injustificada.
Quizás el antecedente inmediato del cine bíblico (por llamarlo de alguna manera) sean las representaciones de ciertos asuntos o pasajes religiosos que se realizaban en los atrios de las iglesias en fechas señaladas, tal y como se siguen haciendo en Semana Santa con la recreación de la Pasión de Jesucristo (una de las más afamadas es la de Iztapalapa) u otros pasajes, como la adoración de los Reyes Magos o las pastorelas, en donde se confrontan el bien y el mal en torno al Dios niño.
Ya como espectáculo de imágenes en teatros u otros foros, encontramos dos referencias, en 1894 (hay que recordar que el cine se dio a conocer en Francia el 28 de diciembre de 1895 y que llegó a México hasta 1896): el diario El comercio de Morelia publicó el 25 de mayo de 1894 una nota que decía:
Podemos inferir que se trataba de un espectáculo ejecutado con imágenes de linterna mágica, pues, aunque el kinetoscopio de Edison ya se conocía en nuestro país, no era un aparato de proyección, sino de visión individualizada.
El desenfreno por contar aventuras, dramas y comedias se generalizó y la literatura ofreció grandes historias y temas. Es probable, por ejemplo, que Julio Verne haya visto la versión cinematográfica de Viaje a la luna (Georges Méliès, 1902), así como tenemos versiones de Frankenstein (J. Searle Dawley, 1910) y La cabaña del Tío Tom (Edwin S. Porter, 1903), pero sin duda, uno de los grandes temas es la vida de Jesucristo.
Muchos años antes de la versión de Mel Gibson, en los inicios del cine, se hicieron varias adaptaciones de los Evangelios para retratar la vida de uno de los personajes de la historia más controvertido. Juan Felipe Leal (1) consigna varias obras cinematográficas con este tema: en 1896, Eugéne Pirou produce La pasión de Cristo, con comediantes que representaban escenas bíblicas en la Plaza de los Inválidos; la Sociedad Lumière produjo, entre 1897-1898, La Vie et la Passion du Jesus-Christ; La casa Gaumont encargó a la primera cineasta femenina, Alice Guy, su versión de La Vie du Christ, que estaba compuesta por 11 escenas, entre 1897-1898; por su parte, la Casa Pathé realizó, entre 1896 y 1899, su primera versión de Vie et passion du Christ, en 16 cuadros y en 1902 esta productora realizó una segunda versión de mucha mayor duración (en 32 cuadros).
Por su parte George Hatot, en 1898, realizó su propia versión también con el título de La vie et la passion de Jésus Christ (2). Hablar de estas producciones, para el público mexicano no eran una rareza, pues se sabe que se proyectaron profusamente en distintas plazas de la República Mexicana, por ejemplo, Eduardo (o Édouard) Hervert proyectó en junio de 1898, en el Teatro Ocampo, de Morelia La vida y pasión de nuestro señor Jesucristo, en 15 cuadros, de acuerdo con el permiso obtenido del H. Ayuntamiento de esa ciudad (3).
Pero sin duda una mención aparte merece la versión que en 1903 codirigieron Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet, en donde se incluyeron algunos elementos técnicos como el color (hecho a mano bajo la técnica de estarcido) y doble exposición, recursos con los que ya se había trabajado, lo que le dio a la película una gran presencia entre el público.
Pero no fue sino hasta 1925 cuando la Metro-Goldwyn-Mayer produjo la que al parecer es la primera versión de Ben-Hur. Una historia de Cristo. Considerada la película más costosa de su época, contó con la participación del mexicano Ramón Novarro en el papel de Ben-Hur y con la dirección de Fred Niblo. En esta versión se emplearon todos los recursos narrativos y técnicos posibles como el entintado, que le dio el color azul a la noche de los Reyes Magos en el desierto o el naranja que le agregó el efecto cálido del día, sin descontar la utilización el incipiente technicolor para las escenas del nacimiento del niño Jesús y su sacrificio en la cruz, al respecto sólo recordar que la historia de Judá Ben-Hur va paralela a la vida de Jesucristo.
En el caso de nuestro país la cinematografía no se ha quedado atrás y se han realizado películas con esta temática como Jesús de Nazaret (José Díaz Morales, 1942), El mártir del Calvario (Miguel Morayta, 1954) Jesús, María y José (Miguel Zacarías, 1969) y Jesús, el niño Dios (Miguel Zacarías, 1969), entre otras, que en muchos de ellos, el oportunismo comercial en las salas y en la televisión explotó con éxito.
1 Leal, Juan Felipe. Presentación (2007). Cartelera del cine en México, 1904. Juan Pablos Editor, pp. 63-44.
2 La vie et la passion de Jésus-Christ (1898). Recuperado de: La vie et la passion de Jésus-Christ (1898) – IMDb
3 Archivo Histórico del Municipio de Morelia (AHMM) Libro de Secretaría del Ayuntamiento, 1898-1899, no. 346, tomo 2, ramo: diversiones públicas, exp. 22.
* Maestro en Comunicación por la Universidad Vasco de Quiroga, A.C. Trabaja en la UMSNH, en la Coordinación de Investigación Científica. Actualmente estudia la Licenciatura en Psicología en FES Iztacala.
Tour de Cine Francés. Siempre un buen referente.
por NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
Apreciables lectores, indudable es que el cine se ve mejor en el cine y para retomar las exhibiciones de la cinematografía internacional en el Centro Cultural Acatlán, la sala del Teatro Javier Barros Sierra presentará cinco películas de la edición 25 del Tour de Cine Francés.
El Tour es, desde hace 20 años, uno de los encuentros más exitosos y emblemáticos con los que hemos contado en la FES Acatlán. Teniendo este antecedente, seguros(as) podemos estar, como espectadores(as), que la selección de los filmes es de primer nivel, en gran medida por la experta curaduría de Nueva Era Films y el respaldo de la Embajada de Francia en México.
Todas las películas que nos ocupan en este ejemplar son, sin excepción, resultado del trabajo de cineastas que han logrado consolidar sus trayectorias profesionales. Los temas y las maneras de abordarlos podrán enfrentar, indudablemente, algún “pero”. Les invitamos a ponderar que se trata de obras que requieren ser contextualizadas y, sobre todo, comprender que, aunque buscan ser incluidas en las listas del cine comercial, poseen múltiples aspectos del cine de autor.
El cine francés, en la mayoría de los casos, no responde a los estereotipos que son tan recurrentes en la industria del entretenimiento de Estados Unidos y su inevitable imitación o reproducción al infinito, de historias ya contadas en las plataformas de entretenimiento más conocidas. Se trata de historias cuya idiosincrasia requiere de análisis más profundos.
Para el público universitario siempre ha resultado una gran experiencia disfrutar y apreciar el cine francés contemporáneo en versiones originales subtituladas; en particular para los estudiantes del idioma francés, ésta es la oportunidad para intercambiar opiniones respecto a lo aprendido en clase, comparar las formas cotidianas en que se pronuncian palabras y modismos.
A los cinéfilos, les reiteramos que se tomarán todas las medidas necesarias para que las exhibiciones sean seguras en los términos y condiciones que se requieren por la situación sanitaria aún vigente. Es momento de reencontrarnos e intercambiar nuestras opiniones de lo que veremos en la pantalla grande del Centro Cultural Acatlán.
Adiós, idiotas
Adieu les cons, dirigida por Albert Dupontel es, ante todo, una comedia negra de enredos en torno a una mujer que, al saber que padece una enfermedad terminal decide buscar al hijo que debió dar en adopción cuando era una adolecente, en un intento por redimirse.
Este filme ha dividido a la crítica especializada, ya que, no obstante sus «flaquezas» narrativas, en 2021 se convirtió en la principal ganadora de los premios César, en las categorías de Mejor Película, Dirección Guion Original, Actor Secundario, Decorado, Fotografía y el César de Lycéens, el cual otorgan estudiantes de nivel secundaria.
Virginie Efira, a quien hemos conocido en México por películas como La chance de ma vie (Nicolas Cuche, Bélgica, Francia, 2010), 20 ans d’ecart (David Moreau, Francia 2013), Un homme à la hauteur (Laurent Tirard, Francia, 2016) y Benedetta (Paul Verhoeven, Francia, Holanda, 2021), estelariza Adieu les cons, interpretando a una estilista, en cuya historia de vida y con sus coprotagonistas se hilvanan suicidio, discapacidad, cáncer, alzheimer, embarazos adolescentes, aspectos con los que actualmente pocos se atreven a ironizar, pero aquí el director se arriesga y sale bien librado.
Mandíbulas
En Mandibules, Quentin Dupieux integra una comedia de lo absurdo en ambientes de la década de los años 90. A partir de la idea de dos hombres poco inteligentes, pero “suertudos”, que al encontrar en un coche a una mosca gigante viva deciden entrenarla para ganar dinero ilícito con ella, se desarrolla una road movie o más bien una buddy movie que rebasar los terrenos de lo surreal.
¿Cómo hacer que una mosca robe un banco? Si a usted se le ocurren varias ideas plantéelas y vaya desarrollándolas en pantalla, igual que lo hizo el director, ojalá a usted también le dé un buen resultado, divertido como sucede en esta película, pero advertidos(as) están que deben estar abiertos(as) de mente y prestarse de buen ánimo a esta experiencia.
Dupieux ha sido catalogado como un “maestro del humor posmoderno”; realizador que lo mismo recurre a escenas sublimes o ridículas para aportar un sello a sus películas. No se puede negar que fascina incluso a los productores, quienes a sabiendas de lo que van sus trabajos arriesgan el capital necesario para tener como protagonista a una mosca gigante, del tamaño de un perro grande, actuando al margen de la ley.
Aquí destaca la interpretación de Adèle Exarchopoulos, actriz a quien principalmente se recuerda por La vie d’Adèle (Abdellatif Kechiche, Francia, 2013) y quien ha tenido destacadas participaciones en Les anarchistes (Elie Wajeman, Francia, 2015), Sibyl (Justine Triet, Francia, 2019) y Rien à foutre aka (Julie Lecoustre, Emmanuel Marre, Bélgica, 2021).
Delicioso
Cocina e historia son referentes obligados de Francia y Eric Besnard integra en Délicieux un filme donde magistralmente traslada a los espectadores al siglo XVIII, en la época previa al inicio de la Revolución Francesa, cuando las familias de la nobleza contaban con sus maestros cocineros y presumían las delicias que éstos preparaban entre las familias adineradas, pues en gran medida el prestigio se fundamentaba en la calidad de los platillos que ofrecían.
La trama se centra en Manceron, quien luego de ser despedido por los caprichos del duque de Chamfort se ve obligado a retirarse a una casa de campo con su hijo, donde aparece una enigmática mujer que será capaz de devolverle las ganas de amar y elaborar nuevas recetas con pasión, pero ante la falta de un noble que financie la comida, la opción es ofrecerla a quien pueda pagar por ella.
A partir de esta teoría, Eric Besnard se arriesga a interpretar las formas que debió tener la primera casa de comidas en Francia, con muebles, mantelería y todo lo necesario, es decir lo que ahora reconocemos como un buen restaurante, pero aquí no se recurre a los “datos duros” ni a un sustento en “hechos reales”, a partir de algunos personajes que existieron, se inventó todo lo demás.
De Grégory Gadebois, protagonista de Délicieux, recordemos sus participaciones en Les Adieux à la reine (Benoît Jacquot, Francia, 2012), Normandie Nue (Philippe Le Guay, Francia 2018), Pupille (Jeanne Herry, Francia 2019) y J’accuse (Roman Polanski, Francia, 2020).
El hombre del sótano
L’Homme de la Cave, dirigida por Philippe Le Guay, plantea aspectos de las disputas raciales, culturales y radicalismo ideológico que se dan en nuestros días, a partir de la idea de la venta de una bodega de un viejo edificio a una persona “indeseable” a los ojos de los anteriores dueños, una pareja parisina de origen judío.
Se trata de una historia oscura, misteriosa y plagada de conflictos, pues el comprador de la bodega, quien debiera haberla ocupado como almacén, la utiliza de vivienda; es un negacionista del holocausto nazi y para colmo se hace amigo de la hija adolescente de los dueños del edificios, por ello es visto como una amenaza para la familia.
Fantasías
Les fantasmes es la interpretación de los hermanos Stéphane y David Foenkinos a las filias sexuales en las relaciones íntimas de seis parejas explosivas, de diferentes edades y estratos sociales, quienes dan rienda suelta a sus más profundas fantasías.
Se convierte en un interesante repaso para conocer en qué consisten: ludofilia (atracción sexual hacia los juegos); dacrifilia (deseo sexual cuando se ve llorar a la pareja); hipofilia (placer en la abstinencia); autagonistofilia (excitación producida al sentirse observado cuando se tienen relaciones sexuales), tanatofilia (estimulación que produce la cercanía de la muerte) y la sorofilia (excitación que produce la hermana del ser amado).
La directora Juliana Fanjul conversó con público de la FES Acatlán
POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
Para la mayoría de los lectores de este boletín informativo, el caso del reportaje “La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto”, elaborado por Aristegui Noticias y presentado por primera vez el 12 de marzo de 2014 seguramente resulta un tema conocido, por el largo proceso de litigios que implicó, en particular porque es emblemático en la historia reciente de los medios de comunicación en nuestro país, debido a que se evidenció una serie de actos de censura del entonces Presidente de México a la periodista Carmen Aristegui, por medio del grupo radiofónico para el que ella trabajaba.
La casa ubicada en Lomas de Chapultepec, conocida como la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto y a la que la entonces primera dama Angélica Rivera se viera obligada a renunciar, luego de una fallida explicación sobre el financiamiento por parte del Grupo Higa (una de las empresas ganadoras de la licitación del tren México-Querétaro y de otras importantes construcciones en el Estado de México) derivó en el despido de Carmen Aristegui de MVS Noticias.
Lo sucedido en los meses posteriores, el largo proceso que permitió a la mediática periodista recuperar un espacio de difusión en plataformas de redes sociales, quedó registrado en el documental Silencio radio (2019), coproducción de México y Suiza, bajo la dirección de Juliana Fanjul, con la fotografía de Jérôme Colin, sonido de Carlos Ibáñez-Díaz y la edición de Yael Bitton.
La proyección gratuita de Silencio radio fue gestionada por la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán para que el público de nuestro Campus tuviese oportunidad de conocer de primera mano hechos inéditos y después de la transmisión por Zoom tuvo lugar un conversatorio con la cineasta Juliana Fanjul.
En este encuentro en línea destacó el interés de los espectadores por conocer el proceso que siguió la directora de cine para ganarse la confianza de Carmen Aristegui y que ésta le permitiese registrar el día a día mientras la empresa Aristegui Noticias se abría paso de manera independiente.
Juliana Fanjul comenzó el conversatorio manifestando su satisfacción por llegar, precisamente ese día (20 de enero), a las cadenas comerciales de exhibición de México con 40 copias y calificó el hecho como “un sueño hecho realidad en la peor de las pesadillas”, refiriéndose a los dos años transcurridos con la pandemia por Coronavirus, los cuales para ella fueron muy duros, porque para la cultural y el cine en particular, como industria, ha sido de mucho sufrimiento, con el cierre de salas comerciales y una tragedia para los grandes festivales.
Destacó que, como cineasta, representó verse impedida para ir a los lugares a filmar, ver a la gente, adentrarse en sus historias y un proceso con “sabor agridulce, porque aunque hayamos cambiado de gobierno, aunque las cosas se estén transformando y creo que lo están, lamentablemente para los periodistas la situación no ha mejorado. 2021 cerramos con 10 periodistas asesinados, somos el segundo país, después de Afganistán, más peligroso del mundo para el ejercicio periodístico. En lo que va del año, no hemos terminado el mes de enero y ya han asesinado a dos (periodistas). Entonces queda muchísimo trabajo por hacer en esa materia”.
El público le solicitó ahondar en los obstáculos que enfrentó para lograr el resultado final de este documental y Fanjul refirió que el primero fue llegar a Carmen Aristegui, que ella aceptase que el equipo de filmación la siguiera permanentemente; contrario a lo que se esperaba, que la periodista solamente concediera unas horas de entrevista, se convirtió en un trabajo largo, de mucha paciencia e insistencia, para establecer una relación de confianza con el equipo más cercano de colaboradores de Aristegui Noticias.
Enfatizó que tener de cerca un personaje como Carmen Aristegui también significó una gran responsabilidad y dijo: “quedara como quedara la película, me imaginaba que alguien la iba a ver simplemente porque admira el trabajo de Carmen Aristegui. Desde el inicio trabajamos con un gran sentido de responsabilidad”.
Otro reto lo representó acercarse a un grupo de profesionales que estaban siendo vigilados, amenazados, atacados, por lo que al estar con ellos el grupo de realizadores de Silencio radio también formó parte de ese entorno de peligro, se sentían vigilados y vivieron momentos de mucha adrenalina que los obligaron a seguir un protocolo de seguridad, estar al pendiente de que no les fueran a robar la cámara con las imágenes y durante los tres años que duró el proceso de filmación, mantenerse en alerta permanente.
Juliana Fanjul enfatizó que Silencio radio se trata de una coproducción entre México y Suiza, por lo que la manera de abordar la historia de Carmen Aristegui debía ser de forma atractiva para el público de ambos países: por un lado la gente de México, la cual conoce la historia, por formar parte de un pasado reciente, en contraparte con los suizos, de quienes dijo “muchos puede que no tengan ni idea de dónde se ubica México en el mapa”.
Para ella, la importancia de esta realización cinematográfica es el dejar un registro para la memoria: “…que quede ahí un testimonio de una historia que sucedió, que vivimos y que podemos narrar. Que en el futuro alguien pueda ir a consultar el documental. Para que no se nos olvide lo que sucedió ayer, con miras a que se repita mañana. Solemos, en México, tener memoria corta, porque el evento de hoy es tan impresionante, que lo que sucedió ayer pues ya se nos olvidó”, indicó.
Para sustentar la importancia de producir documentales, recurrió al ejemplo de Patricio Guzmán, cineasta chileno que dice que: “El futuro de los pueblos está en su pasado y un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotos”. Para Fanjul este género cinematográfico constituye ese álbum de nuestra historia que es importante tener, para nosotros y para las posteriores generaciones.
Durante el proceso de realización, a la cineasta le llamó particularmente la atención la capacidad de resistencia de Carmen Aristegui y su equipo de colaboradores, por lo que dijo que con Silencio radio busca hacerles un homenaje a ellos, en especial a la decisión de Carmen Aristegui de permanecer en México. Enfatizó el hecho de que ella pudo haberse ido del país, pero no lo hizo y decidió quedarse no obstante los obstáculos, los riesgos que implicaba continuar en este territorio, volver a levantar la voz y retomar un programa en vivo.
A Juliana Fanjul le sorprendió el profesionalismo de Aristegui Noticias y anotó: “Hay algo que dice Juan Omar Fierro en la película, y es que para evitar nuevos ataques, de otros periodistas o de otros medios, lo que tienen que hacer es redoblar su profesionalismo, confirmar la información que van a publicar”.
Para Fanjul también fue interesante ver cómo se llevaron a cabo las investigaciones en Aristegui Noticias, donde los autores escribían y leían, releían y releían, se cuestionaban cada una de las palabras que podrían en sus artículos, en las averiguaciones, para evitar que pudieran enfrentar nuevos ataques.
Calificó a Aristegui y su equipo como incansables. Durante el conversatorio Fanjul relató la dinámica de Carmen Aristegui, quien despertaba temprano todos los días, permanecía lúcida hablando durante todo el día, luego acudía a su programa nocturno (en CNN en español) y se dormía a la una de la mañana: Después de algunos días de estar siguiéndola, el equipo de filmación estaba agotado; aún ahora sigue siendo un misterio para Juliana Fanjul entender cómo Aristegui y sus colegas mantienen su nivel de energía.
En el contexto de la presentación de Silencio radio se le cuestionó sobre las descalificaciones hechas por el actual titular del poder Ejecutivo al trabajo de Carmen Aristegui y expresó: “Estas conferencias ‘mañaneras’ que da (Andrés Manuel) López Obrador son una herramienta maravillosa para la democracia. ¿En qué país se tiene esta disposición del jefe del Ejecutivo para dialogar y atender las preguntas de la prensa? Eso lo celebro, sin embargo, lamentablemente algunos comentarios que ha hecho el Presidente apuntando con nombre y apellido a algún periodista o algún medio, desacreditando la carrera completa de esa persona o de ese medio, ha provocado un linchamiento en redes sociales, que no es favorable para nuestro ejercicio democrático, para nuestra conversación.
“El nivel de odio, la violencia, el lenguaje que veo que se está utilizando en la redes, a pesar de que es un magnífico espacio de expresión y donde todos podemos tener una voz, siento que está llevando a que la sociedad se polarice y eso tampoco nos ayuda. No soy abogada de Aristegui para decir lo que hizo bien o mal, en cuanto al tema López Obrador. Entonces esa no es ni mi batalla ni me encuentro legitimada para venir a un foro a hablar de lo que opino al respecto. Lo que sí siento es que esa polarización (que se da desde el anonimato) ya peleados, como sociedad, nos va a costar recomponernos”.
Después abordó las formas de la sociedad civil para apoyar a los periodistas y comentó sobre el papel de las organizaciones especializadas, mismas que llevan a cabo acciones encaminadas a valorar el trabajo de estos profesionistas y advirtió que su labor resulta esencial en una democracia. Enfatizó que en el caso de la censura a Carmen Aristegui, hace siete años, al defender los derechos de las audiencias, acudieron a solicitar justicia y así se pudieron emplear herramientas legales para cuidar de los radioescuchas.
Juliana Fanjul recodó que la idea de Silencio radio surgió en 2015, mientras vivía fuera de México, en un momento en que estudiaba becada en Suiza, donde estaba atenta de lo que sucedía México. La distancia geográfica y el momento de crisis le hizo tener el deseo de hacer algo, pues enfrentaba sentimientos encontrados, mientras ella vivía en uno de los países con mayor calidad de vida, su patria enfrentaba momentos de crisis.
“La producción surge en Suiza, venimos a México con dos técnicos, un fotógrafo y un sonidista. Sabía que llegar a México, en ese momento, en que Carmen (Aristegui) y su equipo muy probablemente no iban a abrir la puerta de la noche a la mañana, para que alguien entrara a filmar… Éramos tres personas que no podíamos decir absolutamente nada a nadie, porque era parte del protocolo de seguridad, evitar que cualquier mensaje o conversación nos pudiera afectar.
“Los primeros meses sucedieron así, solamente los tres sin decir nada. En mi casa mi familia no sabía. Luego solicité tener una coproducción mexicana para tener un socio con quien hablar. Necesitaba alguien sólido en México, que supiera quién era quién en el contexto sociopolítico. Así fue como llegamos, durante la primera etapa de rodaje, a realizar con Cactus Films y ellos fueron aliados que apoyaron después en cuestiones financieras”.
Juliana Fanjul relató que durante el largo proceso de filmación fue necesario que se apegasen a protocolos de seguridad recomendados para periodistas y activistas que trabajan en territorios de alto riesgo, bajo la asesoría de la organización Artículo 19.
Literalmente, en Silencio radio se da cuenta de las “idas y venidas durante todos esos años” de lucha por recuperar un espacio de difusión y el reto fue determinar que sí se debía dejar en la película: “Después de tantos años de rodaje, teníamos mucho material y trabaje con una gran editora. Poco a poco se fue determinando que sí debía incluirse. Uno va escribiendo siempre, incluso editando. Ya había una guía y se trabajó durante cuatro o cinco meses, se fue avanzando en la estructura que se tenía en el papel.
“Como en un trabajo de embudo se fue dejando fuera el material no esencial y entonces quedó lo que se consideró que era lo mejor. Un trabajo complicado y que debió hacerse con alguien más porque uno que estuvo ahí, uno que lo escribió, uno que lo filmó, uno que se conmovió cuando lo registró, pues tiene una relación viciada con ese proyecto, entonces es importante la mirada exterior para poder ser juez de manera fresca, sensible con respecto al material”.
Juliana Fanjul recomendó a los jóvenes estudiantes de periodismo que desean hacer cine, seguirse con «todo el motor” para realizar películas. Comentó que ella, al dar clases a quienes estudian para hacer cine documental, trata de transmitirles su pasión, pero definió el talento que se requiere como ese “gusanito” que se trae y si se posee pues solamente quedar rienda suelta a la creatividad.
Advirtió que en la realización de los documentales existen momentos de procesar en solitario, con grades decepciones, pero también de alegría como el que ella vivía justamente ese jueves 20 de enero de 2022 con el estreno comercial de Silencio radio, con una espera de siete años para tener una conversación como la llevada a cabo con el público de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán.
En este contexto comentó que la satisfacción de trabajos como el que ella realizó o en la denuncia de Juan Omar Fierro respecto a la red de prostitución del exlíder del PRI en la Ciudad de México, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, dan frutos y gran satisfacción en la lucha por buscar que se aplique la justicia, pues el político priísta fue encarcelado tras una larga espera.
“En necesario el trabajo de los periodistas, de nuevas generaciones, para que siga habiendo contrapeso importante del cuarto poder. Que esté presente con jóvenes apasionados, inteligentes, formados, que ejerzan libremente y en ese sentido la idea de Silencio radio no es amedrentar, decir ´está tan complicado meterse en este negocio que te van a dar un balazo, ya no lo hagan´. La película está ahí para decir lo contrario, denunciar esa realidad, que los ataques ya no deberían suceder en este país y es valiosísimo el trabajo de los periodistas de investigación”.
Para concluir Juliana Fanjul expresó la idea central de Silencio radio: que hay esperanza para construir un país mejor, que se centra en los jóvenes que están estudiando y quienes están decidiendo politizarse: “Estos años al lado de Carmen Aristegui y de su equipo me hicieron contagiarme de un sentimiento más optimista del que suelo tener. La película termina con una nota de esperanza y ello implica un compromiso. Creo que es posible, aunque estamos cayendo muy hondo, confío en la fuerza de las nuevas generaciones, en las mujeres jóvenes que están haciendo un cambio de paradigma”.
Actualmente Juliana Fanjul trabaja en un proyecto a estrenarse durante marzo de este año en el Festival de Derechos Humanos de Ginebra, el cual se centra en el significado de ser una mujer afrodescendiente en un país como Suiza, tema no abordado en la filmografía en esa nación. Además, prepara una película sobre las relaciones de poder y, de nueva cuenta, con temática femenina.