Una película sobre marketing electoral
POR LETICIA URBINA ORDUÑA
La dictadura impuesta por Augusto Pinochet llevaba quince años en el poder cuando los cuestionamientos en su contra lo obligaron a probarle al mundo que los chilenos querían su permanencia. Arrogante como todos los dictadores, el jefe militar llamó a un plebiscito sin sospechar siquiera que la mayoría de su pueblo le espetara un rotundo No.
Tal es el nombre de esta cinta chilena “No”, que narra la historia de un joven publicista divorciado, René Saavedra (representado por el mexicano Gael García Bernal), quien regresa tras años de haber estado exiliado en México.
De manera clandestina, primero, y luego abiertamente, comienza a trabajar en la campaña publicitaria de la oposición, en la que hay dos visiones de cómo debe convencerse a los chilenos de votar por el No a Pinochet: una de izquierda tradicional, que insiste en denunciar la tortura, desapariciones, encarcelamientos, y la que propone Saavedra, entender al No como una manifestación de esperanza y alegría por la vida.
Durante un mes esta campaña enfrentará la que hacen los publicistas de Pinochet, cuyos spots reales son reproducidos en la cinta. Acartonados, llenos de fanfarrias y toques militares, con llamados al patriotismo e imágenes de lo bien que está Chile, hacen recordar los mensajes oficiales que todavía padecemos en México.
Poco a poco la campaña atrae a artistas que ofrecen trabajar gratis. La aceptación aumenta y la gente de Pinochet comienza a amenazar a la exmujer de Saavedra, con la que lleva una buena relación, y a su hijo pequeño.
Dirigida por Pablo Larraín y escrita por Pedro Peirano, está basada en una obra teatral de Antonio Skármeta, uno de los autores chilenos contemporáneos más conocidos fuera de su país. Con excepción de Gael García Bernal todo el elenco es chileno, y hay más de un personaje de la vida real que participó en la cinta, como el expresidente chileno Patricio Aylwin y la hija y nieta de Violeta Parra, Isabel y Javiera Parra.
Sobresalen las actuaciones de Luis Gnecco, Antonia Zegers y Sergio Hernández; este último, que en la realidad es un militante comunista, en la cinta representa al Jefe del Estado Mayor pinochetista, al que logra hacer odioso en cada segundo de su aparición en pantalla. Es una cinta emotiva, basada en un hecho real, con una fotografía bastante aceptable, pero que adolece de un gran defecto: el sonido. Si ya es difícil entendérselas con los modismos propios del español chileno, la calidad del audio hace complicado seguir la historia.
Con todo, es una película que hay que ver como parte de la historia latinoamericana reciente, que es en buena medida la historia de todos nuestros países. En particular, todos los estudiantes de comunicación deberían verla por lo que atañe al manejo del marketing electoral.
Esta colaboración se publicó en la edición 153 del boletín informativo CINEADICTOS. Abril de 2016. Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.