POR CARLOS DÍAZ ROMERO
I believe we exist in a
multiverse of universes
(Creo que existimos en un
multiverso de universos)
Michio Kaku
Es común acudir al cine de Hollywood por mera diversión y dejar el ejercicio intelectual para las producciones independientes o de arte, pero en algunas ocasiones vale la pena revisitar cintas de entretenimiento ligero para explorar profundidades ocultas. The Last Action Hero (John McTiernan, 1993), protagonizada por Arnold Schwarzenegger, es una de ellas.
La nula plausibilidad de su premisa es tal que se pasa por alto; resulta una fuente de planteamientos filosóficos sobre el cuestionamiento de la realidad misma. Todo comienza cuando Danny Madigan, niño fanático del policía ficticio y héroe de acción Jack Slater, recibe un boleto mágico que le da acceso a los filmes y a la “realidad” de Slater.
Arrojado, casi literalmente, al interior de la película Jack Slater IV, Danny hace uso de sus conocimientos sobre la franquicia y los tropos del cine de acción para manejarse en una realidad exagerada, en la que un gato detective de dibujos animados y la remasterización de Humphrey Bogart conviven con personas comunes. De paso, intenta convencer a Slater de que es un personaje adorado por millones de espectadores.
La brillante deconstrucción del cine de acción de los años 90, manejada por John McTiernan, director de aclamadas cintas del género como Predator (1987), Die Hard (1988) y Hunt For Red October (1990), viene acompañada de cuestiones filosóficas y científicas del multiverso y el destino.
Cada película producida dentro de The Last Action Hero, representa un universo alterno, regido por las leyes que los escritores de cine determinan al crear historias: coches que explotan sin motivo, heridas de bala que resultan ser meros rasguños, cuando en verdad serían mortales, entre otros. Los personajes desarrollan sus vidas según los designios del director; sin embargo, esto provoca que las vidas “ficticias” de los personajes sufran las consecuencias de estas decisiones en favor del entretenimiento.
Jack Slater deja siempre un rastro de muerte y destrucción en su búsqueda por llevar ante la justicia a los criminales de su mundo, tal como demanda la trama. Se siente devastado porque él sólo desea ser un buen policía; no obstante, termina atrapado en locas aventuras, explosiones y tiroteos a los que sólo él parece capaz de sobrevivir.
En el clímax de la trama, Slater sale de su universo e ingresa a uno más realista y brutal, el de Danny Madigan, donde descubre que todas las reglas que conocía dejan de ser válidas y enfrenta una crisis existencial. Su vida, todo lo que es y será, no es más que un invento al que un hombre llamado Arnold Schwarzenegger da vida, y todas sus tragedias, como la muerte de un hijo y su primo segundo, son recursos narrativos para el entretenimiento del público. Afortunadamente, Slater llega a buenos términos con su existencia y acepta el papel de héroe en un universo donde todo está escrito para que triunfe.
Esta película genera interrogantes entre los espectadores analíticos, a partir de entender que el universo de Danny, llamado The Last Action Hero, contiene películas con universos paralelos, uno de ellos es Jack Slater IV, donde también hay filmes. Surge la duda: ¿será posible que estas cintas sean universos paralelos? De ser así, significaría que hay un agujero de conejo por el cual se puede descender, atravesando infinidad de universos alternativos, donde las leyes físicas, psicológicas y sociales sean impensablemente extrañas, un universo dentro de un universo.
En esta escalera de realidades también se puede ascender. Danny descubre que las películas son universos propios, visita uno de ellos y también lleva a un personaje hasta su propio mundo. Jamás se cuestiona la realidad o ficción, aunque nosotros, como espectadores, sabemos perfectamente que Danny es ficticio. Una decisión narrativa que da pie a una última propuesta para la metarrealidad multiversal.
¿Si Danny averiguara que aquello que considera la realidad no es más que otro nivel de multiversos ficticios/reales del que puede escapar?, ¿si nosotros desconociéramos, como Jack Slater y Danny Madigan, sobre nuestro mundo y éste no fuera más que la ficción de un escritor paralelo? ¿Qué pasaría si nuestras vidas no estuvieran regidas por la libertad o los designios de una divinidad, sino por la mente de un guionista de Hollywood?