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Almudena Carracedo visitó la FES Acatlán

POR KAREN EDITH PONCE RAMÍREZ Y ROGELIO RAMÍREZ ARAMBURU *

Ambulante Gira de Documentales 2019 estuvo presente en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y durante la proyección de El silencio de otros el equipo de CineAdictos tuvo la oportunidad de entrevistar a Almudena Carracedo, codirectora de este documental que ha obtenido el reconocimiento unánime de la crítica a nivel internacional.

Almudena Carracedo estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó una tesis doctoral sobre el cine fronterizo. Continuó su formación en la Escuela de Teatro, Cine y Televisión en la Universidad de California, en Los Ángeles. Durante su estadía desarrolló múltiples proyectos como Welcome, a Docu-Journey of Impressions (2002) y Made in L.A. (2007), que narra la lucha de tres mujeres latinoamericanas inmigrantes que trabajan en talleres textiles de Los Ángeles, California.

Durante años, el género documental ha sido el estilo narrativo de Almudena Carracedo y esto se debe a que desde un principio se dedicó a grabar luchas sociales para una organización de mujeres inmigrantes en Los Ángeles y porque además intenta generar un cambio social con sus fimes.

“Algo que me parece muy apasionante de este género es que los protagonistas son reales y eso tiene un poder muy fuerte en la audiencia […] El poder seguir la transformación de los personajes durante varios años, es lo que más me apasiona”, comentó la cineasta.

Su proyecto más reciente es El silencio de otros (2018), el cual acompaña a las víctimas del franquismo que continúan buscando justicia hasta nuestros días. Este filme fue codirigido con el productor estadounidense Robert Bahar.

Cabe anotar que el franquismo representa una ideología política impuesta por Francisco Franco (1892-1975), quien a partir de la guerra civil en 1936 y hasta su muerte estableció valores conservadores o nacionalistas en contra del comunismo en España.

Este periodo se caracterizó por miedo generalizado, represión política y social, control ideológico y moral, pobreza, carencia de libertades y derechos humanos, el cual afectó a hombres, mujeres y niños por igual.

En 2010, cuando se empezó a conocer sobre los bebés robados durante el régimen, Almudena Carracedo y Robert Bahar decidieron contar el legado del franquismo y estando en España se encontraron con la querella argentina, un movimiento social que investiga los casos de las víctimas y fue ahí donde encontraron la idea y motivo central de su documental: la búsqueda de justicia.

“El documental es mi evolución como persona en relación a este tema […] Hubo algo dentro de mí que me dolía, que me llamaba. Como que tenía una cuenta pendiente con el pasado de mi propio país”, reveló Almudena Carracedo.

El proyecto fue filmado a lo largo de siete años, con un total de 450 horas grabadas; sin embargo, el verdadero reto inició cuando se seleccionó el material definitivo, pues en año y medio se eligió el montaje presentado en los 95 minutos que dura la película.

La realizadora define al proceso del rodaje de tres formas diferentes: una experiencia agradable, porque trabajó en equipo con Robert Bahar; también duro, debido a la búsqueda de recursos para financiar el proyecto y la creación de la película; pero también satisfactorio al terminarla y ver que sí funcionaba.

Como parte de la filmación, ambos productores colaboraron en la querella argentina; esto ayudó a que se acercaran a las víctimas y ellas se involucraran más con los cineastas, facilitando así su participación en pantalla.

“Comenzamos a colaborar con el movimiento de memoria histórica que estaba iniciando con la querella argentina, por tanto, ellos nos eligieron a nosotros igual que nosotros a ellos. Se estaban organizando y nosotros comenzamos a grabar a una serie de personas que estaba trabajando en ese proceso”, recordó.

El silencio de otros, con un estilo directo e intimista, se ha convertido en la voz más poderosa de los protagonistas, pues al ponerse delante de la cámara y contar estas historias, transmiten responsabilidad y generosidad, valores que los ha llevado a seguir luchando toda su vida.

Una de las historias que se presentan es la de María Martín, quien tenía seis años cuando la separaron de su madre, Faustina López. En 1936, junto con 27 hombres y tres mujeres, a Faustina se la llevaron por no tener el dinero que le habían pedido. Sus restos fueron enterrados en una fosa común bajo una carretera tras ser asesinada y María Martín falleció en 2014 sin poder recuperarlos.

Para Almudena Carracedo y Robert Bahar este documental significó todo un desafío y una gran responsabilidad, ya que no podían defraudar a toda la gente que colaboró con ellos.

“Cada uno de ellos tenía que representar algo grande. Desde el principio nosotros sabíamos que la película era más grande que nosotros, lo protagonistas también lo sabían. Esto simbolizaba algo más grande […] Están ahí representando a miles de personas y en homenaje a estas personas, no podíamos desfallecer”, declaró la también productora.

El silencio de otros se estrenó en la sección Panorama del Festival Internacional de Cine de Berlín 2018, donde recibió el Premio del Público y el Premio de Cine por la Paz de la Fundación Heinrich Böll.

Ha recibido más de 30 premios a nivel nacional e internacional, incluyendo en 2019 el Premio Goya, el Premio Platino y el Premio Cinematográfico José María Forqué en la categoría a Mejor Película Documental.

“No esperábamos tan buen recibimiento; de hecho, cuando se inició con la película, todo el mundo decía ¿por qué hacen esto, si esto no le interesa a nadie?, pero lo bonito es que realmente sí le interesaba a mucha gente y no sólo a la gente en España sino a nivel internacional”, puntualizó Almudena Carracedo.

De igual forma, la Academia de Hollywood lo ha preseleccionó como uno de los 15 documentales en la shortlist para la nominación a Mejor Documental en la edición 91 de los Oscar.

Este filme se ha estrenado en 45 países, entre ellos Estados Unidos, Francia, Portugal, Brasil y Reino Unido, además de que ha participado en más de 100 festivales, incluyendo el festival mexicano Ambulante Gira de Documentales en la edición de 2019.

“Los reconocimientos son muy bonitos, […] ganar el Goya y el Platino, pero lo mejor es el reconocimiento de la gente, o sea, que a la audiencia le funcione, que le ayude a sentir, a pensar y entender. Generar una sensación dentro y decir tenemos que hacer algo. Ese es el verdadero premio”, expresó la cineasta.

A partir de su estreno ha sido bien recibida tanto por el público como por la crítica cinematográfica, ya que la gente conecta con la historia y con los protagonistas. Es por eso que utiliza al género documental, porque con esta herramienta puede conectarse con el corazón de la gente para observar este tipo de problemas, generando empatía y un cambio social.

Para Almudena Carracedo El silencio de otros ha significado el “gran monstruo” que ha comido su vida, ya que fue el proyecto que más tiempo le tomó realizar y terminar, además de que lo combinó con otra actividad: ella también es profesora de producción documental en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Alcalá enseña producción y dirección de documentales.

“Es difícil compaginar porque muchas veces hay que ir a grabar, pero tienes que dar clases o tienes que dar feedback a los cortes de las películas, pero es muy inspirador. Los estudiantes son muy inspiradores, tienen ideas nuevas y frescas. Es bonito cuando la gente tiene pasión por lo que hace, eso se contagia en las dos direcciones”.

Actualmente está dedicada completamente a la difusión del documental; sin embargo, adelantó que en el verano decidirá qué nuevo proyecto emprenderá.

Al finalizar la entrevista Almudena Carracedo dirigió un mensaje para toda la comunidad universitaria de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán:

“Mi consejo a las personas que trabajan en audiovisual o creando mensajes sociales a través del cine o del video, es la perseverancia, no aceptes un no por respuesta. Todo el mundo va a decir que no se puede, pero tú tienes que seguir luchando porque sí se puede, con mucho esfuerzo y sacrificio […] Estoy convencida de que los documentales pueden ayudar a transformar conciencias y pueden ser ese granito de arena que todos los días nos ayuda a ser mejores, sociedades más justas”.

* Karen Edith Ponce Ramírez y Rogelio Ramírez Aramburu realizan su Servicio Social en Promotoría Cultural.
Esta colaboración se publicó de manera impresa en junio de 2019, edición 182 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.
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POR ANGÉLICA MEJÍA RAMÍREZ *

Pocas películas de animación combinan de manera tan prolija el lenguaje cinematográfico, la cultura y el amor como Kimi no Na wa (Makoto Shinkai, 2016), conocida en México como Tu nombre.

Cuenta la historia de Taki, joven estudiante radicado en Tokio, y Mitsuha, muchacha originaria de una pequeña provincia cuya familia es de tradiciones muy arraigadas. Tienen una relación muy peculiar que se debe descubrir durante el filme, vinculada a la trayectoria de un cometa milenario que se acercará a la Tierra.

La cultura es el eje central de esta historia. La forma en que se presentan los distintos símbolos japoneses guía la trama y aunque se trata de una película muy exitosa, pues superó en taquilla al El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki y Kirk Wise, 2003), una de las más conocidas a nivel mundial, lo más destacable es la conexión que logró con el pueblo japonés.

Posee una gran carga de simbolismo sintoísta, religión nativa de Japón. Ejemplo de ello es la importancia que tiene en la historia el crepúsculo, ese momento del día en que se conocen el día y la noche, lo real y lo ficticio, lo conocido y lo desconocido, tiempo en el que la magia del filme sucede, pues la frontera entre el mundo de lo vivo y el hogar de los kami, figura que venera el sintoísmo, se difumina unos minutos.

Para el sintoísmo, cuando alguien muere el cuerpo se vuelve polvo, pero su espíritu se convierte en kami. La figura de los kami es relevante en la trama. Si bien estos seres, que han sido traducidos equivocadamente como “dioses”, no forman parte del conocimiento popular, para la población japonesa tradicional sí tiene sentido. Al resto de los espectadores los vuelve curiosos y los invita a empaparse de esta cultura, ya que incluso se han creado foros en línea para debatir sobre este tema.

Otro símbolo, probablemente el más conocido en occidente, es la cuerda roja del destino. La leyenda cuenta que los dioses atan una cuerda roja, invisible para los mortales, a las personas que están destinadas a encontrarse. El destino y el concepto de alma gemela son claves para los protagonistas de Tu nombre.

La banda sonora es una de las mejores del anime. A lo largo de la cinta se pueden escuchar piezas de cuerdas, piano y percusiones; unas con un enfoque religioso y otras de pop japonés a las que, si se pone atención, permiten esquematizar la trama.

Las canciones seleccionadas para Tu nombre encuadran, por sí solas, la historia; es decir, sirven para una narración musical, algo que muy probablemente identifiquen si se animan a ver esta película y ponen atención a la música. Seguramente lograrán una experiencia sensorial muy particular y que no es común con la mayoría de los largometrajes.

Sin duda se trata de una joya animada. Basta con ver unos cuantos fotogramas para observar el detalle con el que fueron dibujados los escenarios. Sombras, luces, colores, todo se integra en una excelente fotografía.

Además de destacados aspectos técnicos y carga simbólica, la historia que Makoto Shinkai cuenta es conmovedora; se trata de personajes carismáticos enmarcados por adecuados toques de comedia, giros inesperados que ganan para esta película una recomen-dación de “indispensable” y verla más de una vez.

* Angélica Mejía Ramírez realizó su Servicio Social en Promotoría Cultural.
Esta colaboración se publicó de manera impresa en mayo de 2019, edición 181 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.
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POR  JOSÉ ALFREDO FLORES ROCHA

A las seis de la tarde se levantó de la cama y se puso los zapatos y la corbata. En el baño se echó agua en la cara y se peinó el cabello corto y negro. No tenía por qué rasurarse; nunca había tenido mucha barba y una rasurada le duraba tres días. Se puso una poca de agua de Colonia Yardley, volvió al cuarto y del buró sacó la cuarenta y cinco. Revisó que tuviera el cargador en su sitio y un cartucho en la recámara…El saco era nuevo y el sastre había hecho un buen trabajo; casi no se notaba el bulto de la pistola bajo el brazo, sobre el corazón.

El complot mongol
Rafael Bernal (1969)

Durante décadas, el cine ha basado sus guiones en la literatura. En nuestro país no son pocas las obras que han sido llevadas a la pantalla grande, no todas con éxito. Sin embargo, haciendo un repaso breve de la cinematografía nacional, encontramos casos notables.

Basta recordar la novela Los bandidos del Río Frío, de Manuel Payno, adaptada dos veces. La mítica cinta Santa, llevada al cine en cuatro ocasiones; Los de abajo, de Mariano Azuela, sin dejar de lado La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán.

En la segunda mitad del siglo XX destacan: Ensayo de un crimen, de Rodolfo Usigli, llevada al cine de manera magistral por el director español Luis Buñuel. Y qué decir de Macario, obra literaria de Bruno Traven adaptada en 1960 o de Pedro Paramo y El gallo de oro del gran escritor Juan Rulfo.

A la lista se deben sumar Aura y Gringo viejo, ambas de Carlos Fuentes; La feria, de Juan José Arreola; Los albañiles, del escritor y dramaturgo Vicente Leñero; Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro; El apando, de José Revueltas; Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia; Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta, hasta llegar a la multipremiada Como agua para chocolate, de Laura Esquivel y dirigida en cine por Alfonso Arau.

A las obras antes citadas es inevitable sumar ahora El complot mongol (1969), destacada novela policiaca y punta de lanza en la historia literaria de nuestro país, al inaugurar la denominada novela negra mexicana, llevada a la pantalla grande por primera vez en el año de 1978 por Antonio Eceiza.

En 2019, el realizador y guionista Sebastián del Amo regresa con una nueva versión que resulta un bálsamo en la cartelera de primavera, una luz al final del túnel que intenta posicionar al cine nacional en las marquesinas de las grandes cadenas exhibidoras, ante la abrumadora presencia de los estrenos de películas de superhéroes de corte internacional.

La cinta respeta, en esencia, el argumento central de la novela de Rafael Bernal. A unos días de su estreno ha despertado entre la crítica versiones encontradas.

Para quienes hayan leído la divertida y picante novela será una versión que se toma sus licencias literarias para provocar en el espectador la carcajada fácil. Sin embargo, más allá de ello, descubrirán un tratamiento adecuado de la trama, con actuaciones por demás sobresalientes y una ambientación digna.

La historia policiaca y de intriga internacional se desarrolla en el barrio chino de la Ciudad de México, teniendo como marco la llamada Guerra Fría entre las dos súper potencias mundiales: Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.

En medio de todo este embrollo quedan Martita Fong, personaje interpretado por Bárbara Mori, quien resulta una grata sorpresa y el experimentado agente Filiberto García, encarnado magistralmente por Damián Alcázar, quien junto con agentes foráneos intentará descubrir el supuesto complot chino que tiene como misión asesinar al presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en su visita a México. En papeles especiales y secundarios destacan: Eugenio Derbez, Xavier López “Chabelo” y Hugo Stiglitz.

El complot mongol termina por rescatar no sólo lo mejor de la novela negra mexicana,  sino uno de los géneros literarios que han quedado relegados por los productores y directores nacionales, que han centrado sus esfuerzos en comedias que dejan mucho que desear, con guiones hechos al vapor e interpretaciones de baja calidad.

Bienvenidos sean estos proyectos cinematográficos que intentan lograr un producto de calidad, que si bien no tiene mayores pretensiones que la de entretener, también nos dejan un poco de ese México que parece olvidado, que se niega a morir en las cantinas, restaurantes, barrios y calles de la gran Ciudad de México.

Esta colaboración se publicó de manera impresa en mayo de 2019, edición 181 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.

Ambulante 2019 en la FES Acatlán

POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

Ambulante Gira de Documentales cumple 14 años como el espacio más importante en nuestro país para la proyección y difusión del cine documental, género que devela historias ancladas en la experiencia, posee un gran valor como memoria y patrimonio inmaterial.

Esta labor ininterrumpida, principalmente ha permitido que el público tenga acceso a filmes que probablemente nunca vería, pues no es común que se les abra espacio en cadenas de cine comercial o en televisión.

Es innegable que estos materiales contribuyen a generar nuevos conocimientos entre los espectadores quienes, después de ser testigos de las historias retratadas en pantalla, tienen la posibilidad de transformar su rol: de audiencia pasiva, en público mejor informado y con puntos de vista críticos respecto de los temas expuestos.

Los días 13 y 14 de abril, en el Auditorio 1 de la FES Acatlán, se presentarán: En sus hombros (Alexandria Bombach, EU. 2018); Disparos (Rodrigo Hernández Tejero / Elpida Nikou, México – España. 2018); América (Erick Stoll, Chase Whiteside. EU. 2018) y El silencio de otros (Almudena Carracedo / Robert Bahar. España – EU. 2018). De los títulos señalados tres pertenecen a la sección Resistencias (historias sobre justicia y memoria) y uno a Pulsos (cine mexicano).

Destaca la presencia de El silencio de otros, ganadora del premio Goya 2019, la cual se centra en los testimonios de sobrevivientes de tortura durante la dictadura de Francisco Franco en España y cuya directora, Almudena Carracedo, estará presente en la FES Acatlán, para llevar a cabo una sesión de preguntas y respuestas.

En 2019 Ambulante ha tenido como concepto temático las ilusiones ópticas, con objeto de reanimar una conversación central para el cine documental: su vocación como evidencia visible y tecnología que genera un juego de percepción, de magia e ilusionismo. Ha propuesto, con éxito, una conversación sobre las posibilidades de lo real y la épica de lo cotidiano.

También ha logrado establecer las bases para realizar radiografías de hechos presentes o del pasado, abiertas a distintas interpretaciones. Es momento de ser testigo de una parte de este caleidoscopio de ilusiones que nos muestra la realidad compleja y cambiante.

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Muestra Internacional de Cine. Edición 66

POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

Llega el momento de ser testigos de la edición 66 de la Muestra Internacional de Cine, un encuentro con grandes obras que retratan distintas miradas y preocupaciones de directores contemporáneos, cuyas historias dan cuenta de la maestría de sus experimentados autores y cuya calidad ha sido reconocida en los festivales más importantes a nivel internacional.

La selección para la Muestra la determina su propuesta autoral y los temas ahora son: injusticia social, lazos familiares, éxito profesional, conflictos laborales, clasismo, prejuicios, deseos de venganza, crímenes de honor, matrimonio forzado, violencia, racismo y la complejidad de las relaciones interpersonales. Destaca la carga histórica o su aspecto de “basada en hechos reales”.

Sin duda, las 11 cintas que podremos ver en el Teatro Javier Barros Sierra del Centro Cultural Acatlán presentan una particular visión del mundo y refrendan su valía como filmes “de arte”, que contribuirán a educar, formar gustos y público que aprecie el cine de excelencia.

México está representado por dos películas, los otros filmes provienen de Francia, Brasil, Portugal, Rusia, Hungría, Bélgica, Austria y Japón. En la Muestra, espectadores nuevos y experimentados encontrarán motivos para asombrarse con lo más reciente, celebre o polémico de la industria cinematográfica internacional.

La camarista (Lila Avilés, México, 2018), se centra en una dinámica casi voyerista para conocer la vida de una joven empleada de un hotel de lujo en la Ciudad de México. Sus exitosas presentaciones en los festivales de Morelia, Toronto y La Habana la respaldan.

La casa junto al mar (Robert Guédiguian, Francia, 2017), trata de la inmigración ilegal y cuenta asuntos de legado familiar que, en realidad sirven, para que el director reflexione sobre el paso del tiempo y la vejez junto a los actores y actrices que crecieron con su filmografía. Se presentó en los festivales de Venecia, San Sebastián y fue nominada por la Academia de las Artes y Técnicas del Cine de Francia.

María por Callas (Tom Volf, Francia, 2018), presenta un homenaje a quien fuera considerada una “rock star” de la ópera, diva a la que ahora se tiene cercanía gracias a un documental que reinterpreta a la emblemática artista. Resignifica la figura de la intérprete con una exhaustiva búsqueda de primera voz y le concede la posibilidad de descifrar el mito o leyenda en que fue convertida.

En guerra (Stéphane Brizé, Francia, 2018), alude al conflicto que enfrentan ahora los empleados con sus dirigentes y también a los apremios del sistema empresarial contra los obreros. Desde la óptica del director hay una guerra contra los trabajadores y ahora que Francia enfrenta las protestas de los llamados Chalecos Amarillos, es momento de voltear la mirada a este tipo de movimientos sociales. Fue estrenada en el Festival de Cannes.

Plaza París (Lúcia Murat, Brasil-Portugal-Argentina, 2017), retrata conflictos sociales en Río de Janeiro, ciudad fracturada por la violencia. A partir de la relación entre dos mujeres de diferentes clases sociales, guía al espectador por un mundo complejo, pero también pleno de comprensión y ternura. Por esta película Murat ganó el premio a Mejor Director en el Festival Internacional de Río de Janeiro.

Leto (Kirill Serebrennikov, Rusia-Francia, 2018), retoma un evento personal en el que participó su director, para partir de ahí, profundizar en la escena del rock y la convulsión social imperante en San Petersburgo antes de la Perestroika, durante los años 80. La protagonizan músicos que descubren, casi de contrabando, a Lou Reed, Bowie y Blondie. Fue premiada en el Festival de Cannes.

Ocho de cada diez (Sergio Umansky, México, 2018), recoge una estadística sobre la violencia y la impunidad en nuestro país; siguiendo esta idea cuenta la historia de una pareja agredida que busca justicia. Plantea la cultura del miedo, poco abordada en la pantalla grande. Ganó dos premios en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

Atardecer (László Nemes, Hungría-Francia, 2018), logra advertir un momento caótico y violento que acabaría con el sueño de la vieja Europa, en específico lo ocurrido en Budapest durante 1913, con el principio de la descomposición del Imperio Austro-húngaro. Se adentra en la suciedad moral tras la pompa aristocrática y el poder económico.

La boda (Stephan Streker, Bélgica-Pakistán-Luxemburgo-Francia, 2016), expone los choques culturales y generacionales de una familia paquistaní que se divide entre las costumbres del mundo occidental y oriental. El drama se desarrolla en una ciudad gris, con emociones contenidas, donde se expone una metáfora de la dignidad humana que lucha por sobrevivir a pesar de la patética realidad.

Angelo (Markus Schleinzer, Luxemburgo-Austria, 2018), muestra el origen, ascenso y decadencia de Angelo Soliman, esclavo desde los 10 años y sirviente en la casa de los príncipes de Liechtenstein. Ofrece una perspectiva álgida del racismo de la Europa del siglo XVII. Recientemente ganó tres premios de la Comisión de Cine de Austria.

Asako I & II: Soñar o despertar (Ryûsuke Hamaguchi, Japón-Francia, 2018), se inspira en la historia de una joven que se enamora de dos personas idénticas con diferente personalidad en dos momentos de su vida. La búsqueda de identidad y de estabilidad emocional guían este peculiar filme, considerado “diferente” entre las comedias dramáticas o románticas.

Es momento de ver las películas que más han llamado la atención en la escena internacional. Seamos testigos de lo que trae esta vez la Muestra.

 

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POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

En la edición 178 (marzo 2019) de este boletín nos dimos a la tarea de presentar un panorama con lo más relevante de la historia de la industria cinematográfica de Canadá; el objetivo fue anticiparnos a la exhibición de la primera Semana de Cine Canadiense, que ahora ocupa nuestra atención. Tanto de manera impresa como en el Blog CineAdictos les exhortamos a realizar una lectura detallada.

La Semana de Cine Canadiense es un nuevo encuentro organizado por Nueva Era Films, empresa que ha decidido replicar el exitoso modelo del Tour de Cine Francés, cuyo formato ya es conocido por la comunidad universitaria: muestra itinerante con una selección de lo más reciente de la producción cinematográfica, con el fin de acercar al público mexicano al cine y la cultura de un país en específico.

Ahora es el turno de conocer diferentes estilos y formas de ver la vida a través de la mirada de cineastas canadienses. Nueva Era Films se vuelve a apoyar en Cinépolis para la distribución en salas comerciales y recurre a Telefilm Canadá para gestionar tanto la curaduría como la exhibición del circuito cultural en México.

El formato de presentación de siete películas ha funcionado bien, como nos explicó en entrevista Leopoldo Jiménez, director de Nueva Era Films (CineAdictos 175, agosto 2018): “En los festivales regularmente se presentan 150 o 200 películas, pero al final el espectador promedio sólo tiene la oportunidad de ver dos o tres… Este número [siete] funciona y es manejable, hemos visto que la fórmula resulta muy bien de esta manera”.

Como parte del circuito cultural, el Teatro Javier Barros Sierra de la FES Acatlán será el espacio donde se podrá apreciar un variado y colorido caleidoscopio, tanto de la cinematografía canadiense como de los aspectos y tópicos que caracterizan a la sociedad de esa nación. La cita es del 3 al 5 y del 8 al 11 de abril en el Centro Cultural Acatlán.

La mayoría de estos filmes se presentaron en el Festival Internacional de Cine de Toronto; se caracterizan por ser obras de directores de gran renombre internacional, con sólidas trayectorias, como son los casos de:

Akash Sherman. Joven director con una prolífica trayectoria. Ganó el reconocimiento de “Playback Magazine’s” como uno de los cinco cineastas más influyentes de 2017. Ha realizado largometrajes, documentales y comerciales en los que resalta su dominio en los efectos especiales. Debutó a los 16 años de edad con el cortometraje For Them, for You (2011), con el cual ganó dos premios en el Festival de Cine de Michigan. En 2012 realizó A Teaching Game, su segundo cortometraje, que fue reconocido con el Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Edmonton. Estudió cine en la Universidad de Ryerson, Toronto, pero abandonó la escuela luego de realizar el largometraje The Rocket List (2015) y se concentró de lleno en la filmación de Clara (2018).

Sébastien Pilote. Director y guionista. Empezó a figurar en 2007 con el estreno de su primer cortometraje Dust Bowl Ha! Ha! en el Festival Internacional de Cine de Lorcano. Con Le Vendeur (2011), su primer largometraje, obtuvo el premio FIPRESCI en el Festival Internacional de Cine de San Francisco y compitió en el Festival de Cine de Sundance. Para 2013 estrenó Le Démantèlement como parte de la 52ª Semana de la Crítica de Cannes y ganó el Premio SACD. Su más reciente filme, La disparition des lucioles (2018), se presentó en la sección de Cine Mundial Contemporáneo en el Festival Internacional de Cine de Toronto, donde ganó el premio a la Mejor Película Canadiense.

Patricia Rozema. Directora, guionista y productora con una sólida carrera en cine y televisión. Estudió Filosofía en el Colegio Calvinista de Michigan, donde se formó realizando obras de teatro. Su carrera como cineasta inició en 1985 con el cortometraje Passion: A Letter in 16 mm, al que le siguió Urban Menace (1986). Con la película I’ve Hear the Mermaids Singing (1987) obtuvo reconocimiento internacional, ya que tras ser estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto recibió el Premio de la Juventud en el Festival de Cannes, entre otros muchos galardones. Fue incluida en la lista de las 10 mejores películas canadienses de todos los tiempos. De sus trabajos más relevantes es necesario mencionar Mansfield Park (1999), Into the Forest (2015) y Mozart in the Jungle (2016).

Miranda de Pencier. Estudió Teatro y Filosofía en la Universidad de Concordia; se especializó en Actuación en la Universidad de Nueva York. Por más de 15 años desarrolló una exitosa carrera como actriz y cantante en teatro, cine y televisión. Desde joven su carrera quedó marcada por la película Anne of Green Gables (Kevin Sullivan, 1985), donde interpretó a Josie Pye. Luego se dedicó a la producción y a partir del año 2000 trabajó como directora en las dos divisiones de la compañía cinematográfica de Robert Redford: Wildwood Enterprises y Southfork Pictures. De Pencier debutó como directora en The Grizzlies (2018), filme que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto y ganó el premio del Sindicato de Directores de Canadá por Mejor Dirección.

Luc Picard. Actor, director y comediante. Estudió Arte Dramático en Montreal y la década de los años 90 fue muy significativa para su carrera como histrión. En su trayectoria destacan roles protagónicos en 31 películas, 14 programas de televisión y 25 obras de teatro. Incursionó como director en L’Audition (2005), la cual fue exitosa en Quebec y ganó numerosos premios. Después realizó Babine (2008) y Ésimésac (2012). Les rois mongols (2017), su más reciente película, fue presentada en la séptima edición del Festival de cinéma de la ville de Québec, donde obtuvo el Premio del Público y compitió en la Sección Oficial del 68 Festival Internacional de Cine de Berlín.

Keith Behrman. Director, guionista y productor. Estudió la Licenciatura en Bellas Artes en la Universidad Simon Fraser y posteriormente Dirección en el Centro de Cine Canadiense. Comenzó su carrera como cineasta en 1995 con el cortometraje Thomas, al que le siguió White Cloud, Blue Mountain (1997), ambos se estrenaron en el Festival Internacional de Cine de Toronto y fueron exhibidos en festivales de todo el mundo. En 2002 presentó su primer largometraje, Flower & Garnet, el cual fue aclamado por la crítica y seleccionado entre las 10 mejores películas canadienses realizadas ese año; lo recibieron muy bien en el Festival de Cine de Berlín y en el Festival Internacional de Cine de Boston, donde le otorgaron el Grand Premio del Jurado. Su tercer cortometraje, Ernest (2002), ganó la Mención de Honor por Mejor Cortometraje en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Giant Little Ones (2018) es su más reciente filme.

Grayson Moore. Estudió Producción de Cine en la Universidad de Ryerson. Debutó como director con Running Season (2014), la cual elaboró como tesis de licenciatura y estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto; por este trabajo ganó el premio a Mejor Cortometraje Canadiense en el Festival de Cine de Whistler. Posteriormente escribió y codirigió Boxing (2015), con Aidan Shipley. A partir de este trabajo en conjunto, ambos realizadores compaginaron sus talentos para crear Cardinals (2018), su primer largometraje.

Aidan Shipley. Actor, director y productor. Desde adolescente participó en programas de televisión y películas exitosas interpretando diversos personajes. Compaginó su trabajo histriónico con estudios de Producción de Cine en la Universidad de Ryerson. Su primer cortometraje, Alan’s Study (2012), le permitió incursionar en el trabajo de edición. Posteriormente realizó Bridges (2013) y Dorsal (2014).

Es indudable que el cine de Canadá adquiere mayor importancia en la escena internacional y es tiempo de ser testigos de la calidad de esta muestra fílmica que podremos conocer con versiones en su idioma original subtituladas al español.

 

 

 

 

 

 

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POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

En la historia de la cinematografía mundial, Canadá ha padecido una especie de opacidad provocada, en gran medida, por el aplastante Hollywood que, como ya sabemos, absorbe todo lo que le sirve, no importando si se trata de técnicos, directores, histriones, fotógrafos y demás especialistas en la realización del Séptimo Arte.

Las referencias sobre los grandes directores de Canadá recaen comúnmente en los nombres de David Cronenberg, Atom Egoyan y Denys Arcand, quienes a lo largo de varias décadas han traspasado las fronteras de su cinematografía local, con múltiples premios alrededor del mundo y coproducciones internacionales.

Sin duda, la riqueza cinematográfica de Canadá merece mayor reconocimiento y difusión, ya que a realizadores jóvenes y consagrados como Xavier Dolan, Denis Villeneuve, Sarah Polley y Léa Pool les siguen los pasos otros talentos como Patricia Rozema, Miranda de Pencier, Akash Sherman, Sébastien Pilote, Keith Behrman, Grayson Moore y Aidan Shipley, por mencionar algunos.

Muchos de estos nombres por ahora pudieran no aportar mayor referencia a nuestros lectores, pero les aseguramos que muy pronto serán grandes figuras de las que escucharemos con mayor frecuencia, cuando sus filmes sean vistos en nuestro país y premiados en los más importantes festivales de cine del mundo.

Tal como sucede con cineastas de otras latitudes, los directores de cine canadiense se interesan en abordar el amor, la amistad, los vínculos familiares, la búsqueda de la identidad; enmarcados por drama, romanticismo, suspenso, documentales, biopics donde retratan los estilos de las diferentes provincias, idiomas y culturas que integran ese país, como las costas de Terranova y Nueva Escocia o las cosmopolitas Montreal y Toronto.

En las siguientes páginas les invitamos a realizar una mínima revisión del cine canadiense y, si es posible, buscamos despertar su interés por descubrir o redescubrir una cinematografía que seguramente les resultará fascinante por sus distintos estilos, temáticas y géneros.

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POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO

En las páginas de este boletín nos hemos dedicado a dar testimonio de los constantes cambios de la industria del cine y ahora, con la irrupción de Roma (Alfonso Cuarón, 2018) se nos plantea otro reto para comprender las nuevas dinámicas que enfrenta la realización del Séptimo Arte con proyectos personales o visiones muy particulares.

Roma es, indudablemente, una película sui géneris; destaca por su fuerza visual contundente que es resultado, en gran medida, de haber sido filmada en formato panorámico de 70 milímetros y audio 7.1, donde los diálogos, efectos, música y detalles tienen asignados canales por separado para escuchar hasta el más mínimo detalle en un sonido envolvente.

Es atípica por la forma en que Cuarón la pudo realizar, con un presupuesto de 17 millones de dólares financiados por Netflix, pero siguiendo un proyecto muy íntimo que lo acompañó durante décadas: rendir homenaje a Libo, su propia nana.

Por un lado, el director consagrado logra una película basada en su infancia y, por otro, la trasnacional se afianza en la cima de la industria cinematográfica, con esquemas nada tradicionales.

Roma, por su particular estrategia de promoción y distribución, se ha convertido en un producto de deseo masivo y con ella Alfonso Cuarón ha demostrado su maestría como realizador y promotor de sus propios productos cinematográficos.

Al cierre de edición, compite en los premios Oscar 2019 con 10 nominaciones y los pronósticos, plenos de optimismo, permiten esperar que Alfonso Cuarón salga triunfante en la ceremonia del domingo 24 de febrero. Si la crítica acierta obtendría la primera estatuilla para México por Mejor Película en Lengua Extrajera y también podría llevarse los premios por Mejor Fotografía, Mejor Director y Mejor Película.

No podemos, ni debemos pasar de largo el “fenómeno” Roma. Por ello, la FES Acatlán será testigo de la exhibición de esta película como debe verse, en pantalla de cine. En las siguientes páginas, a favor o en contra, se incluyen puntos de vista de académicos y especialistas, a fin de aportar elementos para verla desde diversos ángulos.

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POR GLORIA DE LA GARZA *

Alfonso Cuarón ha insistido en que su más reciente película, Roma, no es una historia nostálgica. Sin embargo, activa la nostalgia de los espectadores, en especial de los de 50 o más
años, pues trae ecos de infancia y adolescencia; es
un entrañable retrato costum-brista del inicio de la década de los 70 del siglo XX.

La cinta es una reconstruc-ción preciosista que se solaza en los detalles de una época: desde calles y edificios hasta la decoración de interiores, prendas de vestir, juguetes, programas de televisión, entre otros.

Los protagonistas se mueven entre los cines Estadio y Las Américas, Banca Serfín, taxis “cocodrilos”, autos Galaxy, se ríen con los comediantes de “Ensalada de Locos”, se apresuran con el control del tiempo de “Haste, Haste, la hora de México”…

La colonia Roma es el espacio en que se desarrolla un drama familiar tan cotidiano, que parece demasiado simple para la grandilocuencia de la dirección de arte y de los recursos técnicos invertidos en ella.

La fotografía en blanco y negro remite al pasado, pero también a los contrastes de una sociedad que ha cambiado fisonomía y en la que, sin embargo, persisten problemas de fondo: pobreza, violencia, inseguridad, discriminación de los pueblos indígenas, inequidad de género.

En una trama aparentemente sencilla, dos mujeres de distinto origen, clase social y educación, sufren juntas un dolor similar de decepción, abandono y soledad a causa de una sociedad machista que las margina y las limita.

Comparten una casa y el amor de una misma familia; se acompañan en la pérdida de lo que aman y en la resiliencia. Cuarón propone a Cleo, la joven empleada doméstica, para que sea la guía del espectador en el laberinto de su memoria, con la incertidumbre de encontrar al Minotauro y la esperanza del hilo de amor de Ariadna que nos muestre cómo reconciliar el pasado y el presente.

Roma es la travesía, por momentos surrealista, en los recuerdos de una ciudad y de un México que parece transformarse hacia el “progreso” y la modernidad, pero donde se arraigan heridas, errores y deudas históricas.

* Gloria de la Garza es Profesora de Carrera Titular A en Italiano, FES Acatlán.

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CineAdictos, publicación periódica de la Coordinación de Difusión Cultural, nació en noviembre de 2000. Incluye reseñas de películas, trayectorias de actores, directores, críticas, comentarios sobre los principales festivales, entrevistas, avances técnicos y aspectos de los distintos géneros cinematográficos. El material impreso se distribuye entre la comunidad de la FES Acatlán; a partir del semestre 2015-II extiende sus alcances con el blog de CineAdictos. Espacio abierto a los interesados en la divulgación del séptimo arte.

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