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POR BETSABÉ TORRES VEGA *

Entre las preguntas que surgen en alguien que quiere dedicarse a la abogacía seguramente están: ¿Por qué es importante la libertad? ¿De dónde viene el sentido de querer hacer justicia? ¿Qué tan importante es la defensa de una persona? Algunas o muchas respuestas sobre este tema, así como sus interpretaciones, pueden encontrarse en una película que inspira a profundizar en los temas de la defensoría: Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, Robert Mulligan, 1964, Estados Unidos, 2 horas 9 minutos), drama marcado por un presunto crimen, que protagonizan Gregory Peck (Atticus Finch), Mary Badham (Scout) y Phillip Alford (Jem).

El estreno de Matar a un ruiseñor ocurrió en 1962, época en que ya era posible filmar a color, pero se utilizó la técnica del blanco y negro. Este aspecto ayuda a remarcar el contexto retratado en la historia, cuando la sociedad estadounidense daba mucha importancia a los tonos de la piel: los blancos por encima de los negros, los prejuicios que se anteponen al sentido de justicia.

El filme retrata la vida de Atticus Finch, abogado y viudo que pasa sus días trabajando y al cuidado de sus dos pequeños hijos, a quienes se reconoce por las abreviaturas de sus nombres: el mayor es Jem y la menor es Scout. Transcurre en los años 30 en un pequeño poblado de Alabama.

Como abogado, Atticus enfrenta el caso más emblemático de su trayectoria profesional: la defensa de un negro llamado Tom Robinson acusado de violar a una joven blanca; para ello debe manejar hábilmente la ley, pero también enfrentar los prejuicios de una sociedad acostumbrada a ver con normalidad el racismo, que asumía por costumbre que lo correcto es que cada grupo ocupe el lugar que le corresponde sin mezclarse, ni en lo público ni en lo privado.

Más allá de estar consciente que tiene ante sí el reto de mostrar el fondo de la verdad detrás de la acusación de violación, Atticus sabe que debe actuar con cautela. Al aceptar la defensa del acusado, además de poner en riesgo aspectos de su trayectoria profesional también se ha vulnerado su integridad, e incluso la de sus hijos.

Debe llevar a cabo una buena defensa de un hombre negro, en una época en que lo más común era llevar este tipo de juicios de forma superficial, sin ir al fondo de la inocencia o de la culpabilidad, pues la tendencia era dictar sentencias condenatorias o penas de muerte simplemente porque se trataba de afrodescendientes.

El desafío no es convencer al jurado de que Tom Robinson no pudo someter a golpes ni violar a la joven que lo ha señalado, ese grupo de ciudadanos al que se ha encargado analizar los hechos seguramente discutirá la manera de votar por unanimidad la culpabilidad del hombre negro; su objetivo como abogado será evidenciar las mentiras argumentadas, el odio y la discriminación presentes en esta historia. No está de más destacar que es un mundo de “justicia” con una visión masculina: todo está a cargo del juez varón y de un tribunal integrado únicamente por hombres.

La autora de la novela homónima, Harper Lee, aborda la defensa de los derechos civiles, los alegatos más avanzados de su época para cuestionar el racismo, los caminos de la ética, de la igualdad, el valor de la amistad y sobre todo la forma de encarar la vida sabiendo que se tiene la razón y se procede justamente, aunque en el fondo tampoco se haya actuado con total honestidad.

Debe destacarse que una característica relevante del quehacer de los litigantes es tal cual proceder a abogar [aunque no todos se dedican a esto], y me refiero a la defensa de alguna causa, persona, postura, entre otros asuntos. Como defensor se debe tomar lo que le sea útil y válido ante la ley; demostrar con alegatos bien sustentados que se tiene la razón, pues el objetivo es obtener un resultado beneficioso para el defendido. Esto es lo que hace Atticus, demuestra que Tom Robinson no es culpable, aunque el jurado decida lo contrario.

Matar a un ruiseñor obtuvo diversos premios, entre los que destacan los Oscar por Mejor Actuación para Gregory Peck, el Mejor Guion para Horton Foote y el Globo de Oro para la Mejor Banda Sonora; personalmente encuentro en ella valores inspiracionales para aquellos que decidimos estudiar Derecho con objeto de poner a disposición habilidades al servicio de la defensa de aquellos que no pueden hacerlo, pues al momento de estar ante un juez resulta necesario el dominio de los intrincados caminos de esta disciplina.

Atticus demuestra poseer carácter firme, determinación y ética profesional. A pesar de enfrentar un pronóstico difícil, (todo parece estar contra las posibilidades de un veredicto de inocencia para Tom), como abogado acepta tomar su causa y lo defiende con total profesionalismo. Vemos así uno de los aspectos más nobles del derecho, la parte humanista: Atticus decide ser intermediario entre el acusado y lo que se identifica en ese momento, país y época, como justicia.

Es importante mencionar que la historia vista en la pantalla contrasta con el concepto de justicia contemporánea, donde se debe ser legal antes que justo. Una revisión a la historia del Derecho nos hace comprender que también se implican temas filosóficos que forman parte esencial de esta especialidad y siempre existen las buenas causas, tal como la que presenta el filme.

Inicié este texto con una serie de cuestionamientos, de los cuales retomo: ¿Por qué es importante la libertad? Sobre este asunto quiero volver: la libertad de Tom, un hombre negro al que se menosprecia como persona, se le acusa y se le cree culpable, casi en automático.

La libertad es un derecho del que solamente se priva a una persona por haber cometido un delito, es decir, por haber hecho algo que la ley prohíbe, que altera el orden, las buenas costumbres, por hacer algo incorrecto. De comprobarse que Tom si había cometido el delito de violación, lo correcto y legal debió ser quitarle su libertad, pero al no ser así se comete un atropello a su derecho.

En el contexto de Tom y en sus condiciones de vida, la discriminación es un factor relevante. En el desarrollo de los hechos se evidencia que, por ser un hombre negro, su palabra es demeritada, no se da lugar a su valía como persona, solamente se aceptan los argumentos de la joven blanca para acusarlo. En un juicio actual este caso se desecharía por errores básicos de procedimiento; el relato de Matar a un ruiseñor contrasta enormemente con lo que hoy en día se reconoce como derechos de todas las personas por el simple hecho de serlo.

Ahora bien, ¿por qué es importante una defensa? Pues porque también es un derecho de toda persona acusada. Sólo los abogados titulados están autorizados a realizar este trabajo. Es importante revisar y examinar todo: tiempo, lugar y modo, situaciones que Atticus realiza a la perfección, no hay detalles que se le escapen, incluso el pronóstico del veredicto.

Entre el blanco y el negro hay matices, los mismos que identifican a los seres humanos, como las buenas intenciones y la lucha por el bien, hasta los más oscuros, como las mentiras, el afán por perjudicar a otros y el sentido de venganza por propia mano; todo puede pasar por una amplia gama de tonalidades y para su interpretación están los diálogos y discursos, de los cuales Matar a un ruiseñor es muestra de maestría. Resulta ampliamente aleccionadora, por lo que es muy recomendable verla.

Para una muestra baste la siguiente frase: “Mantén tu cabeza en alto y baja tus puños. No importa lo que te digan los demás, no permitas que te provoque. Intenta pelear, con tu cabeza, por un cambio”.

De esta película pueden extraerse las siguientes reflexiones: el buen argumento predomina al prejuicio; los derechos son iguales para todos, sin importar la apariencia; lo legal no siempre es justo y las buenas causas no están perdidas.

Sin duda es una gran obra que podría hacerte reflexionar, inspirarte a realizar o provocar un cambio positivo donde te encuentres; una película para compartir o consultar cuando requieras de inspiración.

Link para consultar esta película:
https://www.pbs.org/video/to-kill-a-mockingbird-1962-lnfoaz/

* Estudiante de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán. Integrante del programa Acatlán Contigo (Promotoría Cultural) 2024-1.

 

RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN:
PROFESOR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO.
EDITOR DEL BOLETÍN INFORMATIVO CINEADICTOS,
DE LA COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL DE LA FES ACATLÁN.
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POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

Durante más de tres décadas, la Muestra Internacional de Cine ha sido uno de los principales referentes entre los ciclos de cine de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, en gran medida porque el Centro Cultural Acatlán fue uno de los primeros recintos universitarios donde se comenzó a exhibir el circuito de la Muestra en la zona metropolitana.

Cada una de las ediciones permitió a diversas generaciones de acatlecos y de público externo, tener de cerca esa mirada especializada a lo mejor de las producciones recientes, premiadas o distinguidas, en los principales festivales dedicados a reconocer lo mejor del Séptimo Arte.

Cuestiones tecnológicas de exhibición y luego la pandemia por Covid 19, (con todas las consecuencias negativas de ese periodo), llevaron a la Coordinación de Difusión de la FES Acatlán a tomar la decisión de quedar fuera del ciclo de exhibición de la Muestra Internacional de Cine.

Este año ha sido posible volver a tener en el Campus lo mejor del cine a través de la Muestra e indudablemente los siete títulos que llegan a la sala del Teatro Javier Barros Sierra contribuyen a educar, forman gustos y, sobre todo, público que aprecia el cine de excelencia.

Con estas proyecciones se busca refrendar el compromiso, con espectadores nuevos y experimentados, para que se asombren a lo más reciente, lo más célebre o lo más polémico de la industria cinematográfica internacional.

La selección de filmes de la edición 75 de la Muestra Internacional de Cine se encamina a generar el debate con objeto de entender mejor los conceptos que definen a la sociedad. Cineastas nuevos y consagrados se han dado a la tarea de enfrentar los cambios de una industria obligada a adaptarse a diversas realidades, entre ellas los gustos del público cinéfilo y la evolución narrativa.

Las y los realizadores, como se podrá apreciar en cada uno de estos filmes, ahora han debido sumergirse en procesos que ayuden a desarmar conceptos que antes se creían absolutos o tajantes, como en los casos de familia, moralidad, éxito y amor; han comprendido que es momento de retratar, con nuevas historias, ya sea de manera sorprendente o por el contrario, con absoluta sobriedad y claridad discursiva, cuestionamientos sociales, filosóficos e incluso políticos.

En Pequeños peces la belleza se centra en la sencillez, en la renuncia a escenografías y en la historia de tres personajes protagónicos que brillan, que sorprenden por las relaciones que los conectan, que crecen y se desarrollan a lo largo de una especie de montaña rusa donde van emergiendo sus verdaderas naturalezas y motivaciones.

Valentina o la serenidad va de lo individual y lo pequeño a lo colectivo y universal. Cuenta una historia desde la óptica infantil, sin melodramas. Se sostiene en su propio tiempo, en el libre tránsito de los sentires, la muerte, el duelo y la desesperanza. Ritmos pautados enmarcan una tristeza que no carcome ni sepulta, pero sí aletarga.

El maestro jardinero refrenda el estilo de un director para el que redención, peligro, amor y tormentas personales dan sentido a su cine. Es el cierre de una trilogía de historias de hombres de mediana edad torturados por su pasado, que resulta en una experiencia enriquecedora, muy encaminada a satisfacer a espectadores exigentes.

La frontera verde nos recuerda que lo menos que podemos hacer por los miles de migrantes que salen de sus países buscando un mejor futuro, es saber de ellos, atestiguar su resistencia y lo que enfrentan para atravesar bosques, ríos, mares y desiertos; reconocer que son víctimas de perversos políticos, descubrir las metáforas que esconden violencia y muerte.

Joyland proviene de un país con valores ultraconservadores y destaca por un estilo visual que resulta cautivador; también por asumir un compromiso social y mostrar la disidencia sexual, los discursos de identidad de género y la confusión de roles.

Aquí no hay villanos ni opresores, solamente un mundo incierto en estado de transición social y generacional. Una historia equilibrada en diversión y tristeza, cine queer matizado, más ocupado en los detalles del deseo transgénero.

Culpa y deseo encuentra sus referentes en otras películas que se centran en las relaciones de hombres jóvenes con mujeres mayores, sin enfrascarse en la tragedia de Edipo. Es una versión en más atrevida en la forma en que deja de lado el aspecto moralista y convencional, en la negativa de su directora por culpar a cualquiera de las partes involucradas.

Desafía la óptica masculina y privilegia el placer femenino desde la postura de la protagonista, que añade su experiencia personal y profesional para salirse con la suya y, de paso, como si pidiera al público espectador que se identifique primero con su crimen y luego con el encubrimiento, sabiendo premeditadamente que goza de una intimidad ilícita y racionalizada.20,000 especies de abejas es, ante todo un estudio sobre la familia y sus dependencias; un filme que arma un relato emocionante y tierno imitando la delicadeza de una abeja en busca de polen.

Observa el microcosmos de mujeres de varias generaciones ocultando momentos turbios de su pasado, acostumbradas a la inercia de la vergüenza y el pudor que les impide vivir plenamente. Ahora deben enfrentar con valentía un gran cambio, el de una de sus integrantes que asume una nueva identidad de género.

 

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El cine francés, entre los de mayor seriedad mundial

POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

Parafraseando uno de los títulos que integran la edición 27 del Tour de Cine Francés, Un trabajo serio, la industria cinematográfica de Francia representa “un trabajo muy serio”, debido a su importancia en términos económicos. Como referente, tomemos nota del reporte 2022 de Unifrance (posterior al fin de ciclo de la pandemia) que revela ganancias por 167,4 millones de euros en el extranjero, los que se deben sumar a los 367,5 millones de euros obtenidos ese mismo año en el mercado interno, donde el número de espectadores se sitúa en 59,1 millones. Ganancias más que atractivas como modelo de negocio.

Como podrán apreciar, amables lectores, no es casualidad que la presencia de esta filmografía nos acompañe año tras año, pues Francia, además de ser la cuna del cine, es uno de los países donde mejor está regulada la producción de la industria del entretenimiento, a la que se le da toda la seriedad que requiere y no dádivas ni apoyos pírricos.

Las autoridades de Cultura y del Centro Nacional del Cine y la Imagen Animada, que desde 1946 es el organismo del Estado encargado de implementar un política pública al servicio de la diversidad cultural y la prosperidad económica, así como financiar la producción cinematográfica y audiovisual, lejos están de ceder a presiones de grandes empresas como Disney, que este año ha querido obligarlos a reformar las leyes de distribución, “amenazando” con estrenar directamente en streaming sus películas más importantes a menos que se reformen las reglas del “juego”.

Para Francia, país que siempre ha preponderado su identidad cultural, en este negocio hay mucho qué ganar y poco qué ceder ante las grandes empresas productoras. Baste recordar que en 2020 se realizó una reforma general del sector audiovisual para equilibrar las inversiones de las plataformas de streaming en producciones locales: esta medida fue equiparable en importancia a la ley sobre venta de libros de 1981, orientada a proteger a los pequeños libreros, fijando el precio único en todo el país.

América Latina representa, para la industria cinematográfica de Francia, alrededor del 12 por ciento del mercado extranjero; México encabeza la región, seguido por Bolivia, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, países donde son atractivas aventuras, comedias, animación, dramas, thrillers, fantasía, terror, ciencia ficción, biopics, cine bélico, historia y documentales provenientes de la filmografía francófona.

La edición 27 del Tour de Cine Francés, como ya es costumbre, es el resultado de una exigente curaduría que permite exhibir en México los mejores títulos de reciente estreno.

En la Facultad de Estudios Superiores Acatlán se exhibirá Azúcar y estrellas, la cual ganó el Premio al Mejor Largometraje de la IX edición del Cinema Jove de Valencia, 2023.

Muy en el estilo de los sabores de la cocina francesa, que por momentos pueden ser muy intensos y en otras muy sutiles, el director Sébastien Tulard presenta los “ingredientes” de su película y deja en la critica la impresión de que le ha faltado el justo equilibrio para transmitir la pasión del protagonista por la elaboración de los alimentos, pues prepondera la belleza de la fotografía.

El libro de las soluciones se estrenó en la Quincena de los Cineastas, en el Festival Internacional de Cine de Cannes 2023.

Michel Gondry refrenda la confianza que le caracteriza al momento de hacer lo que le de la gana sin importar el qué dirán e integra una oda a las distracciones, a esa necesidad de dejar pasar el tiempo para ver si llega la inspiración o seguir dejando más proyectos archivados, pues sugiere que en esos pendientes, más que en las cosas terminadas, es donde se pueda encontrar el alma del artista.

Recuerdos de París fue seleccionada para la Quincena de los Realizadores del 75? Festival de Cannes.

A la directora Alice Winocour se le ha reconocido por su capacidad para mostrar una desgarradora historia con la mayor sencillez posible, por utilizar un diseño de sonido estridente en lugar de imágenes espeluznantes con objeto de transmitir el horror durante un ataque armado; también por el atinado uso de puntos ciegos, los cuales resultan clave para desorientar a la protagonista y al público espectador.

Un trabajo en serio se presentó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Thomas Lilti vuelca nuevamente su interés en personas que brindan su servicio a la sociedad, en este caso los profesores de escuelas de educación pública, a quienes rinde homenaje con un puntual retrato de las otras caras de su profesión.

Miente conmigo ha recorrido diversos festivales en las secciones LGBTI+, destacando en el Festival Internacional de Cine de Mallorca y recientemente en el Mumbai International Queer Film Festival 2023.

Olivier Peyon constata, con esta adaptación, que la homofobia persiste. Muestra un poco de historia y sumerge a su protagonista en recuerdos, felices y dolorosos, para ofrecer un retrato realista.

Un nuevo comienzo presenta a una pareja en la plenitud de su vida que deben reencontrarse y dar sentido a su existencia.

 

Mi crimen es una de las películas más interesantes del cine actual, por la lista de histriones consagrados, con el sello de François Ozon y con la cual cierra este Tour en el Teatro Javier Barros Sierra.

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La Universidad Nacional Autónoma de México, a través de Cultura UNAM y la Dirección General de Actividades Cinematográficas, presenta la Gira del Festival Internacional de Cine UNAM FICUNAM 2023, conformada por 25 títulos nacionales e internacionales.

La decimotercera edición ofrece una gran variedad, dividida en diferentes secciones, cuyo objetivo principal es mostrar distintas formas de contar historias, así como presentar vertientes del lenguaje cinematográfico.

La Gira FICUNAM 2023 se exhibe en diversas sedes, tanto de México como de otros países, durante los últimos cuatro meses del año, en foros alternativos, salas de arte, cineclubes, espacios públicos y, por supuesto, en recintos culturales de la Máxima Casa de Estudios.

Como ya es una tradición, el Centro Cultural Acatlán se suma a este esfuerzo de difusión del séptimo arte con la presentación de: La Colonial y M20 Matamoros Ejido 20.

Este encuentro representa para el público universitario un espacio excepcional para apreciar cine de arte y difícilmente será posible apreciarlo en salas del circuito comercial. Celebremos que nuestra Facultad recibe este tipo de propuestas, las cuales contribuyen en la formación integral de nuestra comunidad estudiantil y enriquecen las experiencias de la comunidad externa aledaña.

21 de noviembre  .  13:00 horas   .  Auditorio Miguel de la Torre

LA COLONIAL
Dirección: David Buitrón Fernández
México, 2022, 70 minutos

La historia se sitúa en una de las colonias más antiguas de la Ciudad de México, La casa colonial se convierte en una especie de refugio para aquellos que, ante la adversidad, marginación y soledad han hecho de sus paredes y techo su hogar.

Recrea el día a día de hombres que trabajan y deambulan por la gran urbe, sin tener un lugar fijo a donde pernoctar. Se trata de una estampa cautivadora, cruda y nostálgica de la sociedad contemporánea, filmada en blanco y negro, con lo que se busca capturar la esencia de la vivienda y sus habitantes. Una eficaz manera de trasladar la estética del pasado al presente, otorgándole a la película un sentido evocador a la Época de Oro del Cine en México.

21 de noviembre  .  18:00 horas   .  Auditorio Miguel de la Torre

M20 MATAMOROS EJIDO 20
Dirección: Leonor Maldonado
México, 2023, 87 minutos

Retrato de la vida de los habitantes de Matamoros, Tamaulipas, ciudad envuelta en la falta de oportunidades, corrupción política, migración y presencia del crimen organizado en colonias y barrios donde ciudadanos se aferran a la posibilidad de una vida mejor.

Muestra el trabajo de un grupo de danzantes que, con sonaja en mano, baila al ritmo pulsante de los tambores, recuperando el espíritu de la danza prehispánica. Sus integrantes se congregan para liberar la carga emocional que traen consigo, en un intento por darle un sentido diferente al lugar donde habitan y a los estereotipos masculinos que los definen. Visibiliza a la danza como el camino para encontrar la sanación al daño provocado por la violencia, en la frontera norte de nuestro país.

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POR  NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

El público cinéfilo de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán tuvo el primer acercamiento con el Tour de Cine Francés en México a partir de la sexta edición. Era el año 2002. En esa época el Centro Cultural Acatlán contaba con una amplia oferta en la exhibición del Séptimo Arte y no obstante las múltiples opciones, de inmediato acaparó la atención de espectadores, tanto universitarios como público aledaño, que buscaban una manera diferente en la manera de contar historias para la pantalla grande.

Pronto, por la calidad de directores, histriones y realizadores en general, se afianzó como uno de los encuentros fílmicos más exitosos, así como un referente de los ciclos de cine que caracterizan el último trimestre de actividades en nuestro Campus.

De diversas maneras hemos presentado a los lectores de este boletín informativo detalles del tradicional encuentro con lo más actual del cine galo, ya que el Tour siempre incluye filmes de reciente estreno comercial, pero haciendo énfasis en que se trata de ejemplos selectos de una filmografía rica en contenidos y estructuras narrativas que resultan de una forma diferente de producir, exponer y contar interesantes historias, desde comedias ligeras o con cierta simpleza, pasando por complejos trhillers, sin dejar de lado dramas ficticios o basados en hechos reales.

No podemos pasar por alto la importancia de exhortar a valorar una y otra vez, de la manera más puntual, lo que representa la posibilidad de tener en casa este acercamiento con la cultura francesa en una de sus formas más sublimes: el cine.

Nunca debemos pasar por alto que fue precisamente en Francia donde nació el cine en 1896 y que en ese país la producción de todo tipo de filmes siempre tiene repercusión en el ámbito internacional.

Por momentos la cultura francesa puede parecernos lejana (en gran medida por la gran influencia de Hollywood y sus múltiples productos de entretenimiento), pero Francia cuenta con una oferta muy variada en cine, gracias a que su gobierno apoya a esta industria y abundan los ejemplos tanto de productos comerciales, como del cine de autor.

Para los organizadores, la Embajada de Francia en México y en particular para Nueva Era Films, teniendo a la cabeza a Leopoldo Jiménez, estas 26 ediciones representan la posibilidad de compartir con muchas personas este deleite para los sentidos y recordar las razones para coincidir en este encuentro: el amor al cine y el placer de verlo en la pantalla grande.

En esta edición, la numero 26, la selección de los títulos y la variedad de géneros asegura una experiencia inolvidable, que invita a no perderse ninguna de las películas:

Sylvie Ohayon, más conocida por una sólida trayectoria como escritora de novelas, se adentra en el mundo del cine con Alta costura.

Louis-Julien Petit, director que trabaja continuamente desde 2009, presenta una comedia con tintes dramáticos en La brigada de cocina.

Emmanuel Mouret posee una sólida trayectoria y estilo que se centra en dar suma importancia al lenguaje e incluso, por los diálogos que utilizan sus personajes, ha sido catalogado como “barroco en lo verbal”. Debutó en el 2000 y su más reciente trabajo Crónica de una relación pasajera, reitera su interés continuo en abordar la comedia romántica.

Cédric Klapisch es, sin duda, uno de los realizadores más frecuentes en el Tour de Cine Francés. De él recordamos títulos como Mi vida es un rompecabezas (2013), El viñedo que nos une (2017), Alguien, en algún lugar (2019) y ahora En movimiento, donde aborda un drama en el que no falta ese enfoque de comedia humana que caracteriza su estilo en el que guía a su protagonista para recuperar el camino del éxito y el autodescubrimiento.

Jérôme Salle se ha centrado en explorar el cine de acción, de suspenso e intriga. Kompromat no es la excepción. Resulta sorprendente que se base en un hecho real dramatizado y cuente con la interpretación del destacado histrión Gilles Lellouche.

A Louis Garrel se le reconoce más por su trabajo como actor en títulos como Los amantes regulares (2004), encarnando en 2014 al icónico diseñador Yves Sant Laurent y Un hombre fiel en 2018. Muchas de las películas que dirige también las protagoniza y La cruzada, una comedia ligera, no es la excepción.

Finalmente veremos el trabajo de Clovis Cornillac, conocido en México por Me quiere, no me quiere de 2005. Se trata de otro intérprete que protagoniza sus propios filmes. El mundo según Pierre le sirve para abordar temas serios, envueltos en comedia y fantasía.

El Tour de Cine Francés fue creado en 1997 y a lo largo de estos 26 años de presentaciones ha traído a México 189 películas que han mostrado en nuestro país lo mejor de la cinematografía contemporánea francesa, en su idioma original con subtítulos en español.

Es tiempo de refrendar el compromiso de los cinéfilos de la FES Acatlán para mantener este tradicional encuentro.

 

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RESPONSABLES DE PUBLICACIÓN: JOSÉ ALFREDO FLORES ROCHA Y NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

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REPONSABLE DE PUBLICACIÓN: NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

Toda una semana de cine “Macabro” en la FES Acatlán, del lunes 21 al sábado 27 de agosto, promete dejar satisfechos a los cinéfilos que gusten de apreciar historias centradas en ficciones futuristas distópicas.

Como los organizadores de la edición 21 del Festival Internacional de Cine de Horror Macabro explican, este año, para los aficionados el reto es conocer o reconocer, según sea el caso, películas clásicas y de culto, historias de terror, fantasías oscuras, thriller y mucha ciencia ficción.

En el caso de los títulos clásicos y de culto, seguramente será una experiencia muy significativa para quienes tuvieron oportunidad de ver esos títulos previamente y ahora las disfrutaran con esa perspectiva que solamente aporta el paso del tiempo.

A nuestro Campus llega una selección de los filmes que integran Macabro 2022, provenientes de producciones mexicanas, de Estados Unidos, Francia, Polonia, España, Dinamarca, Canadá, Bélica, Gran Bretaña, Sudáfrica, Checoslovaquia y Rusia, muchas de ellas de los acervos de la Filmoteca de la UNAM y de la Cineteca Nacional.

Queda aquí la invitación a consultar cada una de estas obras cinematográficas y actividades que seguramente serán enriquecedoras para la formación de los estudiantes y atractivo entretenimiento para nuestra comunidad y público aledaño.

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RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN: NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

Luego de una pausa obligada durante dos años, por la contingencia sanitaria, vuelve a la Facultad de Estudios Superiores Acatlán la Muestra Fílmica de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), institución que, debemos recordar, fue creada formalmente a partir del 27 de marzo de 2019 y tiene su antecedente en el CUEC, escuela de cine que logró reconocimiento internacional por haber sido la más antigua de América Latina y formar, desde 1963, a importantes directores(as) y expertos(as) en la realización cinematográfica.

No es aspecto menor reiterar que por las aulas y clases del CUEC pasaron Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki, Jorge Fons, Jaime Humberto Hermosillo, Mitl Valdez Salazar, María Novaro, Marcela Fernández Violante, Graciela Iturbide, Paulina Lavista, Carlos Markovich, Luis Estrada, Alejandro Gamboa, Fernando Eimbcke, Julián Hernández, Alfredo Joskowicz, Ernesto Contreras y Carlos Bolado, entre muchos otros(as); todo(as) ellos(as), referentes obligados de las películas que han marcado la realización del cine mexicano..

Gracias a la formación que lograron en el CUEC consolidaron sus trayectorias profesionales. A muchos de ellos y ellas el público cinéfilo y diversas generaciones de universitarios los conocieron por primera vez en la muestra fílmica que, desde 1986, organizó anualmente el CUEC, de manera ininterrumpida, para someter al escrutinio público los trabajos realizados por sus estudiantes, como parte de un proceso académico.

Ahora, oficialmente se presenta este encuentro como la 25ª Muestra Fílmica de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM y, como de costumbre, integra los trabajos de futuras promesas de la cinematografía. Como siempre, la invitación se centra en acercarse a las propuestas más recientes de cortos y largometrajes.

La cita en la FES Acatlán es del martes 16 al viernes 19 de agosto, en el Teatro Javier Barros Sierra. Durante cuatro días se podrán apreciar 36 cortometrajes y tres largometrajes, distribuidos en ocho programas, con una duración promedio de una hora 40 minutos cada uno. Después de dos años de ausencia, es momento de conocer lo realizado por las y los estudiantes de cine. Sin duda se trata de ejercicios que han observado de otra manera el cine, sin atender solamente las tendencias del Séptimo Arte como entretenimiento e invitan a contemplar temas que interesan a la sociedad mexicana.

 

 

 

 

 

 

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POR LETICIA URBINA ORDUÑA *

Creado en diciembre de 1895, el cine llegó a México apenas nueve meses después, en agosto de 1896, de la mano del gobierno de Porfirio Díaz, admirador de Francia y sus adelantos, –el dictador de origen oaxaqueño se convirtió en el primer Jefe de Estado del mundo en ser captado por las cámaras de cine– y por ende no existían construcciones apropiadas para la exhibición cinematográfica.

La primera función fue para Díaz, su familia y algunos de los políticos más cercanos a él en el Castillo de Chapultepec, pero la primera proyección pública ocurrió el 14 de agosto en el sótano de la Droguería Plateros, farmacia que debía su nombre a la calle donde se encontraba y que hoy es Madero. Más tarde ese lugar se convertiría en uno de los sitios de exhibición más importantes: El Salón Rojo.

Cuando el cine comenzó a popularizarse, hubo que improvisar espacios cinematográficos. En Monterrey por ejemplo, aparecieron los llamados cines-terraza, en los que el patio de una vivienda se adaptaba para ver películas mudas, y los espectadores debían asistir con su propia silla, si querían sentarse.

En Morelia se habilitaron dos enormes casonas virreinales donde se colocó un telón para proyectar y bancas en el patio, sitios que luego se denominarían Salón París y Salón Cine. En poblaciones menores simplemente se buscaba una buena pared donde proyectar en alguna plaza o jardín, costumbre que subsiste aún en las poblaciones más desfavorecidas.

En la Ciudad de México lo hizo la Cigarrera El Buen Tono, que se encontraba a un costado de La Alameda central y que en las noches proyectaba –con intenciones propagandísticas– funciones gratuitas en su propio muro.

Héctor Azar, el fundador de todas las instituciones teatrales del Siglo XX en México, definió al cine como “teatro más tecnología”. Y fue así no sólo en el aspecto dramático sino también en el arquitectónico, por lo menos al principio.

En la Ciudad de México había ya una buena cantidad de teatros, que por su aforo tenían la capacidad de recibir público de manera masiva. Teatros como el San Juan de Letrán, el Principal, Nacional, Apolo y el Arbeu abrieron sus salas al nuevo medio de entretenimiento.

En algunas de las principales capitales de la provincia se imitó la experiencia. Los teatros Limón, de Xalapa; Degollado, de Guadalajara; Macedonio Alcalá, de Oaxaca; Peón Contreras, de Mérida y Ocampo, de Morelia entre muchos otros, fungieron como salas de cine hasta que surgieron edificios expresamente hechos para las proyecciones.

Hoteles y conventos no escaparon al encanto del celuloide. Los primeros hallaron en la exhibición de películas un plus para atraer huéspedes. Emblemático entre ellos fue el cine Regis, desaparecido junto con el hotel homónimo, que se derrumbó en el terremoto de 1985. En Morelia el Hotel de La Soledad creó Cinelandia, cuyo objetivo era entretener al público infantil.

En cuanto a los conventos, muchos habían sido secularizados por Benito Juárez y el tamaño de sus patios permitía llenarlos de sillas para improvisar una sala. Ello había comenzado a ocurrir en el Siglo XIX al convertirlos en teatros como el Arbeu, antes templo de San Felipe Neri o el exconvento de Jesús María y el de San Jerónimo, que luego serían los cines Progreso Mundial e Imperial, respectivamente.

Para 1903, cuando se construía Bellas Artes, su arquitecto, Adamo Boari, previó que el cine podría requerir ese espacio, por lo que lo diseñó con una cámara de proyección. En 1906 ya se empezaban a construir cines, mientras que en las colonias populares se alzaban jacalones enormes de manera apresurada. La improvisación de los primeros espacios cinematográficos apenas si superó una década que interrumpió la Revolución Mexicana, tras la cual hubo una orgía constructora que dotó a México de salas monstruosas, que llegaban a albergar a 7,500 espectadores por función.

* Maestra en Estudios México Estados Unidos por la UNAM y doctorante en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesora de la licenciatura en Comunicación en la FES Acatlán.
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POR MARIO ANDRÉS BANDA FRANCO *

En la historia del cine mexicano, la década de los años 30 del siglo pasado representó el punto de partida del proceso de industrialización, al pasar del Maximato al Cardenismo, pues fue cuando dejó de ser un fenómeno curioso para convertirse en promisoria industria cultural.

En esa época, el país contaba con una estabilidad económica gracias a la política de nacionalización petrolera del presidente Lázaro Cárdenas y se introdujo el sonido a las películas, lo que favoreció el afianzamiento del Séptimo Arte en México, con la incorporación de elementos artísticos y técnicos en idioma español, aunado a la aparición de recursos humanos y materiales.

Las primeras casas productoras recurrieron a experimentos fílmicos, tomando como referencia las escuelas de Hollywood y de Europa (particularmente la proveniente de Italia), para construir un modelo similar, pero “mexicanizándolo”.

Algunas cintas referentes de esa época son: Santa (Antonio Moreno, 1931), ¡Qué viva México! (Sergei Eisenstein y Grigori Aleksan-drov, 1932), Dos monjes (Juan Bustillo Oro, 1934) y Vámonos con Pancho Villa (Fernando de Fuentes, 1936).

Con la época de oro del cine mexicano, en la década de los años 40, se evidenció el rápido avance en el proceso de esta industria, pues en solamente una década ya se podía competir con el gremio latinoamericano y con algunas de las empresas más desarrolladas de es periodo.

La producción de películas fue regular y estable teniendo, en promedio, 75 cintas por año. Mejoró la producción de filmes nacionales, los cuales incrementaron su duración, la estructura del discurso fue más completo en los diálogos y se puso mayor atención a componentes como la banda sonora, la musicalidad, las letras. Los efectos especiales se presentaron en armonía con el conjunto global de las escenas.

En esa etapa vieron la luz cintas consideradas de culto: Ahí está el detalle (Juan Bustillo Oro, 1940), Cuando los hijos se van (Juan Bustillo Oro, 1941), Enamorada (Emilio Fernández, 1946), Allá en el rancho grande (Fernando de Fuentes 1948), Nosotros los pobres (Ismael Rodríguez, 1948) y Los tres huastecos (Ismael Rodríguez 1948).

Para las décadas de los años 50 y 60, con la industrialización del país y el crecimiento de las grandes ciudades, los temas urbanos también fueron apareciendo, con historias propias de las metrópolis, como los pobres de las zonas marginales, rumberas y la vida de noche.

Mayor permisividad temática por parte del gobierno llevó a los productores a aprovecharse al máximo de esta situación, por lo que recurrieron de inmediato a los albures, desnudos, sexualidad explícita y temas afines.

La calidad de las producciones disminuyó, convirtiendo al cine nacional en un negocio barato y rentable. Ejemplo de esto son títulos como: Santo contra el cerebro del mal (Joselito Rodríguez, 1958), Los caifanes (Juan Ibáñez, 1968), Hasta el viento tiene miedo (Carlos Enrique Taboada, 1968) y Modisto de señoras (René Cardona Jr., 1969).

Con la llegada de José López Portillo a la Presidencia de la República el Estado comenzó a cometer severos errores en la administración de la producción cinematográfica. El mandatario impuso a su hermana, Margarita López Portillo, al frente del Centro de Capacitación Cinematográfica y también de la Cineteca Nacional. Su labor como funcionaria fue desastrosa, no tenía idea clara de la dirección que requería la industria nacional en cine ni de lo que necesitaba el país en materia de entretenimiento de masas.

Cuando el Estado entró en recesión económica, a partir de 1980, cedió casi en su totalidad el control de la industria cinematográfica a los particulares y fue el turno de Televisa con su división especializada llamada Televicine, empresa que recurrió a explorar guiones con temas familiares o para todo público, biografías de las que en aquel momento eran sus “estrellas” y temas populares, argumentando que “al público hay que darle lo que pide”.

En esta etapa surgieron: Mecánica nacional (Luis Alcoriza, 1971), El miedo no anda en burro (Fernando Cortés, 1976), El patrullero 777 (Miguel M. Delgado, 1979), El Chanfle (Enrique Segoviano, 1979) y Rojo amanecer (Jorge Fons, 1989).

Los sindicatos de trabajadores del cine se agrupaban en la Unión de Trabajadores de Estudios Cinematográficos de México (UTCM), que se afilió a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de este modo se le dio formalidad al trabajo cinematográfico del país.

En 1988 se creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y con ello diversas empresas paraestatales que, poco a poco se irían fusionando o vendiendo, dieron paso el Centro de Capacitación Cinematográfica, el IMCINE y lo que hoy queda de los Estudios Churubusco.

Hasta los primeros años del nuevo milenio, la producción cinematográfica nacional presentó una caída constante, promediando de 10 a 15 cintas por año. De esa época son: Cabeza de vaca (Nicolás Echavarría, 1990), Como agua para chocolate (Alfonso Arau, 1992), Profundo carmesí (Arturo Ripstein, 1996), La ley de Herodes (Luis Estrada, 1999) y Sexo, pudor y lágrimas (Antonio Serrano Argüelles, 1999).

Para la llegada de los años 2000 la industria cinematográfica enfrentó nuevos retos como el potencial de distribución y consulta por Internet, de la televisión, de los formatos digitales alternativos o distintos al DVD y de la llamada “piratería”, entre otros.

Sin embargo, con el inicio del nuevo milenio ya era inevitable que los realizadores de cine nacionales dispusieran de capacidad técnica e incluso creativa para aportar mejores contenidos.

Entre las cintas icónicas de esta fase encontramos los ejemplos de: Amores perros (Alejandro González Iñárritu, 2000), El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001), Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001) y Matando cabos (Alejandro Lozano, 2004).

El cine mexicano es reconocido por las aportaciones de directores(as) que presentan historias y producciones de primer nivel. A los nombres de González Iñárritu, Del Toro y Cuarón es necesario sumar a Carlos Reygadas, Amat Escalante, Tatiana Huezo, Carlos Bolado, Carlos Carrera, María José Cuevas y Natalia Beristáin, entre otros(as). Los desafíos presentes son el manejo de las nuevas formas de consumo y la mejora de experiencias.

Sin duda, la industria cinematográfica mexicana tuvo y sigue teniendo que afrontar la competencia con el mercado norteamericano, principalmente, sin embargo, necesita ser más organizada para recobrar el rumbo y capitalizar sus propios productos fílmicos al interior del país y el extranjero, de manera creciente y seriada para volver a posicionarse como el principal referente latinoamericano.

* Egresado de la Licenciatura en Comunicación en la FES Acatlán y prestador de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural, generación 2021-II.
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CineAdictos, publicación periódica de la Coordinación de Difusión Cultural, nació en noviembre de 2000. Incluye reseñas de películas, trayectorias de actores, directores, críticas, comentarios sobre los principales festivales, entrevistas, avances técnicos y aspectos de los distintos géneros cinematográficos. El material impreso se distribuye entre la comunidad de la FES Acatlán; a partir del semestre 2015-II extiende sus alcances con el blog de CineAdictos. Espacio abierto a los interesados en la divulgación del séptimo arte.

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