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• La comunidad universitaria asistió al Centro de Estudios Municipales y Metropolitanos para recordar a un distinguido puma de pura cepa

Colegas, familiares, amigos, estudiantes, académicos y funcionarios de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán recordaron pasajes memorables, así como elogiosos comentarios que testimoniaron al ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez (1954-2024) como universitario, Puma de pura cepa, en un homenaje póstumo realizado en el Centro de Estudios Municipales y Metropolitanos (CEMM), del que fue su coordinador.

A la Sala de Congresos fueron llegando los invitados, cada uno tomó su lugar, una vez que los espacios fueron ocupados, el homenaje inició con un emotivo video-semblanza, con serie de imágenes de la gran trayectoria de este distinguido universitario que incluyó su trayectoria en la política, su presencia en el Senado, su cercanía con la ciudadanía y, en los últimos años, con la comunidad universitaria, impartiendo cátedra y seminarios a quienes compartió su conocimiento, teniendo como fondo la canción Es caprichoso el azar, del cantautor Joan Manuel Serrat.

Con la mirada fija en los familiares del ingeniero Rojas Gutiérrez, el Doctor Manuel Martínez Justo, Director de Acatlán, confió: “pensé en escribir un discurso para mi querido amigo, mi maestro, porque también lo fue, y un gran líder como Carlos Rojas me parece que merecía palabras que salieran precisamente del corazón y expresaran los sentimientos que tuvimos todos de conocerlo, compartir con él este último tramo de su vida que, me parece, fue uno de los más felices”.

Al tiempo de mencionar a la senadora Mónica Fernández Balboa, Aline y Juan Carlos Rojas Sotres, y Francisco Rojas, viuda, hijos y hermano del homenajeado, respectivamente, Martínez Justo rememoró algunos pasajes cuando coincidió con el ingeniero en el Programa Nacional de Solidaridad, y años después, “cuando estaba buscando una persona que pudiera coordinar el CEMM, un amigo común de muchos de nosotros, Enrique del Val, sugirió a Carlos Rojas. Nos reunimos en las oficinas de quien fuera secretario general, hoy rector de nuestra Universidad, y se lo propuse”.

Confiado en la perenne amistad, Martínez Justo destacó que “Carlos iba haciendo amigos por el camino. Cada vez que nos sentábamos a platicar, yo diría que había tres temas fundamentales: la situación política, otro tema tenía que ver con la Universidad, siempre era muy inquieto con esta parte de la Universidad, y aunque él decía que no conocía muy bien las entrañas de la Universidad, a Mario Luis le consta, era discreto, humilde en ese sentido, pero sabía bien todo el entramado de la Universidad, y el tercer tema que le encantaba era hablar de los jóvenes. Le dije: ‘¿Carlos, por qué no das una clase?’, y al final terminó abriendo un seminario en donde participaron muchos jóvenes, aquí veo alumnos que estuvieron con Carlos, que lo acompañaron en las distintas actividades. Quiero terminar diciéndole lo mismo que le decía a él: ‘cuídate mucho Carlos, donde estés, porque siempre harás falta con nosotros, en Acatlán’. Descansa en paz mi querido amigo Carlos Rojas Gutiérrez”.        

En tanto, el doctor Mario Luis Fuentes Alcalá, investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, quien realizó varias pausas por el sentimiento y esforzándose para controlar las lágrimas, dijo que “es, sin duda, muy difícil y a la vez un privilegio hablar de Carlos Rojas. Rojas lo dijo no hace mucho: ‘ustedes ¿cómo lograron mantenerse cerca?’, Rojas contestó: ‘es que nosotros somos una fraternidad’­”. Después de limpiar las lágrimas, el exintegrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, añadió: “el tiempo hizo más poderosa la hermandad”.

Sobreponiéndose, Fuentes Alcalá estableció que, a la muerte de su amigo, colegas compartieron fotografías, situación que le hizo recordar: “Rojas sigue dándonos cuentas de quiénes somos; el recuerdo y la memoria nos da la narrativa de qué somos, cómo somos, cómo vivimos esta vida. El recuerdo y la memoria de la fraternidad que continuó Rojas nos permite entender nuestra identidad y reconectarnos con nuestro pasado, a la vez, la muerte del amigo, nos da conciencia de la vida, de la vida que tenemos y nos debe dar, a todos, la conciencia que somos seres que vamos a morir, que todavía tenemos tiempo para recordar, para vivir la memoria y festejar la vida”, destacó.

Familiares

De traje oscuro, camisa blanca y corbata roja, Juan Carlos Rojas Sotres, hijo del ingeniero, señaló al dirigirse a los asistentes que “definitivamente la humildad era una de las grandes características de mi papá. Algo que le encantaba presumir, y esto hasta el final, nunca olvidó su número de cuenta de la UNAM; gran parte de su humor dependía del resultado de los Pumas. Mi papá siempre va estar entre nosotros, estoy seguro que después de ver todas estas muestras de cariño debe estar muy contento, como estamos sus familiares, mis primos, mis hermanos, tíos; Mónica, su nieta a la distancia. Y agradecidos con ustedes señor director, con sus excolegas, maestros, quienes lo acompañaron en su faceta de académico. Mi papá amó y adoró a la UNAM en todas sus trincheras y todas sus etapas, seguramente la seguirá defendiendo donde esté”.

A su vez, la senadora Mónica Fernández Balboa, viuda del ingeniero Carlos Rojas, recibió de manos del doctor Martínez Justo un reconocimiento a la dedicación y la gran labor desempeñada por el ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez en beneficio del Centro de Estudios Municipales y Metropolitanos y de la comunidad de la FES Acatlán, así como un ramo de flores, quien, al hacer uso de la palabra dijo, “muchas gracias”, con la voz entrecortada por el llanto contó: “cuando Carlos se fue, dijo que se iba agradecido por la vida porque le había tocado hacer lo que le gustaba, que lo más importante era que le había tocado coincidir con todos ustedes. Efectivamente, estos últimos años fue muy feliz por estar coincidiendo en su alma mater, en esta universidad que tanto ha querido siempre; no me queda más que agradecer a nombre de toda la familia, de todas las amigas y amigos. Por supuesto, director Martínez Justo, muchísimas gracias a toda la facultad por su generosidad, por estas palabras, por el homenaje a nuestro querido Carlos. Mario Luis, ¿qué te puedo decir?, gracias. Gracias a cada una y cada uno de ustedes. Efectivamente, todos los días se trataba de celebrar la vida, un día a la vez. Muchas gracias”.

Sin pensarlo dos veces, Fernández Balboa levantó el puño derecho para corear el tradicional Goya, acompañada por los asistentes; una vez concluido, se dedicó un minuto de aplausos en memoria del ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez. ¡En paz descanse!

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