POR LUCÍA ELENA ACOSTA UGALDE *
En Parásitos (Gisaengchung / Parasite. Corea del Sur, 2019, 132 minutos) el director Bong Joon-ho desarrolla una trama donde convergen las historias de dos familias, aparentemente opuestas pero, en el fondo, muy parecidas, con una mezcla de drama, comedia de humor negro, thriller y terror.
Por un lado están los Kim, pobres, unidos por las circunstancias que los obligan a vivir en el semisótano de un barrio marginal en condiciones deplorables. Por otro los Park, familia adinerada dueños de una residencia donde privan lujo y ostentación, pero también el vacío.
Los Kim, uno tras otro, se van infiltrando en la casa y en la vida de los Park, como tuto-res de sus hijos o empleados del hogar, con la intención de beneficiarse de la evidente riqueza económica. A partir de este pretexto Bong Joon-ho crea una obra maestra.
Parásitos ha sido alabada por la crítica internacional; en 2019 ganó, entre otros premios de festivales internacionales: Mejor Película Internacional en British Independent Film Awards; Mejor Película de Habla no Inglesa en los Globos de Oro y la prestigiada Palma de Oro al Mejor Largometraje en el Festival de Cannes.
En 2020 podría continuar la buena racha debido a las seis nominaciones a los premios Oscar en las catego-rías de Mejor Dirección, Mejor Diseño de Producción, Mejor Guion, Mejor Edición, Mejor Película Extranjera y Mejor Película.
Aunado a que Parásitos ha arrasado con las opiniones de la crítica internacional, también ha merecido el apoyo de un grande de la industria, Guillermo del Toro, quien anotó en su cuenta de twitter: “He amado y admirado a Bong Joon-ho desde Memories of murder (2003) y me sorprende, me deleita y me conmueve en cada ocasión. Entonces, decir que esta es su mejor película significa mucho para mí. Y lo es. Un filme lleno de tristeza, ingenio y profundidad. Irreverente pero compasivo. Asombroso».
Parásitos ofrece multiplicidad de lecturas. Los personajes son redondos, están tejidos de manera excepcional y fueron construidos desde las vicisitudes de todos los seres humanos: la familia pobre nos traslada al universo de la desesperación ante la carencia, mientras la familia rica detona la indignación ante el derroche y la opulencia en el que el dinero se gasta solamente en trivialidades.
Existen elementos alternos al relato: mientras que la torrencial lluvia es una tragedia para la familia pobre e inunda su precaria vivienda, para la familia rica es un mínimo contratiempo, la causante de la interrupción de un viaje familiar, que encuentra una fácil solución haciendo que el maleducado hijo menor instale su tienda de campaña en el jardín de la casa.
Bong Joon-ho ha reconocido que en todas las sociedades existen contrastes sociales y
él mismo las vivió/padeció en una etapa de su vida, al dar clases a una familia adinerada en su juventud; en ese momento se sintió excluido. Las familias coexisten entre sí y marcan elementos que nos llevan a la reflexión.
Aunque se trata de un tema universal, en Parásitos el relato está perfectamente estructurado. En las poco más de dos horas que dura la proyección, en ningún momento se pierde el interés por lo que sucede en la pantalla y se disfruta del maravilloso valor estético de la cinta, los objetos cotidianos se convierten en personajes: la lluvia, el sótano, los pasadizos, la despensa.
Respecto a los escenarios destaca la elegante residencia de la familia Park, una casa construida ex profeso a petición del director. Para ello Bong Joon-ho y su diseñador de producción Lee Ha Jun crearon el proyecto desde los cimientos, con objeto de que cada personaje de la familia pobre contara con espacios arquitectónicos ideales para infiltrarse en la vida de la familia rica, especialmente para que los intrusos se escondieran y observaran sin ser vistos.
La casa fue diseñada en dos niveles, cada habitación responde a las necesidades personales de cada integran-te de la familia rica e incluye espacios que sirven para contextualizar la vida de los de arriba y los de abajo, tal y como sucede con las clases altas y bajas de forma cotidiana, en los deseos por ascender en la escala social.
Aquí no hay elementos que sobren: desde los inmensos ventanales que dan paso a un magnífico jardín, la cocina, las recámaras, los pasillos, la iluminación, el vestuario, la ambientación se concatenan para dar soporte al relato. Destacan el sótano y el búnker, en lo más profundo y secreto de la residencia, como escenarios clave para infiltrarse en la vida de la familia rica.
Los giros de tuerca en todo momento se apoyan en la iluminación y el contraste de atmósferas. Sin pretender vender la historia, el final es fenomenal e inesperado.
El gran valor de una cinta es cuando puede apreciarse desde diversos puntos de vista y admitir diversas interpretaciones y lecturas: lo sociológico, cultural, estético, literario. Al final del camino, la película se disfruta de principio a fin y detona la reflexión obligada “En esta historia, ¿quiénes son los parásitos?”.
* Lucía Elena Acosta Ugalde es Doctora en Historia del Arte. Técnico Académico Asociado C, Tiempo Completo. Definitivo.
Esta colaboración se publicó de manera impresa en febrero de 2020, edición 187 del boletín informativo CineAdictos, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.