Con base en testimonios y acompañamiento a Las Rastreadoras del Fuerte, agrupación civil que todos los miércoles y domingos emprenden búsquedas de sus seres queridos desaparecidos al norte del país, José María Espinosa de los Monteros escribió y dirigió Te nombré en el silencio, documental proyectado en el Teatro Javier Barros Sierra del Centro Cultural Acatlán.
La Facultad de Estudios Superiores Acatlán marcó el inicio del recorrido por circuitos universitarios de la opera prima del sinaloense que dedicó cinco años para reunir 94 horas de material fílmico, con 25 entrevistas para armar el documental con duración de una hora y 26 minutos que plasma las vicisitudes de Mirna Nereida Medina Quiñónez y dos madres más que dejaron todo para buscar a hijas e hijos desaparecidos.
Las Rastreadoras, identificadas así en 2015 por el fallecido periodista Javier Valdez Cárdenas, se conformó en agrupación a partir de la desaparición y muerte de Roberto Corrales Medina, hijo de Mirna Medina a quien le llevó tres años hallar parte de restos óseos en una fosa clandestina en el predio en Ocolome, del municipio de El Fuerte, Sinaloa.
Con tacto, sin caer en sensacionalismos, el documental presenta a la asociación sinaloense en reuniones-sesiones para organizar las salidas los miércoles y domingos. Después de recibir pitazos, mensajes de texto en teléfonos celulares o croquis deslizados por las rendijas de las puertas, siguen rastros o regresan a sitios revisados anteriormente.
Algunas veces timadas, Las Rastreadoras retoman sus travesías a parajes desérticos, con la ilusión de encontrar huesos, aunque los anhelos sean de hallarlos con vida. Repetidamente rompen en llanto sin abandonar la trinchera de encontrar sus tesoros. “Te buscaré hasta encontrarte” estampan en playeras donde aparecen enormes fotografías de damas y varones.
Su perseverancia y presencia incomoda a autoridades forenses y policiacas, incluso agrupaciones fuera de la ley disparan a los vehículos en los en que se trasladan amparándose en: “nosotras no buscamos culpables, queremos nuestros tesoros”. Las Rastreadoras no cesan en sus intentos, sea con picos, palas y machetes, incluso crearon su propia herramienta: una varilla metálica ahuecada en uno de los extremos con las que han detectado fosas clandestinas con restos humanos.
Las fechas caracterizan a las integrantes de esta agrupación de búsqueda de desaparecidos. Además de nombres, apellidos y sitios de origen, Las Rastreadoras jamás olvidan ciertos días de junio, septiembre o noviembre cuando comenzaron las pesadillas que acompañan su diario acontecer. En el documental pueden escucharse aquejadas por males emocionales imposibles de remediar.
Conversatorio
En conversatorio con la doctora Cynthia Acosta Ugalde, coordinadora de la Comisión Interna para la Igualdad de Género de la FES Acatlán, el documentalista profundizó sobre algunos aspectos de Te nombré en el silencio. “Para mí este proyecto, el cine documental, es una maquinaria de empatía. Se busca hacer conciencia de lo que está pasando y cada quien en su trinchera abonar de la manera que se pueda. Si somos conscientes de nuestros talentos, de las posibilidades que podamos hacer, cada quien tiene una oportunidad de apoyar estas causas”.
Respecto al objetivo del documental estableció: “crear esta reflexión y esperar, si se puede, un accionar”. Asimismo indicó la dualidad del trabajo: “para mí la parte oscura es haber estado acompañando a Las Rastreadoras estos cinco años, saber la precariedad con la que buscan, conocer el dolor, esa pesadez. Se me queda una tristeza inamovible de lo que está pasando. De la parte luminosa, me quedó con muchísimas lecciones de vida, cómo estas mujeres que tienen esta carga como de El Pípila y todavía pueden reírse, contar chistes colorados, tomar unas cheves y salir con el novio, con el esposo y todavía tener la esperanza. Es una lección muy grande para mi propia vida”.
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