POR JOSÉ ALFREDO FLORES ROCHA
A las seis de la tarde se levantó de la cama y se puso los zapatos y la corbata. En el baño se echó agua en la cara y se peinó el cabello corto y negro. No tenía por qué rasurarse; nunca había tenido mucha barba y una rasurada le duraba tres días. Se puso una poca de agua de Colonia Yardley, volvió al cuarto y del buró sacó la cuarenta y cinco. Revisó que tuviera el cargador en su sitio y un cartucho en la recámara…El saco era nuevo y el sastre había hecho un buen trabajo; casi no se notaba el bulto de la pistola bajo el brazo, sobre el corazón.
El complot mongol
Rafael Bernal (1969)
Durante décadas, el cine ha basado sus guiones en la literatura. En nuestro país no son pocas las obras que han sido llevadas a la pantalla grande, no todas con éxito. Sin embargo, haciendo un repaso breve de la cinematografía nacional, encontramos casos notables.
Basta recordar la novela Los bandidos del Río Frío, de Manuel Payno, adaptada dos veces. La mítica cinta Santa, llevada al cine en cuatro ocasiones; Los de abajo, de Mariano Azuela, sin dejar de lado La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán.
En la segunda mitad del siglo XX destacan: Ensayo de un crimen, de Rodolfo Usigli, llevada al cine de manera magistral por el director español Luis Buñuel. Y qué decir de Macario, obra literaria de Bruno Traven adaptada en 1960 o de Pedro Paramo y El gallo de oro del gran escritor Juan Rulfo.
A la lista se deben sumar Aura y Gringo viejo, ambas de Carlos Fuentes; La feria, de Juan José Arreola; Los albañiles, del escritor y dramaturgo Vicente Leñero; Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro; El apando, de José Revueltas; Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia; Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta, hasta llegar a la multipremiada Como agua para chocolate, de Laura Esquivel y dirigida en cine por Alfonso Arau.
A las obras antes citadas es inevitable sumar ahora El complot mongol (1969), destacada novela policiaca y punta de lanza en la historia literaria de nuestro país, al inaugurar la denominada novela negra mexicana, llevada a la pantalla grande por primera vez en el año de 1978 por Antonio Eceiza.
En 2019, el realizador y guionista Sebastián del Amo regresa con una nueva versión que resulta un bálsamo en la cartelera de primavera, una luz al final del túnel que intenta posicionar al cine nacional en las marquesinas de las grandes cadenas exhibidoras, ante la abrumadora presencia de los estrenos de películas de superhéroes de corte internacional.
La cinta respeta, en esencia, el argumento central de la novela de Rafael Bernal. A unos días de su estreno ha despertado entre la crítica versiones encontradas.
Para quienes hayan leído la divertida y picante novela será una versión que se toma sus licencias literarias para provocar en el espectador la carcajada fácil. Sin embargo, más allá de ello, descubrirán un tratamiento adecuado de la trama, con actuaciones por demás sobresalientes y una ambientación digna.
La historia policiaca y de intriga internacional se desarrolla en el barrio chino de la Ciudad de México, teniendo como marco la llamada Guerra Fría entre las dos súper potencias mundiales: Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.
En medio de todo este embrollo quedan Martita Fong, personaje interpretado por Bárbara Mori, quien resulta una grata sorpresa y el experimentado agente Filiberto García, encarnado magistralmente por Damián Alcázar, quien junto con agentes foráneos intentará descubrir el supuesto complot chino que tiene como misión asesinar al presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en su visita a México. En papeles especiales y secundarios destacan: Eugenio Derbez, Xavier López «Chabelo» y Hugo Stiglitz.
El complot mongol termina por rescatar no sólo lo mejor de la novela negra mexicana, sino uno de los géneros literarios que han quedado relegados por los productores y directores nacionales, que han centrado sus esfuerzos en comedias que dejan mucho que desear, con guiones hechos al vapor e interpretaciones de baja calidad.
Bienvenidos sean estos proyectos cinematográficos que intentan lograr un producto de calidad, que si bien no tiene mayores pretensiones que la de entretener, también nos dejan un poco de ese México que parece olvidado, que se niega a morir en las cantinas, restaurantes, barrios y calles de la gran Ciudad de México.
Esta colaboración se publicó de manera impresa en mayo de 2019, edición 181 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.