POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
Cuando el cine abolió la muerte…así tituló José de la Colina un artículo en el periódico Milenio el 30 de diciembre de 2012; en su texto aborda una profunda reflexión en torno al Séptimo Arte visto como una verdadera máquina del tiempo, inmortalizadora de todo lo que vive y habrá de morir.
Mucho antes había aparecido la profecía de un reportero del diario francés La Poste el 30 de diciembre de 1895: cuando todos podamos fotografiar a los seres queridos en movimiento y con la palabra en los labios, la muerte dejará de ser absoluta, frase que escribió luego de haber asistido a una de las primeras exhibiciones públicas del Cinématographe Lumière.
Explica José de la Colina los motivos por los que, gracias al cine, seguirán viviendo los actores, estrellas de cine, personajes reales o ficticios que han hecho historia, seres queridos o, en contraparte, hasta detestados, a quienes se puede ver infinidad de veces en las salas cinematográficas, pantallas de televisión, computadoras u otros medios electrónicos, como sucede ahora en los teléfonos celulares.
Lo anterior invita a pensar en la certeza de sus palabras, pero también a ir más allá, pues el registro de imágenes en movimiento y con audio, visto desde el punto de vista técnico, no hace al cine el único medio donde la muerte deja de ser absoluta, existen infinitas posibilidades de inmortalizar a cualquier ser vivo con el video o equipos de registro audiovisual.
Sobre esta idea agreguemos algunos elementos para redondear las particularidades del cine: es un medio de entretenimiento capaz de lograr que el espectador olvide por un rato su propia vida y crea que lo expuesto en la pantalla realmente ocurrió.
Es una ventana a otros mundos, a narrativas distintas; es la observación de imágenes continuas, las cuales implican un proceso de compenetración con los personajes, de imbuirse en la fotografía y en la sonorización de las historias contadas.
El cine es un modo de expresión único para el ser humano: hace uso de la literatura para tener un guion; del teatro toma la representación de los personajes; la música le sirve para ambientar escenas o tener bandas sonoras propias; con la pintura y su derivación, la fotografía, se convierte en un deleite para los sentidos.
Más allá de su poder para la vida eterna, apreciemos la experiencia multifactorial del cine, cuya capacidad rebasa los cinco sentidos, pues nos hace vivir cada película.
Cuando vemos un filme pasamos por alto el proceso frío y técnico detrás del proyector, donde solamente hay miles de imágenes estáticas que avanzan a una velocidad de 24 cuadros por segundo; es el resultado de un efecto óptico, pero no nos decepcionemos, es el más delicioso de los autoengaños y estamos dispuestos a entregarnos a él infinidad de veces, así sea sólo por una de sus cualidades: abolir la muerte.