POR MARÍA TERESA SALGADO FRAGOSO
El Séptimo Arte es un espacio donde convergen un sinnúmero de temas, estructurados en los márgenes de múltiples categorías: desde romance hasta tragedia, pasando del drama al humor negro. Éstos, a su vez, son abordados desde diversas perspectivas.
Existe un género cuyos realizadores han ido perfeccionando, pues demanda cada vez mayor calidad, con el fin de que el público espectador logre sumergirse en la trama y sientan miedo, pánico, preocupación o angustia en “carne propia”. Todo ello requiere de solidez y dominio del lenguaje cinematográfico. Nos referimos al cine de terror.
Este es uno de los géneros más extremos y destaca por su proximidad a lo sobrenatural, al exponer los miedos humanos más intensos, llevándolos a un contexto de aparente realidad, con la intención de provocar estímulos novedosos e intensos, invitando al público a transitar por terrenos insólitos o escabrosos.
A continuación se reseñan tres títulos magistrales, los cuales, no obstante el paso de los años, logran atrapar a nuevos cinéfilos, pues captan la atención con un suspenso de gran calidad, de principio a fin. Los tres filmes son ampliamente recomendables y se deben tener siempre presentes cuando se hable del cine de terror.
“El bebé de Rosemary” (Rosemary’s Baby, EU, 1968). Dirigida por Roman Polanski, representa uno de los clásicos que tocan el terror sobrenatural como algo subyacente en el mundo cotidiano. La trama gira en torno a la frágil Rosemary (Mía Farrow), que se muda junto con su joven esposo Guy (John Cassavetes) a un apartamento hermoso, el cual consiguieron a un magnífico precio. Nada parece salirse de lo normal hasta que Guy, actor ambicioso, con poca fortuna profesional, entabla amistad con los extraños y excéntricos vecinos de apellido Castevet, quienes cambian por completo la vida de la joven pareja, introduciéndola en un mundo oscuro que jamás imaginaron.
“Cabeza borradora” (Eraserhead, EU, 1977). Cinta de culto dirigida por David Lynch, quien se caracteriza por su maestría en mezclar lo cotidiano con lo fantástico, presenta la historia de Henry (Jack Nance), un hombre joven que recibe la invitación de Mary (Charlotte Stewart) para comer en la casa de sus padres; durante la visita ella lo sorprende con la noticia de estar embarazada y entonces deben prepararse para la boda.
Tras un prematuro y anormal parto, el bebé llega a cambiar sus vidas, pues los introduce en un mundo delirante. La realidad, lo inimaginable y la fantasía están dados por tenues pinceladas de sobresaltos. A pesar de ser una cinta realizada con poco presupuesto, le sobra creatividad. Es una producción casi minimalista, aun así logra perturbarnos y nos hace sentir en un sueño o, mejor dicho, en una pesadilla.
“La maldición” (Ju-on, The Grudge, Japón, 2003). Escrita y dirigida por Takashi Shimizu, mantiene al borde del pánico a todo aquel que la ve. Es la típica historia de la casa maldita. La trama se desarrolla a partir de los asesinatos de Kayaco (Takako Fuji) y Toshio (Yuya Ozeki), madre e hijo, víctimas de los celos y la violencia de Takeo (Takashi Matsumaya) esposo y padre, cegado por la ira y la supuesta infidelidad de Kayaco. La casa queda maldita por el trágico suceso y los espíritus de los dos muertos atormentan a todo aquel que entre en sus terrenos.
Takashi Shimizu crea una atmósfera espeluznante y consigue más de un momento de escalofrío. Esta historia se basa en una leyenda popular japonesa, la cual afirma que cuando alguien muere debido a una pena o por rabia extrema, la emoción permanece y puede dejar una mancha en ése lugar, matando todo lo que toca.
Esta colaboración se publicó en marzo de 2014. Edición 132 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.
