Cine Adictos

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POR RAFAEL OROZCO FLORES *

La relación entre literatura y cine existe desde el nacimiento del llamado Séptimo Arte. A nivel internacional baste citar dos ejemplos: Frankenstein (J. Searle Dawley, 1910, Estados Unidos, 13 minutos) y La cabaña del tío Tom (Uncle Tom’s Cabin, Edwin S. Porter, 1903, Estados Unidos, 18:48 minutos), sobre las obras homónimas de Mary Shelley y Harriet Beecher Stowe. A nivel nacional podemos tomar como ejemplo La Parcela (José Manuel Ramos, 1921, México) y Santa (1) (Luis Peredo, 1918, México, 47 minutos), escritas por José López Portillo y Rojas y Federico Gamboa, respectivamente.

Más allá de los géneros, tanto literarios como cinematográficos, es posible señalar el punto evidente que los vincula: contar historias. Hacia 1903 el cine afrontó su primera crisis; en esa ocasión no se trató, como sucedería más tarde, de crisis financiera sino temática: los públicos pronto se cansaron de las películas que retrataban situaciones comunes como la llegada de los trenes, los juegos de cartas, las salidas de los obreros de las fábricas, entre otras.

Esto a pesar de que Georges Méliès seguía produciendo películas con historias fantásticas, muchas de ellas, como El viaje a la luna (Le Voyage dans la Lune, 1902, Francia, 14 minutos), basadas justamente en obras literarias. La referida crisis temática dio como resultado la búsqueda de nuevas historias que contar y es indudable que se revolucionó la concepción del cine como narrador.

Un ejemplo fue El gran asalto y robo al tren (The Great Train Robbery, Edwin S. Porter, 1903, Estados Unidos, 10 minutos) y La vida y pasión de Jesucristo (La Vie et la passion de Jésus Christ, Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet, 1903, Francia, 45 minutos). No solamente puede destacarse los trabajos individuales, que fueron cuantiosos, sino la adaptación de textos a manera de fuente de recreación cinematográfica, como diversos pasajes de la Biblia.

Evidentemente la relación fue copiosa y es importante puntualizar que aún en estos días la literatura sigue siendo una fuente argumental para el cine, o, dicho de otro modo: el cine se nutre constantemente de la literatura, clásica y contemporánea.

Los textos rulfianos

Como es sabido, Juan Rulfo, nombre con el que lo conocemos, nació en Sayula, Jalisco, en mayo de 1917. Realizó algunos trabajos “alimenticios” que complementó con su gusto por la fotografía y la escritura. En 1938 entra al Centro Mexicano de Escritores (2) y comienza a escribir cuentos que se publican en diversas revistas. El trabajo literario de Rulfo empezó a dejar marca en 1953 cuando aparece El llano en llamas, que es una colección de cuentos, y dos años más tarde, en 1955, aparece su novela Pedro Páramo.

Juan Rulfo es uno de los herederos más importantes de la literatura de la Revolución mexicana (3) y su obra ha influido también en escritores latinoamericanos, podemos mencionar a Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán, (4 y 5) en el caso referido a las influencias que pudo haber recibido, mientras que su obra se caracteriza en lo que el boom literario latinoamericano ha llamado “realismo mágico”. En este sentido, a decir del escritor Gustavo Tatis, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, tiene influencias muy marcadas de la obra de Rulfo, especialmente de Pedro Páramo. (6)

Con relación a los textos rulfianos, es conveniente deslindar dos aspectos: el Rulfo guionista cinematográfico y el autor de obras literarias sobre las que se construye el argumento de una película. En efecto, escribió para cine, además de autorizar la adaptación para películas y programas de televisión de obras que nacieron para ser leídas.

Rulfo y el cine

Muchos escritores, en algún momento de su vida, han incursionado en el cine. Evidentemente no lo digo como un acto indigno o que ser guionista sea vergonzante. Lo manifiesto por el hecho de que la literatura y el arte, al contar historias a través de las imágenes en movimiento, tienen vasos comunicantes de interés. Incursionaron en el guionismo cinematográfico Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti y muchos otros, y Juan Rulfo no fue la excepción.

El caso de Rulfo tiene particularidades. Debe recordarse que además de su oficio como escritor practicaba la fotografía y sus trabajos hablan de un sentido estético extraordinario que remiten al espectador a piezas clave de la cinematografía nacional.

Sostiene Víctor Jiménez (7) que en 1955 Rulfo realizó un trabajo de fotografía para la película El despojo (Antonio Reynoso, 1960, México, 12 minutos) y más tarde, en 1961, viajó por diversos pueblos de Jalisco con Carlos Velo con el objetivo, al parecer no manifiesto, de buscar locaciones para la primera versión de Pedro Páramo; Jiménez asegura que puede encontrarse en las fotos de Rulfo una estética visual similar a la que se aprecia en Pedro Páramo.

Fotografías de Juan Rulfo

Después de la publicación de sus dos obras emblemáticas, Rulfo resuelve aprovechar su conocimiento en la fotografía y su oficio de escritor para ponerlo al servicio de la cinematografía. Realizó algunos guiones y adaptaciones comerciales, además de fungir como “supervisor de verosimilitud histórica”, trabajo asignado por la Secretaría de Gobernación para evitar que, por ejemplo, los indígenas salieran sin huaraches en las películas, con la idea de proteger, así se puede entender, la imagen nacional. (8)

La filmografía de Juan Rulfo abarca más de 30 películas y trabajos televisivos. No abundaremos demasiado en detalles, pero vale la pena asentar tres modalidades de la participación del jalisciense en el cine: como guionista; autor literario y guionista aunado al de autor literario, que significa su participación en la adaptación al medio cinematográfico de sus cuentos o novela. Hay también un trabajo en el que su intervención adquiere un perfil especial: La fórmula secreta (Rubén Gómez, 1964, México, 42 minutos).

No es el propósito desarrollar una relación pormenorizada de todas y cada una de las obras cinematográficas en la que participó Rulfo; sin embargo, es importante hacer una categorización muy elemental, de tal suerte que podemos partir, de manera arbitraria, si se quiere, de tres categorías que se vinculan con la fuente de las historias.

Las obras que tomaron como base los cuentos de El llano en llamas son 12 películas, entre cortos y largometrajes, siendo la mayoría filmes que conservaron el nombre del cuento de origen. “Talpa”, por ejemplo, sirvió de base para dos cintas y las otras son “Diles que no me maten” (también hay dos versiones), “¿No oyes ladrar los perros?”, “El hombre”, “Luvina”, “La cuesta de las comadres”, “Paso del Norte” y “Macario”.

Hay tres películas que, con un nombre ajeno a las obras literarias, forman parte de esta filmografía: El rincón de las vírgenes (Alberto Isaac, 1972, México, 1 hora 33 minutos) que es la adaptación conjunta de los cuentos “Anacleto Morones” y “El día del derrumbe”; también podemos citar, con este carácter, la película Rulfo aeternum (Rafael Corkidi, 1992, México, 1 hora) que es una adaptación de “La herencia de Matilde Arcángel” y, finalmente, debe consignarse Purgatorio (Roberto Rochín, 2008, México, 86 minutos), que refiere los cuentos “Paso del Norte” (de El llano en llamas), “Pedazo de noche” y “Cleotilde”.

En una entrevista concedida para una cadena de televisión española, Juan Rulfo aceptó que rompió una segunda novela que escribió por considerarla de poca calidad, por lo que Pedro Páramo viene a ser, en los hechos, la única novela del originario de Sayula. Varias cosas hay que decir al respecto:

Son, hasta el momento, tres versiones cinematográficas de Pedro Páramo. La de Carlos Velo (1967), la de José Bolaños (1976) y la de Salvador Sánchez (1981). En 2007 varios medios informaron que el director español Mateo Gil (9) realizaría una cuarta versión con Gael García Bernal en el papel estelar, pero no hay información en las principales bases de datos que confirmen que la película se hizo.

Con respecto a esta obra no quiero dejar de consignar un dato curioso y que tiene que ver, por lo menos tangencialmente, con Rulfo. En los años 60, época que se reconoce como del boom de las historietas en México, Guillermo Zuvieta Vigil daba vida a Juan José Panadero “El Payo”, que en portada tenía como el subtítulo de “Un hombre contra el mundo”. Aunque no fue una historieta con ventas como otras de la época (“Lágrimas, risas y amor”, “Memín Pinguín”, “Kalimán”) si duró en el mercado varios años. Su popularidad alcanzó para que se hicieran tres películas de “El Payo”, teniendo como intérprete a Jorge Rivero.

En su libro “El Payo, o cómo escribo mi historieta”, Guillermo Z. Vigil acepta que Pedro Páramo inspiró la idea y su personaje, cuenta: “cómo es que el mágico, místico y a veces sepulcral ambiente de los relatos rulfianos inspiró la creación del pueblo de Vilmayo, con sus hacendados los Pesqueira, y sus héroes Juan José Panadero y Lupita, su mujer. Juan José, también conocido como El Payo, quien tiene el don de hablar con los muertos…” (10). Visto de esta manera, tomando en consideración la estética de la publicación y el sentido de su contenido, no sin cierto prurito puritano, podemos aceptar que El Payo se acerca, si tomamos en cuenta las declaraciones de Vigil, a la obra de Rulfo. Fueron tres las cintas en las que Juan José Panadero habla con fantasmas y con la muerte.

El resto de la producción fílmica basada en la obra de Rulfo tiene que ver con historias escritas para el medio como El despojo, Paloma herida, El gallo de oro y/o El imperio de la fortuna, Un pedazo de noche y Agonía, entre otras. El gallo de oro tuvo una segunda versión cinematográfica que con el título de El imperio de la fortuna (Arturo Ripstein, 1986, México, 135 minutos) y otra para la televisión colombiana titulada La caponera, con tres episodios.

Finalmente he de referirme a una de las películas que muchos han calificado como una de las más extrañas en la cinematografía nacional La fórmula secreta o Coca-Cola en la sangre (Rubén Gómez, 1964, México, 45 minutos). Aunque el argumento es de Santos Núñez (algunas fuentes le dan el crédito al propio Rubén Gómez) tiene un peso trascendente el texto de Juan Rulfo que lee el poeta Jaime Sabines. La película consta de una serie de imágenes aparentemente inconexas que exploran diversas situaciones sociales y culturales de México. Tiene ciertos toques de surrealismo y algunos guiños a El perro Andaluz (Luis Buñuel, 1929, Francia, 21 minutos).

Las imágenes están en contrapunto con el poema de Rulfo, que tiene una fuerza avasalladora. Mientras vemos parajes desérticos y personas de esos lugares, escuchamos la voz de Jaime Sabines que expresa:

Es un cliché cuando, al comparar los productos literarios con los audiovisuales, se afirma que el texto es superior a la película o la serie televisiva. Aunque puede haber honrosas excepciones y cineastas capaces de recrear cinematográficamente un texto, resulta ocioso la mayoría de las veces hacer una comparación.

Son dos medios y recursos distintos: el texto que apela a la experiencia o marco conceptual de los lectores, y las imágenes en movimiento, en las cuales la mayoría de las veces pesa más la función explicativa o vicarial de la imagen. Ciertamente los recursos con los que cuenta el cine pueden ser auxiliares, complementarios y enriquecedores, pero generalmente no alcanzan a competir con el poder imaginativo del proceso de la lectura. Tomo como ejemplo el cuento de Juan Rulfo “Macario”, que llevó a la pantalla Joel Navarro, en 2014.

El cuento está narrado en primera persona y el personaje relata parte de su vida, pasado y presente, narra la relación con su tía y su ayudante (Felipa). Poco a poco, conforme avanza el relato, se va construyendo a Macario en sus rasgos físicos y psicológicos, así como sus aspiraciones vitales. La película está narrada en primera persona a través de la voz en off y con algunos diálogos incidentales.

Lo visual queda supeditado al texto leído, es decir, lo que dice la obra literaria resulta, en la forma, igual que el cine, pero en el fondo la obra literaria pierde en esencia, pues ver las imágenes mengua el proceso creativo interior de acuerdo con nuestras experiencias, vivencias y lecturas.

Este proceso de confrontación entre lo que dice la obra y lo trasladado al medio audiovisual es complejo, tanto en la adaptación de los textos al medio, como la experiencia de los espectadores al ver la traslación a imágenes en movimiento. No solamente es con respecto a las obras de Rulfo, sino en general, sucede igual en El tambor de hojalata, La guerra y la paz y Como agua para chocolate.

¿Cuál es el problema de llevar a un medio audiovisual los textos de Rulfo? Para mí es la perfección de la narrativa textual, que no deja mucho lugar para la recreación, so pena de más bien conformarse con obras que sólo aspiran a acercarse a la grandeza literaria.

Dice Emilio García Riera respecto a Pedro Páramo “la película (de José Bolaños, 1976) acaba por dejar la impresión de que no es posible llevar al cine la gran obra de Rulfo: en realidad, la novela no cuenta tanto una historia como los ecos de una historia, y los ecos no son fotografiables”. (12) Ya antes, al referirse a la película del mismo nombre realizada por Carlos Velo en 1967, había expresado “Los fantasmas de la novela están vivos; los de la película, del todo muertos”. (13)

En todo este proceso de la combinación o adaptación de un medio a otro; de llevar un conjunto de palabras estratégicamente ordenadas a otro, en donde toman forma en acciones, imágenes, voces, sonidos y su manipulación por la técnica, no queda más que la confirmación de que cuando el hombre, como productor de satisfactores culturales intenta eso, es por un auténtico reconocimiento del valor de la literatura como manifestación superior del cine y en el caso que nos ocupa, la perfección manifiesta e imperecedera de la obra del escritor más importante de nuestro país.

  • Referencias:
    1. Esta versión de Luis Peredo es silente. Después se realizarían otras versiones: 1931, por Antonio Moreno, considerada como la primera película sonora mexicana –sin serlo-; 1943, por Norman Foster; y 1968, por Emilio Gómez Muriel.
    2. Anónimo. Juan Rulfo. Academia Mexicana de la Lengua. http://www.academia.org.mx/juan-rulfo.
    3. Ibidem.
    4. Ibidem.
    5. Los de abajo, de Mariano Azuela, guarda muchas similitudes con la narrativa rulfiana.
    6. La influencia de Juan Rulfo en “Gabo”. En: Pulso. Diario de San Luis Potosí. http://pulsoslp.com.mx/2017/03/19/la-influencia-de-juan-rulfo-en-gabo/.
    7. Jiménez, Víctor. Rulfo. Andanzas por el cine. En Luna córnea. México, CONACULTA, núm. 24, septiembre de 2002, pp.203-214.
    8. García Bonilla, Roberto. Juan Rulfo en el cine. En: Laberinto (on line). http://www.milenio.com/cultura/laberinto/juan_rulfo-cine-el_gallo_de_oro-pedro_paramo-llano_en_llamas-el_despojo-paloma_herida_0_921507967.html. Fecha de consulta: 12 de octubre de 2017.
    9. Anónimo. Llevarán al cine nueva versión de la novela Pedro Páramo. En: Crónica. http://www.cronica.com.mx/notas/2007/293222.html.
    10. Anónimo. Juan Rulfo centenario, caricatura homenaje. En: El metiche. http://elmeticherevista.blogspot.mx/2017/05/juan-rulfo-centenario-caricatura.html
    11. Arriaga, Emily. Juan Rulfo, guionista y promotor: La fórmula secreta. https://turkishtwilightsandrecklessnights.blogspot.mx/2017/05/juan-rulfo-guionista-y-promotor-la.htm.
    12. García Riera, Emilio. Pedro Páramo. En: Historia documental del cine mexicano, UdeG-CONACULTA-Gobierno de Jalisco-IMCINE, México, 1995, tomo 17, p. 313.
    13. García Riera, Emilio. Pedro Páramo. En: Historia documental del cine mexicano, UdeG-CONACULTA-Gobierno de Jalisco-IMCINE, México, 1995, tomo 13, p. 23.
* Maestro en Comunicación por la Universidad Vasco de Quiroga, A.C. Trabaja en la UMSNH, en la Coordinación de Investigación Científica.
 
RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN:
PROFESOR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO.
EDITOR DEL BOLETÍN INFORMATIVO CINEADICTOS,
DE LA COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL DE LA FES ACATLÁN.

POR JOSÉ MANUEL MORA MARTÍNEZ *

En la realización cinematográfica la iluminación representa uno de los aspectos más importantes, por ser el equivalente a la materia prima con la que trabajan los realizadores para lograr las escenas y los planos deseados, para que las cámaras capten exactamente lo que se ha conceptualizado para proyectar en la pantalla.

Existen dos tipos de luz: natural y artificial. La primera la genera algún agente luminoso como el sol, el fuego o algunas especies animales bioluminiscentes; la segunda es aquella generada por agentes artificiales como focos, lámparas incandescentes, láser y leds en las variantes frías, cuya luz puede ser manipulada de manera más precisa.

En la iluminación existe una magnitud con la que se puede medir la temperatura a la que se encuentra la fuente de luz: se trata de la escala Kelvin. La iluminación puede ir desde los mil grados kelvin, que comprenden las luces más amarillas, hasta los 10 mil o más, que comprenden las luces azules. En medio de éstas, alrededor de los cinco mil kelvin, se encuentran las luces blancas, es decir, que mientras más alto sea el número, más azul será la fuente de iluminación y viceversa, entre más baja la graduación, más amarilla.

Lo que se busca en el cine y en la mayoría de los trabajos audiovisuales profesionales es que siempre se llegue a un tono claro. Si la fuente de luz es demasiado amarilla entonces se utilizará un balance de blancos alto (que es la forma como se maneja esta escala con las cámaras) con el fin de que la luz se vea lo más blanca posible. Sin embargo, esta herramienta tiene otras funciones, de índole más funcional, para dar rienda suelta a la creatividad.

Utilizados en el cine de manera recurrente, colores, calidez o frialdad repercuten en la psicología y la percepción del espectador. Por ejemplo, si se quiere retratar una escena en la nieve, o un escenario que transmita sensación de frialdad, se deberá trabajar con un balance bajo; y si por el contrario se requiere de una escena que evoque calor, o una situación apocalíptica, se optará por subir el balance, para generar tonos amarillos.

En El renacido (The Revevant, 2016), de Alejandro González Iñarritu, se utiliza iluminación fría para resaltar aspectos estéticos que transmiten sensaciones como soledad y odio; enmarcan las acciones de un protagonista que ha sido olvidado por sus compañeros y busca venganza, idea que prevalece a pesar de las múltiples adversidades que enfrenta para lograr su cometido.

En contraparte, para identificar el uso de colores cálidos baste recordar la saga Mad Max, donde los tonos juegan un papel fundamental, le aportan el estilo que caracteriza de principio a fin una historia apocalíptica donde prevalecen la sequía y el calor.

Pero no sólo es la temperatura de la luz la que juega un papel importante, otro factor determinante lo integran los esquemas de iluminación, cuyas fórmulas han sido utilizadas a lo largo de la historia del cine. Entre los más importantes y que se identifican a manera de esquemas están:

– Iluminación de tres puntos. Es el esquema más común y versátil en el cine. Consiste en tres fuentes de luz principales: la luz clave, que es la principal y más intensa, colocada en un ángulo de 45 grados respecto al sujeto; la de relleno, que suaviza las sombras y se coloca en el lado opuesto de la luz clave; y la de contra o de fondo, que se sitúa detrás  del sujeto y lo separa del fondo, aportando profundidad y relieve. Este esquema proporciona una imagen equilibrada y bien definida.

– Iluminación baja o luz cenital. En este esquema la fuente de luz se coloca directamente por encima del sujeto, creando sombras marcadas debajo de los rasgos faciales y objetos, generando un aspecto dramático y misterioso. Se utiliza comúnmente en escenas de suspenso y terror, ya que realza los contrastes y crea una atmósfera inquietante.

– Iluminación lateral o Rembrandt. Inspirado por el famoso pintor holandés, se caracteriza por una luz clave posicionada a un lado del sujeto, formando una pequeña “Luz de Rembrandt” en la mejilla opuesta y una sombra triangular debajo del ojo del mismo lado. Proporciona una apariencia clásica y evocadora, con tonos más oscuros y un sentido de profundidad.

Los esquemas y técnicas de iluminación se combinan, pero los antes expuestos son los básicos y se les usa con mayor frecuencia para cumplir diferentes funciones. Con esta base, los directores de fotografía o de producción puede empezar a trabajar, para que la película se convierta en un trabajo bien hecho. A fin de cuentas, la cámara captura la reflexión de la luz en las cosas: luces, colores y sombras; combinados, complementan la experiencia de ver cine.

¿Qué películas recuerdan o reconocen por su iluminación? Tal vez algunos planos y escenas han quedado grabadas en la mente por la manera en iluminadores, fotógrafos y directores manejaron sus luces. Si la memoria no ayuda en lo inmediato, la invitación está aquí para identificar títulos muy característicos:

El Padrino (The Godfather, 1972), dirigida por Francis Ford Coppola. Está considerada una obra maestra del cine de mafia; utiliza la iluminación para enfocarse en los dramas y tensiones en la vida de la familia Corleone. Tras su estreno se pensó que el manejo tan marcado de sombras contrastes serían impedimentos para que el público la aceptara; sin embargo es, precisamente este manejo de luces el que se reconoce como su sello distintivo.

Blade Runner (1982), dirigida por Ridley Scott. Pertenece al género de ciencia ficción Noir y es un referente visual gracias a la maestría en el uso de luces neón, combinadas con sombras, lo que permite ver la creación de un mundo futurista y oscuro.

La lista de Schindler (Schindler’s List, 1993), dirigida por Steven Spielberg. Aquí se emplea la iluminación de forma sobria y significativa para representar la tragedia y el horror del Holocausto.

Sin City (2005), bajo la realización conjunta de Robert Rodriguez y Frank Miller. Se basa en la estética del cómic y utiliza una iluminación estilizada, con contrastes extremos y tonos saturados; el resultado fue sorprendente por su atmósfera.

Mención aparte merecen las luces de neón que han dejado una huella distintiva en la industria cinematográfica. Desde las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado, han sido utilizadas para agregar un toque de magia y modernidad a la gran pantalla. Sus colores brillantes y llamativos crean por igual atmósferas futuristas y oníricas, o decadentes y misteriosas en escenas nocturnas urbanas.

Desde iluminar los rascacielos y callejones de una metrópolis futurista, hasta crear un ambiente romántico y nostálgico en una escena nocturna, las luces neón han sido herramientas indispensables para los directores y diseñadores de producción, además que no sólo se pueden considerar sus efectos prácticos, sino también cómo referentes culturales para los movimientos cyberpunk y ciencia ficción.

A lo largo de la historia del cine, hemos atestiguado cómo distintas técnicas y esquemas de iluminación han sido utilizados para evocar emociones, transmitir mensajes y dar vida a la visión artística de los equipos de realización.

Cada elección de iluminación refuerza la identidad de una película, permitiendo que los directores y sus equipos “pinten” con luz y den cauce a las emociones de los personajes, a sueños y realidades que cuentan historias en la pantalla grande.

* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación por la FES Acatlán y prestador de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural.

 

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POR ANGÉLICA NAOMI MARTÍNEZ BLANCAS *

Hace poco más de una década emergió en la industria cinematográfica internacional una casa productora que gradualmente ha conseguido que su nombre y logotipo sean reconocidos: es A24, empresa que apuesta, principalmente, por el cine independiente, ya que su estilo se aleja del modelo comercial de Hollywood. Arriesga capital en películas de todos los géneros, siempre que los directores rompan con narrativas convencionales y exploren temas complejos.

Desde el origen de su nombre destaca la espontaneidad de ideas como sello: A24 se refiere a una autopista italiana, la “Autoestrada 24”, por la que Daniel Katz, uno de sus fundadores, conducía rumbo a Roma cuando le vino la inspiración. Dicha vialidad es conocida en la historia del cine italiano por haber servido a locaciones de ciudades pequeñas y paisajes rurales.

El 20 de agosto de 2012, Daniel Katz, David Fenkel y John Hodges, tres colegas que habían trabajado bastante tiempo en la industria cinematográfica fundan su propia productora y distribuidora, pensando en un proyecto empresarial con mayor libertad creativa y de elección.

Desde entonces sorprenden con títulos de alta calidad, logran buen recibimiento por parte de la crítica especializada, consiguen fanáticos en todo el mundo y por supuesto, logran un gran impacto mediático, demostrando así que el cine también se puede hacer de otras maneras.

Con sede en Nueva York, A24 se posicionó, en relativo corto período de tiempo, como un sello de calidad. Su originalidad va más allá de presentar historias predecibles y personajes estereotipados. Sus producciones proponen tramas que hacen reflexionar sobre los puntos más álgidos de las sociedades actuales.

Cierto es que no todas las películas donde invirtió A24 tuvieron éxito, pero muchas han alcanzado gran popularidad, sobre todo entre el público joven. Ha sabido colocarse como marca, no sólo darle a conocer al mundo que es importante en lo que hace, sino todo un símbolo atractivo y atrevido, que invita a ver sus producciones una y otra vez.

A24 se ha convertido en el paraíso de la industria del cine independiente, donde creativos novatos, as? como cineastas consagrados, han experimentado mayor libertad artística y colaboran en comunidades creativas que van alcanzando notoriedad entre la crítica especializada y, sobre todo, con el público.

En su catálogo destacan los trabajos de directores reconocidos como Yorgos Lanthimos, Noah Baumbach, Sofía Coppola, Claire Denis, Sean Baker y Denis Villeneuve. Ha presentado a la industria nuevos talentos como los hermanos Josh y Benny Safdie, Robert Eggers y Ari Aster, cineastas que se distinguen por no seguir las típicas propuestas y rechazar los formalismos estéticos que tanto gustan a Hollywood.

Además, A24 destaca por incorporar una gran variedad de géneros en sus producciones: terror, drama, comedia, suspenso, misterio, ciencia ficción. Gracias a los formatos independientes, los directores que respalda exploran temas distintos a los ya abordados y en formas novedosas.

La trayectoria de A24 inició como distribuidora; su primer financiamiento fue para A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III (Roman Coppola, 2012). Ese mismo año la empresa respaldó al director Harmony Korine para la realización de Spring Breakers, película protagonizada por las “chicas Disney” Selena Gomez y Vanessa Hudgens.

A finales de 2013 firmó acuerdos con DirecTV Cinema y Amazon Prime para la distribución de algunas películas y su crecimiento detonó en 2014 y 2015, luego de obtener los derechos de exhibición en Estados Unidos de Ex Machina (Alex Garland, 2014) Room (Lenny Abrahamson, 2014) y The Witch (Robert Eggers, 2015).

Cuatro años después, con Moonlight (Barry Jenkins, 2016) A24 logró ver coronados sus esfuerzos con múltiples premios y reconocimientos, entre ellos: seis nominaciones al Globo de Oro, ganó en la categoría a Mejor Película Dramática y Mejor Director, así como cuatro nominaciones en los BAFTA.

No obstante que A24 se mantiene al margen de los estereotipos de Hollywood, con Moonlight la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas la puso al nivel de las major y le otorgó tres premios Oscar: Mejor Actor de Reparto (Mahershala Ali), Mejor Guion Adaptado (Barry Jenkins y Tarell Alvin McCraney) y Mejor Película. Tema aparte es la excelente crítica y la buena recepción del público en las salas de cine. Sin lugar a dudas, 2016 es recordado en la historia de los premios Oscar, pues nadie esperaba que una productora independiente lograse vencer a los grandes estudios de Hollywood. La gran favorita de aquel año era La La Land (Damien Chazelle, 2016) y las reglas empezaron a cambiar.

No pasó mucho para que directores consagrados notaran el potencial de A24. En 2018, con su repertorio acumulaba 24 nominaciones a los Oscar. Algo que la caracteriza es la constancia con la que distribuye sus películas, ya que en comparación con otras compañías que presentan de 4 a 6 películas al año, A24 entrega de 18 a 20; el hecho de que comercialice esa cantidad de títulos la hace estar constantemente en la mira del público y que las expectativas crezcan.

Además, sabe vender sus productos con campañas atractivas, ejemplo de ello es la promoción que hizo para la película Ex Machina, la cual estrenó en South by Southwest: en vez de realizar el típico cartel, A24 creó un perfil de Tinder falso para la protagonista robótica, quien apareció en las pantallas de los usuarios con preguntas generadas algorítmicamente.

El catálogo de A24 creció y con ello empezó a contar con una variedad de historias de diferentes géneros y diversos formatos, tales como series de televisión, documentales, películas y cortometrajes, lo que la ha hecho merecedora de diversos premios BAFTA, Globos de Oro y reconocimientos de cine independiente.

Su catálogo abarca casi 90 filmes; entre las películas más populares se encuentran: Enemy (Denis Villeneuve, 2014), The Lobster (Yorgos Lanthimos, 2015), Lady Bird (Greta Gerwig, 2017), The Florida Project (Sean Baker, 2017), Hereditary (Ari Aster, 2018), Climax (Gaspar No?, 2018), Midsommar (Ari Aster, 2019), The Lighthouse (2019), Uncut Gems (Ben y Joshua Safdie, 2019) y C’Mon C’Mon (Mike Mills, 2021).

En documentales se debe mencionar Amy (Asif Kapadia, 2015) retrato de la vida de la famosa cantante británica Amy Winehouse; en series de televisión, la segunda temporada de The Confession Tapes (Kelly Loudenberg, 2017) para Netflix; Euphoria (Sam Levinson, Augustine Frizzell, Pippa Bianco y Jennifer Morrison, 2019) para HBO y Frankenstein’s Monster’s Monster, Frankenstein (Daniel Gray Longino, 2019), también para Netflix.

En la edición de los Oscar 2023 llegó un momento de consagración para A24 con la producción de dos largometrajes plenos y sobresalientes:

Everything Everywhere All at Once (Daniel Kwan y Daniel Scheinert), la cual ganó siete premios: Mejor Película, Mejor Dirección (para el dúo de cineastas conocido como Los Daniels), Mejor Actriz (Michelle Yeoh), Mejor Actriz de Reparto (Jamie Lee Curtis), Mejor Actor de Reparto (Ke Huy Quan), Mejor Edición y Mejor Guion Original.

Y The Whale (Darren Aronofsky), película que ganó los Oscar en las categorías de Mejor Actor y Mejor Maquillaje. Es muy especial porque marca el retorno de Brendan Fraser a la actuación en cine, quien da un sorprendente vuelco a su carrera como histrión interpretando a un profesor de inglés con obesidad severa y requirió de una impresionante transformación física.

De esta manera, A24 hizo historia al convertirse en el primer estudio que ganó en una sola noche todos los premios Oscar en las principales categorías y el primero en conseguir todas las de actores, haciendo que Brendan Fraser, Ke Huy Quan, Michelle Yeoh y Jamie Lee Curtis, luego de largas esperas, por fin obtuvieran una estatuilla dorada que reconoció su labor en la industria.

Luego del éxito en los Oscar 2023, A24 sigue trabajando en títulos como Beau Is Afraid, la nueva película de Ari Asler, protagonizada por Joaquin Phoenix; Showing Up, dirigida por Kelly Reichardt y con la actuación de Michelle Williams; God’s Creatures, dirigida por el dúo Saela Davis y Anna Rose Holmer, con Emily Watson y Paul Mescal en los roles principales.

También prepara el debut en dirección de Jesse Eisenberg, con When You Finish Saving The World, que contará con la actuación de Julianne Moore y Finn Wolfhard, y el primer largometraje de Daina O. Pusic, Tuesday, protagonizado por Julia Louis-Dreyfus.

Seguramente A24 dará muchas sorpresas y se distinguirá de otros sellos cinematográficos por los proyectos que podrán parecer riesgosos o poco convencionales. Sin duda, A24 se apoyará de las ventajas que ya distinguió para sobresalir, ya que su equipo es consciente de todos estos diferenciadores y no dudará en potenciarlos para seguir arrasando con la competencia.

* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación por la FES Acatlán y prestadora de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural.

 

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POR  CARMEN CANO GORDÓN

Guten Tag, Ramón (2014), coproducción México-Alemania, es un caso atípico, pero aún menos común es el optimismo y ganas de vivir que irradia este filme, tan escasos en la cinematografía.

En principio el título no ayuda para que el público la seleccione como opción, pero luego esos mismos espectadores son sus principales promotores.

El guión, de Jorge Ramírez Suárez, también director, es sencillo y sin complicaciones: un joven campesino del norte del país (Kristyan Ferrer), que busca opciones honestas de superación personal y familiar (primero en Estados Unidos, de donde es devuelto cinco veces por falta de papeles) decide, a instancias de un amigo, y como última y prometedora opción, viajar a Alemania, donde su conocido tiene una tía que puede darle alojamiento y, quizás, trabajo.

Así, emprende el viaje con el paupérrimo bagaje de su propia persona, su mochila, unos detalladísimos datos para llegar a Wiesbaden (un pequeño pueblo en Alemania, en donde debe buscar a la tía de su amigo, a la cual no encuentra), unos cuantos euros y nada más; carece obviamente del conocimiento del idioma alemán que, como se verá a la larga, no le significa un obstáculo insalvable.

En el tránsito por el pequeño lugar, solo y sin referencias, le suceden multitud de cosas: unas buenas, otras malas, otras insignificantes, pero lo que debe resaltarse es cómo, a pesar de todo, con la ayuda y cariño de una “joven anciana”, Ruth (Ingeborg Shoner) a quien conoce de manera fortuita y se convierte en su ángel guardián, va sorteando los contratiempos: el frío invernal se soluciona con un abrigo y una bufanda que Ruth le regala; cuando le roban su mochila, por no tener vivienda, la mujer le da alojamiento en el sótano del edificio donde habita, con una cama, una mesa y un pequeño sillón. Incluso la falta de comida tiene arreglo con limosnas.

Así, y siempre gracias al apoyo de Ruth, Ramón se va desempeñando como mandadero, ayudando a los ancianos que habitan en esa pequeña de-marcación a cargar los enseres diarios, como comida y agua, a cambio, él recibe algunos euros.

Posteriormente salen a la luz sus habilidades como bailarín de salsa y merengue, los “viejitos” jubilados, animados por Ruth, lo contratan para que les enseñe a bailar.

Se establece así un círculo de amistad y comprensión encomiables que permea el resto de la cinta, hasta que un viejo envidioso y “mala onda” lo denuncia a las autoridades; en un escrito, informa a la policía que Ramón vive en ese lugar y no tiene documentos legales, pronto llevan preso al joven e inmediatamente lo deportan.

Hasta ese momento parece que se ha terminado el sueño alemán de Ramón, sin embargo, no es el final de su historia y queda más por descubrir.

Entre los momentos más destacables de esta entrañable cinta están las clases de baile, don-de los ancianos se olvidan de malos recuerdos y hasta sus achaques pero, sobre todo, el conmovedor diálogo entre los personajes de Ruth y Ramón durante una cena en casa de ella, cada uno en su idioma, con recuerdos y emociones, amistad y comprensión, mucho más allá de las palabras, llegando a lo más profundo del corazón del espectador, quien es el único que realmente sabe qué hay detrás sus historias.

Esta colaboración se publicó de manera impresa en noviembre de 2014, edición 139 del boletín informativo CineAdictos, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.

POR JOSÉ ALFREDO FLORES ROCHA

Filmada en un gran plano secuencia que parece no tener fin, con 1917 Sam Mendes logra un retrato intimista que sigue la misión de un par de soldados del ejército inglés, a quienes se les ordena abandonar las trincheras y salir a campo abierto para avisar a otro batallón que los soldados alemanes han fingido una retirada, ello podría ser una trampa y ocasionaría mil 600 muertos.

A partir de esta misión: entregar una carta que evite miles de bajas en la Primera Guerra Mundial, Sam Mendes narra el heroico calvario de dos jóvenes con escasas posibilidades de supervivencia. Con profundas tomas en las que se captan infinidad de detalles del frente de batalla, logra sumergir a los espectadores en los miedos, la incertidumbre y el deseo de sobrevivir. En los 119 minutos que dura este largometraje no se perciben los cortes de edición.

La proeza técnica alcanzada por el realizador británico, acompañado por la asesoría del experimentado director de fotografía Roger Deakins y de la empresa Arriflex, vieja aliada de la industria cinematográfica, especialmente de las grandes productoras de Hollywood, representa un hito en la historia contemporánea del Séptimo Arte.

El largometraje conjuga el talento de estos dos grandes de la cinematografía con el desarrollo de una cámara que les permite conseguir escenas que rayan en la perfección técnica y que van más allá de un objetivo meramente estético.

Gracias a la ayuda de esta cámara, Sam Mendes consigue retratar, de manera muy cercana, a los persona-jes en el campo de batalla, tal y como lo tenía previsto desde la planeación del rodaje. La cámara, especialmente creada para la filmación de 1917, está equipada con un sensor óptico capaz de registrar hasta el más mínimo detalle, logrando efectos de profundidad inéditos.

El gran plano secuencia permite al espectador seguir la travesía de los protagonistas desde las trincheras fangosas, los valles, los sótanos infestados de ratas, bosques y ríos hasta las batallas que se libran en el aire por los ejércitos combatientes, sin descartar aquellos escenarios un tanto inverosímiles, que el realizador comparte en gran complicidad con su público. Necesario es remarcar que el peso de la película recae en las interpretaciones de Georges MacKay y Dean-Charles Chapman.

Sam Mendes ha logrado una película redonda, no sólo por el dominio del lenguaje cinematográfico, basado en ese gran plano secuencia del que ya se habló, sino también por el manejo de la luz, el sonido, color y ritmo que imprime a cada una de las escenas que va mostrando de manera calculada y sistemática. Ante la lente aparecen expresiones de alegría, desesperación, dolor y esperanza que transmiten los personajes.

Nada escapa al ojo de este director que, con gran agudeza, retrata una historia intimista, alejada de todo cliché, sobre todo cuando se tiene como telón de fondo un hecho histórico. No es una película más de cine bélico, estamos ante una cinta poderosa, entrañable, emotiva, relacionada con valores como la solidaridad, amistad y el deber cumplido.

La supervivencia se vuelve una premisa a lo largo del filme. El ser humano y su circunstancia son los ejes. La voluntad inquebrantable por seguir existiendo, a pesar de estar en un mundo cruel, caótico y violento, donde la esperanza no termina, a pesar de las trincheras, las ciudades derruidas y cientos de cadáveres semienterrados.

A cada instante los protagonistas se hacen las mismas preguntas: ¿Vale la pena seguir adelante con una guerra absurda que terminará con los sueños de hombres y mujeres? ¿Es mejor dar media vuelta y regresar a casa con los suyos?

Como en toda conflagración, el ser humano es visto como carne de cañón, mientras los “dueños” del mundo mueven sus piezas a su antojo sobre el tablero, a manera de un juego perverso de ajedrez, decidiendo en qué momento viven o mueren sus peones.

Hasta ahora, 1917 es la mejor película que ha filmado Sam Mendes, por encima de su gran éxito Belleza Americana (American Beauty, 1999).

Para los amantes del cine de autor, 1917 representa un poema visual de principio a fin.

Esta colaboración se publicó de manera impresa en febrero de 2020, edición 187 del boletín informativo CineAdictos, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.

POR  JOSÉ ALFREDO FLORES ROCHA

A las seis de la tarde se levantó de la cama y se puso los zapatos y la corbata. En el baño se echó agua en la cara y se peinó el cabello corto y negro. No tenía por qué rasurarse; nunca había tenido mucha barba y una rasurada le duraba tres días. Se puso una poca de agua de Colonia Yardley, volvió al cuarto y del buró sacó la cuarenta y cinco. Revisó que tuviera el cargador en su sitio y un cartucho en la recámara…El saco era nuevo y el sastre había hecho un buen trabajo; casi no se notaba el bulto de la pistola bajo el brazo, sobre el corazón.

El complot mongol
Rafael Bernal (1969)

Durante décadas, el cine ha basado sus guiones en la literatura. En nuestro país no son pocas las obras que han sido llevadas a la pantalla grande, no todas con éxito. Sin embargo, haciendo un repaso breve de la cinematografía nacional, encontramos casos notables.

Basta recordar la novela Los bandidos del Río Frío, de Manuel Payno, adaptada dos veces. La mítica cinta Santa, llevada al cine en cuatro ocasiones; Los de abajo, de Mariano Azuela, sin dejar de lado La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán.

En la segunda mitad del siglo XX destacan: Ensayo de un crimen, de Rodolfo Usigli, llevada al cine de manera magistral por el director español Luis Buñuel. Y qué decir de Macario, obra literaria de Bruno Traven adaptada en 1960 o de Pedro Paramo y El gallo de oro del gran escritor Juan Rulfo.

A la lista se deben sumar Aura y Gringo viejo, ambas de Carlos Fuentes; La feria, de Juan José Arreola; Los albañiles, del escritor y dramaturgo Vicente Leñero; Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro; El apando, de José Revueltas; Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia; Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta, hasta llegar a la multipremiada Como agua para chocolate, de Laura Esquivel y dirigida en cine por Alfonso Arau.

A las obras antes citadas es inevitable sumar ahora El complot mongol (1969), destacada novela policiaca y punta de lanza en la historia literaria de nuestro país, al inaugurar la denominada novela negra mexicana, llevada a la pantalla grande por primera vez en el año de 1978 por Antonio Eceiza.

En 2019, el realizador y guionista Sebastián del Amo regresa con una nueva versión que resulta un bálsamo en la cartelera de primavera, una luz al final del túnel que intenta posicionar al cine nacional en las marquesinas de las grandes cadenas exhibidoras, ante la abrumadora presencia de los estrenos de películas de superhéroes de corte internacional.

La cinta respeta, en esencia, el argumento central de la novela de Rafael Bernal. A unos días de su estreno ha despertado entre la crítica versiones encontradas.

Para quienes hayan leído la divertida y picante novela será una versión que se toma sus licencias literarias para provocar en el espectador la carcajada fácil. Sin embargo, más allá de ello, descubrirán un tratamiento adecuado de la trama, con actuaciones por demás sobresalientes y una ambientación digna.

La historia policiaca y de intriga internacional se desarrolla en el barrio chino de la Ciudad de México, teniendo como marco la llamada Guerra Fría entre las dos súper potencias mundiales: Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.

En medio de todo este embrollo quedan Martita Fong, personaje interpretado por Bárbara Mori, quien resulta una grata sorpresa y el experimentado agente Filiberto García, encarnado magistralmente por Damián Alcázar, quien junto con agentes foráneos intentará descubrir el supuesto complot chino que tiene como misión asesinar al presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en su visita a México. En papeles especiales y secundarios destacan: Eugenio Derbez, Xavier López “Chabelo” y Hugo Stiglitz.

El complot mongol termina por rescatar no sólo lo mejor de la novela negra mexicana,  sino uno de los géneros literarios que han quedado relegados por los productores y directores nacionales, que han centrado sus esfuerzos en comedias que dejan mucho que desear, con guiones hechos al vapor e interpretaciones de baja calidad.

Bienvenidos sean estos proyectos cinematográficos que intentan lograr un producto de calidad, que si bien no tiene mayores pretensiones que la de entretener, también nos dejan un poco de ese México que parece olvidado, que se niega a morir en las cantinas, restaurantes, barrios y calles de la gran Ciudad de México.

Esta colaboración se publicó de manera impresa en mayo de 2019, edición 181 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.

POR LUIS ARTURO BÁRCENAS PÉREZ *

A la sombra de la industria cinematográfica de Hollywood y de Europa, subsisten producciones fílmicas de gran calidad que, a menudo, no están tan presentes en la memoria de los espectadores, en gran medida porque existe poca difusión sobre ellas, tal es el caso de Canadá, país cuya filmografía ha ido de menos a más en años recientes.

El origen de la cinematografía canadiense se remonta al estreno de la gran película muda Evangeline (Edward P. Sullivan y William Cavanaugh, 1914) basada en el poema épico de Henry Wadsworth Longfellow, del mismo nombre.

Luego de este éxito, el cine de ficción estuvo marginado durante más de cuatro décadas y quienes se interesaron en filmar no tuvieron más opción que desarrollarse en documentales. En este rubro cobró especial importancia John Grierson, el llamado padre de la escuela documental inglesa, quien en 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, llegó a Canadá y encabezó la National Film Board (NFB), para revolucionar la cinematografía documental canadiense.

Con Grierson frente a la NFB se estrenaron producciones propagandísticas como Canada Carries On (Stuart Legg, Jane Marsh Beveridge, Tom Daly y otros. 1944-1949) y The World in Action, programa que incluyó una amplia lista de títulos, entre ellos: Our Northern Neighbour (Tom Daly, 1944), When Asia Speaks (Gordon Weisenborn, 1944) y Now- The Peace (Stuart Legg, 1945).

Los filmes antes señalados permitieron abrir la discusión y el análisis de temas milita-res, educativos e industriales. Se trabajaron también cortometrajes y animaciones que, por primera vez, pusieron a Canadá en las grandes ligas.

Sin embargo, cuando concluyó la guerra, muchas de las mentes detrás del éxito de la National Film Board abandonaron Canadá y se instalaron en Hollywood, lo que repercutió en el retroceso de las producciones canadienses.

Entre 1950 y 1967 se intentó impulsar el cine de ficción, pero los ingresos en taquilla solamente permitían realizar un promedio de seis largometrajes al año. Así que el gobierno decidió impulsar la producción cinematográfica por medio de financiamientos, becas y préstamos, lo que generó que 25 películas de ficción se produjeran en la década de los 70, cantidad significativa si se compara con la década anterior, donde solamente se filmaron tres títulos del mismo género.

En los años 80, directores y actores formados con los programas implementados en 1967 se dieron a conocer de manera internacional y fue así como en otros países se empezó a hablar de Claude Jutra, Patricia Rozema, Norman Jewison, Arthur Hiller, Ted Kotcheff, James Cameron, David Cronenberg y Atom Egoyan, estos dos últimos muy relevantes por sus propuestas estéticas que han alternado entre Canadá, Hollywood y Europa.

La filmografía canadiense no resulta ajena para los cinéfilos mexicanos, quienes en diversas ediciones de la Muestra Internacional de Cine han atestiguado su calidad en títulos como: Jesús de Montreal (Denys Arcand, 1989. Edición 22 de la Muestra-); Amor y restos humanos (Denys Arcand, 1993. Edición 27 de la Muestra); Exótica (Atom Egoyan, 1994. Edición 27 de la Muestra); Crash, extraños placeres (David Cronenberg, 1996. Edición 29 de la Muestra) y Las invasiones bárbaras (Denys Arcand, 2003. Edición 43 de la Muestra).

Actualmente podría hablarse de un renacimiento del cine canadiense, el cual se debe a varios factores, entre ellos destacan el apoyo gubernamental y el impulso educativo o cultural que se ha reconocido en el cine.

Por otra parte, es innegable la calidad de sus escuelas o cursos especializados, que van de lo más sofisticado de la técnica fotográfica y de animación hasta el guionismo, ello ha propiciado una demanda de técnicos y creativos canadienses en la industria norteamericana por la calidad de su preparación.

Las miradas de los especialistas en cine voltean constantemente a Canadá, en gran medida gracias a que dos de los festivales más importantes del mundo se realizan en Toronto y Montreal.

El Festival Internacional de Cine de Toronto es el más importante de Canadá y se ha posicionado como uno de los cuatro más significativos a nivel internacional.

Comenzó en 1976 y se caracteriza por la gran cantidad de estrellas del cine que acuden a cientos de películas que compiten en diferentes categorías. Tiene especial importancia para el mercado de distribución de películas independientes.

Este encuentro anual también es famoso porque muchas obras de autor se dan a conocer ahí y después compiten en los Oscar. El premio que se otorga en este festival lo determina el público, no un jurado de expertos, y por medio de votos se eligen los mejores filmes del año.

Por otro lado, está el Festival Internacional de Cine de Montreal, el cual también exhibe cientos de filmes procedentes de todo el mundo. Se celebra desde 1977 y otorga como máxima distinción el Grand Prix des Amériques, galardón destinado a la película que obtenga la mayoría de los ocho votos ejercidos por especialistas en la realización cinematográfica.

Realizadores

Entre los más destacados cineastas canadienses está Claude Jutra (1930-1986), quien ganó varios premios a la mejor dirección y mejor película en festivales locales. Obtuvo el León de Plata en el Festival Internacional de Cine de Venecia por el documental Comment Savoir, en 1966.

Es indispensable mencionar a Neil Blomkamp (1979-), director de numerosos proyectos que abarcan desde la serie de anuncios del videojuego Halo 3, en 2009, hasta la realización de obras distópicas como Elysium (2013).

Denis Villeneuve (Trois-Rivières. Canadá, 1967- ). Apreciado como uno de los mayores talentos canadienses tanto por sus trabajos de dirección como de guionismo, saltó a la fama por cintas como Incendies (2010), Enemy (2014) y por la multipremiada Blade Runner 2049 (2017). Fue nominado al Oscar en 2016 por Arrival.

Atom Egoyan (El Cairo, Egipto. 1960- ). Nacionalizado canadiense. Desde la década de los años 80 ha sido decisivo para fomentar al cine de ficción en cintas como Next of Kin (1984), Family Viewing (1987), Speaking Parts (1989) y Exótica (1994), todas consideradas obras maestras, con temas recurrentes como: alineación, soledad, personajes inmersos en estructuras de poder, burocracia y temas tecnológicos.

Jacques Leduc (Montreal, Canadá. 1941- ). Ha sido uno de los mayores defensores de la industria fílmica de su país, en especial se reconoce el interés que ha tenido por descolonizar los productos audiovisuales canadienses de la carga cultural británica. Comenzó su carrera en 1961 como crítico de cine para la revista “Objetif”. A partir de 1965 empezó a dirigir; su primera película fue el cortometraje documental Chantal en vrac y de su filmografía es obligado mencionar los títulos aclamados por la crítica: On est loin du soleil (1970), Tendresse ordinaire (1973), Trois pommes à côté du sommeil (1988) y La vie fantôme (1992).

David Cronenberg (Toronto, Canadá. 1943- ). Maestro del horror y del Séptimo Arte en general, se caracteriza por no titubear al momento de llevar cualquier temática a la pantalla grande. Se le ha definido como el creador de un estilo propio, que lo ha llevado a ser uno de los realizadores más importantes a nivel internacional.

Entre su filmografía destacan: Videodrome (1983), The Fly (1986), Crash (1996), Cosmópolis (2012), A Dangerous Method (2011) y Maps to the Stars (2014), esta última con un relato cargado de humor negro sobre la vida de la industria hollywoodense. Ha incursionado en nuevas producciones para plataformas como Netflix, por ejemplo la serie Rick and Morty (2013) inspirada en personajes creados por Cronenberg.

James Cameron (Kapuskasing, Ontario. 1954- ). Se destaca por el desarrollo de tecnología que permite avances significativos en los efectos especiales para cine. Inició su desarrollo profesional como técnico, después incursionó como guionista y más adelante como director de acción y ciencia ficción. Se catapultó a la fama por The Terminator (1984), posteriormente Titanic (1997) y Avatar (2009). La mayor parte de su desarrollo profesional lo ha tenido en Hollywood, donde ha impulsado el uso generalizado del 3D.

Xavier Dolan (Montreal, Canadá. 1989- ). Seguramente el más polémico, aclamado y joven director del cine canadiense. Su carrera comenzó desde temprana edad participando como actor en películas, series de televisión y comerciales. J’ai tué ma mère (2009), su primer largometraje, fue presentado en el 62 Festival de Cine de Cannes. Luego estrenó Mommy (2014) y Juste la fin du Monde (2016), donde reitera tintes autobiográficos, influencia de la música pop y arriesgadas propuestas estilísticas.

Histriones

Es indispensable hacer referencia a los rostros más emblemáticos del cine de Canadá, pues gracias a sus actuaciones las películas han quedado en la memoria de los espectadores.

Geneviève Bujold (Montreal, Canadá. 1942- ). Considerada como la primera estrella del cine de ficción canadiense, hizo retumbar su nombre en el mundo cinematográfico gracias a grandes actuaciones en películas como Isabel (Paul Almond, 1968), Ana de los mil días (Charles Jarrott, 1969) y Act of the Heart (Paul Almond, 1970), junto a Donald Sutherland.

Mia Kirshner (Toronto, Canadá. 1976- ). Se ganó el reconocimiento del público, además del respeto de los críticos por sus actuaciones en Exótica (Atom Egoyan, 1994), Mad City (Costa Gavras, 1997) y The Crow (Tim Pope, 1996). Es consi-derada como una de las estrellas que consiguió atraer los reflectores a la industria fílmica de su nación.

Ryan Gosling (London, Canadá, 1980- ). Es uno de los actores de Hollywood más reconocidos en los últimos años gracias a sus participaciones en produc-ciones como The Notebook (Nick Cassavetes, 2004), LaLaLand (Damien Chazelle, 2016) y Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017).

Donald Sutherland (Saint John, Nuevo Brunswick, Canadá. 1935- ). Actor veterano que vivió su época de oro en las décadas de los años 60 y 70, ha estado vigente en la mente del público a lo largo del tiempo con películas como Casanova (Federico Fellini, 1976), Lock Up (John Flynn, 1989), JFK (Oliver Stone, 1991), A Time to Kill (Joel Schumacher, 1996), Space Cowboys (Clint Eastwood, 2000), Cold Mountain (Anthony Minghella, 2003) y Pride & Prejudice (Joe Wright, 2005).

En particular se le recuerda por la saga de The Hunger Games en el papel del presidente Snow: The Hunger Games (Gary Ross, 2012), The Hunger Games: Catching Fire (Francis Lawrence, 2013), The Hunger Games: Mockingjay –Part 1 (Francis Lawrence, 2014) y The Hunger Games: Mockingjay –Part 2 (Francis Lawrence, 2013).

Rachel McAdams (London, Canadá, 1978- ). Famosa por sus actuaciones en The Notebook (Nick Cassavetes, 2004), Mean Girls (Mark Waters, 2004), At Midnight in Paris (Woody Allen, 2011), y Spotlight (Tom McCarthy, 2016). McAdams es la actriz canadiense más reconocida en la actualidad.

Principales productoras

Alliance Films. Fue fundada en 2007 para sustituir a su predecesora Alliance-Atlantis, desde entonces se ha posicionado como la de mayor renombre en Canadá, teniendo importantes participaciones con empresas extranjeras como New Line Cinema, Original Film, Infinity Features Entertainment o la Mob Film.

Infinity Films. Opera desde 1996 y se destaca por la calidad y maestría que poseen los guionistas a su cargo. Funciona como la mayor productora y distribuidora a nivel nacional, cooperando en diversos proyectos con cadenas como History Channel, BBC de Londres o Discovery Channel.

Cinémaginaire Inc. Creada en 1988 por Denis Robert y Daniel Louis, se ha centrado en el apoyo de filmes independientes. Suma más de 45 películas reconocidas a nivel mundial y ganadoras de numerosos premios en festivales internacionales, como The Barbarian Invasions (Denys Arcand, 2003), cinta ganadora del Oscar por Mejor Película extranjera en 2003, el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, Premio César a Mejor Película, Premio al Mejor Guion y Mejor Película en el Festival de Cannes, entre otros.

Canadá ofrece maestría y calidad cinematográfica de primer nivel por donde quiera que se mire: producción, guionismo, actuación, dirección, locaciones, festivales y mucho más. Merece, sin lugar a dudas, el mayor de los reconocimientos por parte de todos aquellos que se digan aficionados o expertos del Séptimo Arte.

Así que la próxima vez que se piense en el cine como algo increíble y fabuloso, no habría que detener la imaginación en Hollywood, sino que será necesario colocar la mirada un poco más al norte; allá en donde la policía va a caballo y la hoja de arce gobierna. Habrá que evocar siempre al cineasta, actor o director formado en Canadá.

* Luis Arturo Bárcenas Pérez es prestador de Servicio Social en Promotoría Cultural.

Bienvenida

CineAdictos, publicación periódica de la Coordinación de Difusión Cultural, nació en noviembre de 2000. Incluye reseñas de películas, trayectorias de actores, directores, críticas, comentarios sobre los principales festivales, entrevistas, avances técnicos y aspectos de los distintos géneros cinematográficos. El material impreso se distribuye entre la comunidad de la FES Acatlán; a partir del semestre 2015-II extiende sus alcances con el blog de CineAdictos. Espacio abierto a los interesados en la divulgación del séptimo arte.

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