Joya del cine suizo
POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
“No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”
Del amor y otros demonios
Gabriel García Márquez
Yves Yersin (1942, Lausana, Suiza), director, escenógrafo, editor y productor independiente, ocupa un destacado lugar entre los cineastas europeos por su estilo, equiparable a la mano maestra del artesano paciente que entrega grandes obras.
Comenzó a trabajar en 1964 y a la fecha suma una treintena de documentales, videos y una película: “Las pequeñas fugas” (“Les petites fugues”, Suiza-Francia, 1979), considerada la mejor del cine suizo, de acuerdo con la encuesta del periódico Sonntagszeitung en 2001.
Ubicado en la década de los años 70, el filme se basa en la historia real de Pipe, simpático granjero cuya apariencia de “viejo” se acentúa con cabellos desaliñados, barbas irregulares, mejillas bronceadas, “patas de gallo”, vestido con un traje café oscuro, camisa blanca estampada, corbata negra y sombrero.
La trama inicia cuando el protagonista (Michel Robin, premio al Mejor Actor en el Festival de Cine de Locarno, 1979) acude a una estación de tren rodeada por majestuosos paisajes. Al llegar la locomotora ningún pasajero baja y parece que Pipe seguirá esperando. De pronto surge un pequeño remolque con una flamante motoneta azul, cuyas múltiples piezas cromadas se acentúan con los rayos del sol.
Después de pasar un buen rato absorto por aquella “belleza” motorizada, Pipe regresa a la granja de los Duperrey, donde afronta la evidente desaprobación de sus patrones, pues no sabe manejar el ciclomotor; lo ha empujado varios kilómetros, nadie entiende para qué ha gastado así el dinero de su seguro de retiro, luego de 30 años de trabajo.
La vida de campo sencilla, apacible, con paisajes de postal, es retratada en el cantón francófono de Vaud. Planos generales, impregnados por una mirada serena, pero con ritmo adecuado, dan pie a una poesía visual. Aunque al leer estas líneas pudiera tenerse la impresión de un largometraje lento o soso, no lo es, mantiene en todo momento la atención del espectador.
Pipe es como un niño grande fascinado y fascinante; con sus ocurrencias, el caos invade la vida de los Duperrey: John, padre enérgico y jefe autoritario, por momentos el “malo” de la película; Rose, la madre atenta e intermediaria en todos los conflictos familiares; Alain, el hijo mayor, empeñado en hacer reformas en la granja, incluso asumiendo riesgos económicos innecesarios; Josiane, la hija menor y madre de un pequeño de tres años, prefiere pasar largas jornadas en una fábrica de chocolates, antes que atender su hogar, y Luigi, inmigrante italiano al servicio de esta familia, enamorado de Josiane.
Luego de un comienzo difícil y pintoresco con la motoneta, de la que Pipe literalmente sale volando, deviene una serie de entrañables aventuras a las que el “viejo loco” llega a toda velocidad. Comete algunos excesos, incluso descuida sus responsabilidades en la granja, toma cualquier pretexto para escapar. Tras una borrachera la policía lo considera “peligro público” y confiscan su medio de transporte.
Pero no hay marcha atrás, Pipe ha enfrentado un despertar a la vida, abraza su nueva libertad. Aunque imposibilitado para seguir con sus “pequeñas fugas”, encuentra sustitutos, entre ellos una visita al monte Cervino, la montaña más alta de los Alpes suizos, a donde llega en helicóptero. Al sobrevolar la cima le decepciona que aquél lugar no sea más que un montón de rocas, nada relacionado con sus ideales.
Como resultado de ese paseo asume la felicidad lograda a partir de sus incursiones: la sorpresiva competencia de motocross, la visita a la fábrica de chocolates de Josiane, nuevos amigos y regalos; correr tras un planeador en la llanura, comer helado, disfrutar el canto de los niños al pasar el autobús escolar.
Surge en Pipe una nueva pasión: la fotografía. Gracias a la cámara instantánea que ganó en un concurso, empieza a registrar todos los ángulos de su “familia”, pero los rollos se acaban, entonces es tiempo de emprender nuevas escapadas e ir al encuentro de otros descubrimientos…
Este filme es considerado por la crítica especializada una oda a la libertad. Retrata la anhelada independencia al llegar a la madurez. El deseo por ver realizados los sueños, gozar de la vida en simples detalles como el viento alborotando el cabello, la lluvia en la cara, el sol bronceando la piel, alcanzar pequeñas o grandes metas, no permitir que sucesos desafortunados amarguen la existencia.
Esta colaboración se publicó en la edición 151 del boletín informativo CINEADICTOS. Febrero de 2016. Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.