Reflexiones sobre la muerte entre los antiguos nahuas II

Los destinos de los muertos: el Mictlan, el Tlalocan, la casa del Sol y el Chichihualcuauhco

 

Para los antiguos nahuas el ser humano estaba conformado por diversos elementos, tales como el cuerpo (la materia pesada) y, dentro de él, tres principales entidades anímicas: el tonalli, localizado primordialmente en la cabeza, el teyolia, que se encontraba ubicado especificamente en el corazón, y el ihiyotl, cuyo centro anímico era el hígado. Con relación al primero, Ximena Chávez Balderas, citando a Alfredo López Austin, menciona que el tonalli puede tener los siguientes significados: “1) Irradiación; 2) calor solar; 3) estío; 4) día; 5) signo de día; 6) destino de la persona por el día en que nace; 7) alma y espíritu y 8) cosa que está destinada a alguien o es de alguien”.[1]

Durante la vida, el individuo iba dejando partes de su tonalli en los diversos lugares en que se desenvolvía, y a su muerte éste buscaba reintegrarse, por tal motivo dicha entidad iba recoger sus partes disgregadas, por lo que realizaba un viaje auxiliado del rito denominado quitonaltía, en el que se colocaba una efigie hecha de madera sobre la caja que contenía los restos cremados.[2] A la muerte del individuo, el tonalli se quedaba retenido en zonas como las uñas y el cabello, quizá por esto diversos autores mencionan que el destino post-mortem del tonalli se relacionaba con el fin del cuerpo.[3]

El teyolia era el elemento ubicado principalmente en el corazón, el cual tenía como fin último viajar a diversas geografías mortuorias; además, no abandonaba inmediatamente el cuerpo, pues para ello tenían que pasar cuatro días en los que se efectuaban diversos ritos que ayudaban al difunto en su viaje.

Por otro lado, el ihiyotl, que se ha traducido como “aire de noche”,[4] está ligado con la sombra, pues tenía el papel de ser una cobertura de esta entidad anímica. Se relacionaba con la transgresión y los vicios, y el hombre podía emanarlo a voluntad para ocasionar daños. Sobre su destino post-mortem se menciona poco en las fuentes, pues lo único que refieren es que aparentemente en el cadáver se mantenía cierta parte de la entidad. Pasemos ahora a estudiar los distintos lugares a los que las entidades antes mencionadas podían llegar.

Mictlan

Este espacio es conocido como el inframundo, y está gobernado por los Señores de la muerte, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl. Se describe “como un sitio de tormentos, hediondo, en el que se bebe podre, en el que son comidas las almas por bestias y sabandijas”.[5] A este lugar iban quienes morían por enfermedad o tenían una muerte común, tanto nobles como macehuales.[6]

Las fuentes principales que mencionan que el teyolia descendía por nueve niveles son: el Códice Vaticano Latino 3738 y la Historia general de las cosas de Nueva España, ambas coinciden en el número de lugares por los que se debía pasar, pero encontramos variaciones en cada nivel.

Fuente Códice Vaticano.[7] Historia general de las cosas de Nueva España.[8]
NIvel 1 Tlalticpac “La tierra”.  “Veis aquí con que habéis de pasar en medio de dos sierras que están encontrándose una con otra.”
Nivel 2 Apano huaya “El pasadero del agua”. “Veis aquí con que habéis de pasar el camino donde está una culebra guardando el camino”
Nivel 3 Tepetli monanamycia“Lugar donde se encuentran los cerros”. “Veis aquí con que habéis de pasar a donde está la lagartija verde que se dice Xochitóna”.
Nivel 4 Yztepetl“Cerro de obsidiana”. “Veis aquí con que habéis de pasar a ocho páramos”.
Nivel 5 Yeehecaya“Lugar del viento de obsidiana”. “Veis aquí con que habéis de pasar ocho collados”.
Nivel 6 Pacoecoetlacaya“Lugar donde tremolan las banderas”. “Veis aquí con que habéis de pasar al viento de navajas, que se llama Itzehecaya”.
Nivel 7 Temiminaloya“Lugar donde es muy flechada la gente”. “Se atravesaba un rio del infierno que se nombra Chicunahuapa”, el difunto debía llevar consigo un perro color bermejo.
Nivel 8 Teocoylqualoya“Lugar donde son consumidos los corazones de la gente”. El difunto llegaba con Mictlantecuhtli y presentaba las ofrendas “los papeles que llevaban, y manojos de teas y cañas de perfume, y hilo floxo de algodón, y tro hilo colorado, y una manta y un maxtli, y las nahuas y camisas.”
Nivel 9 Yzmictlan apochcaloca“Lugar de obsidiana de los muertos, lugar sin orificio para el humo”. “Y ansí, en este lugar del Infierno que se llama Chicunamictla se acababa y fenecían los defunctos”

 

El teyolia tardaba cuatro años en descender, coincidiendo en número con los días que tardaba en abandonar el cuerpo. En el Códice florentino y la Historia general, pese a que ambas son obras de fray Bernardino de Sahagún, encontramos diferentes versiones sobre el destino de los que llegaban al noveno piso. En la primera se menciona que las almas sólo encontrarían destrucción total, mientras que la segunda relata que el muerto vería a sus antepasados en este lugar.[9]

 

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Fig. 1 Personaje acompañado de por un perro ante Mictlantecuhtli. Lámina 45v, Códice Laud.

Tlalocan

Su significado es “el lugar de Tláloc” y, a partir del nombre de esta divinidad, se le conoce como el “lugar hecho de Tierra”.[10] Además, era considerado un sitio de “Verano constante” al que iban “todos los individuos que tenían un deceso relacionado con lo acuático, ya sea los que morían por un rayo, ahogados, o por un tipo de enfermedad como leprosos, sarnosos, bubosos, gotosos e hidrópicos”[11], también los niños que habían sido sacrificados a Tláloc por haber nacido con un doble remolino en el cabello, así como algunas de las personas elegidas por el dios, que eran ahogados por el ahuizotl.[12]

En este lugar reinaba Tláloc y, con él, habitaban los Tlaloques. Se le consideraba como un paraíso terrenal, ya que había grandes “regocijos y refrigerios, sin pena ninguna. Nunca jamás faltan las mazorcas de maíz verdes, y calabazas y ramitas de bledos, y axí verde, y xitomates, frisones verdes en vaina y flores”, por estas características se decía que “había siempre jamás verdura y verano.”[13]

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Fig. 2 “Alegoría del Tlalocan”. Detalle en la pintura mural del Palacio de Tepantitla, Teotihuacán[14]

 

Tonatiuh ichan[15]: La casa del Sol

Era el lugar destinado a aquéllos que morían en batalla, los comerciantes[16] y los cautivos de guerra que eran sacrificados en honor al sol. Asimismo, las mujeres muertas en parto iban a este lugar, pues habían vencido en una guerra contra “la vida misma”, pues se tenía la creencia de que el parto representaba dicha batalla. La casa del sol estaba dividida en dos partes: el Este y el Oeste, llamado el Cihuatlampa “Lugar de las mujeres”, donde habitaban las Cihuateteo[17].

Los guerreros formaban parte del cortejo solar desde la parte oriental hasta el cenit, desde este punto, las Mocihuaquetzque (mujeres muertas en parto), haciendo fiesta y regocijo, acompañaban al Sol hasta donde se ponía; a partir de allí salían a recibirlo los del Mictlan, que lo llevaban al inframundo.

Después de cuatro años los guerreros muertos se convertían en aves y mariposas para libar el néctar de las flores y las Mochihuaquetzque descendían a la tierra en días específicos, a buscar los instrumentos de hilar y tejer aunque algunas veces a visitaban también a sus maridos y a aquéllos que tenían la desgracia de pasar por las encrucijadas de los caminos en días específicos.

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 Fig. 3 Escultura de una Cihuateteo. Museo Nacional de Antropología. Tomada de http://www.mesoweb.com/es/recursos/MNA/92.html

Chichihualcuauhco

En el Códice Vaticano A aparece “el árbol de leche” o “árbol de tetas” que es el sustento de los niños que mueren sin tener uso de razón”[18] o sin haber probado el maíz. Dicho árbol también era conocido como Tonacacuahtitlan o Xochatlapan, y estaba compuesto de frutos en forma de mamas que destilaban leche, por lo que era el sustento de los niños que esperaban una segunda oportunidad de vida. Este lugar destinado a alojar a los niños que morían bajo las condiciones antes mencionadas, no era exclusivo de los nahuas, pues Miguel León-Portilla menciona que entre los antiguos nicaraos existía la misma concepción: “solamente los niños que mueren antes de comer maíz y que no han dejado de mamar, pueden volver a vivir aquí en la tierra. A diferencia de los que mueren siendo hombres o ancianos, los niños lactantes retornan y vuelven a nacer de sus padres”. [19]

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Fig. 4 Chichihualcuauhco, lámina 3v del Códice Vaticano Latino 3738.[20]

 

Elizabeth Roldán Olmos

Seminario permanente Crónicas y fuentes de origen indígena del siglo XVI novohispano

 

[1] Ximena Chávez Balderas, Rituales funerarios en el Templo Mayor de Tenochtitlan, México, INAH, 2007, p.26 en http://www.academia.edu/2174868/Los_rituales_funerarios_en_el_Templo_Mayor_de_Tenochtitlan, (consultado 20/09/15).

[2] Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología. La concepción de los antiguos nahuas, tomo I, México, UNAM, 2012, p. 367- 368.

[3] Luis Fernando Núñez y Roberto Martínez González, “Viaje al Mictlan: Una revisión critica sobre el destino de las almas y los ritos funerarios en las fuentes tempranas y los contextos arqueológicos del posclásico” en Anales de Antropología, México, UNAM, núm. 43, 2009, p. 53.

[4] López Austin, op. cit., p. 369.

[5] Ibid., p. 382.

[6] Eduardo Matos Moctezuma, Muerte a filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte, México, FCE, 1986, p. 72. Al respecto, y como hemos visto en entradas anteriores esta concepción tradicionalmente aceptada puede y debe ser reinterpretada a la luz de fuentes como los Primeros memoriales.

[7] López Austin, op. cit., p. 63.

[8] Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, vol. I, Alfredo López Austin y Josefina García Quintana (eds.), México, Conaculta, 2000, p. 220-221.

[9] López Austin, op. cit., 383.

[10] José Contel, “Tlálloc y el poder: Los poderes del Dios de la Tierra y de la Lluvia” en Guilhem Olivier, coord., Símbolos de poder en Mesoamérica, México, UNAM, 2008, p. 352. El autor menciona que Tláloc significa “El que está hecho de tierra”.

[11] Matos Moctezuma, op. cit., p. 64.

[12] Sahagún op. cit, p. 627 y 628.

[13] Ibid, p. 222.

[14] Imagen tomada de http://www.flickriver.com/photos/raul_lisboa/5192564113/

[15] López Austin, op.cit., tomo II, p. 162. Nombra a este lugar como Tonatiuh ilhuicac, ya que “ilhuicac” puede significar tanto “cabeza”, como “cielo-celestial”.

[16] Ibid., tomo I, p. 385. El autor menciona que las expediciones mercantiles equivalían a estar en el campo de batalla, por el inminente peligro que ésta significaba y el comerciante aunque hubiera tenido una muerte común, estaba destinado a ser acompañante del Sol.

[17] Nathalie Ragot, “El Cihuatlampa, morada de las Cihuateteo” en Actas del 53ᵉ Congreso Internacional de Americanistas, México, Secretaría General del 53ᵉ Congreso Internacional de Americanistas,, 2009, p.2.

[18] Ferdinand Anders, Maarten Jansen y Luis Reyes García, Religión, costumbres e historia de los antiguos mexicanos. Libro explicativo del llamado Códice Vaticano A, México, FCE, 1996, p. 51.

[19] Miguel León-Portilla, “Religión de los nicaraos. Análisis y comparación de tradiciones culturales nahuas” en Estudios de Cultura Náhuatl, no. 10, México, UNAM, 1972, p. 81.

[20] Fotografía tomada de  Eduardo Matos Moctezuma, “La muerte entre los mexicas. Expresión particular de una realidad universal” en Arqueología mexicana, núm. 52, México, Editorial INAH-Raíces, 2013. p. 20.

Obras consultadas

-Anders, Ferdinand, Maarten Jansen y Luis Reyes García, Religión, costumbres e       historia de los antiguos mexicanos. Libro explicativo del llamado Códice   Vaticano A, México, FCE-Sociedad Estatal Quinto Centenario-Akademische Druck-und Verlagsanstalt, 1996.

-Chávez Balderas, Ximena, Rituales funerarios en el Templo Mayor de Tenochtitlan (text), México, INAH, 2007 –libro electrónico-, 335 p26 en http://www.academia.edu/2174868/Los_rituales_funerarios_en_el_Templo_Mayor_de_Tenochtitlan, (consultado 20/09/15).

-Contel, José “Tlálloc y el poder: Los poderes del Dios de la Tierra y de la Lluvia”          en Guilhem Olivier coord., Símbolos de poder en Mesoamérica, México, UNAM, p. 337-357.

-León-Portilla, Miguel, “Religión de los nicaraos. Análisis y comparación de       tradiciones culturales nahuas” en Estudios de Cultura Náhuatl, México, UNAM-IIH, vol. 10, 1972, p. 11-112.

-López Austin, Alfredo, Cuerpo humano e ideología. La concepción de los antiguos     nahuas, 2 tomos, México, UNAM, 2012.

-Matos Moctezuma, Eduardo, Muerte a filo de obsidiana. Los nahuas frente a la             muerte, México, FCE, 1986.

_________________ Eduardo, Vida y muerte en el Templo Mayor, México, FCE,         1994.

_________________ Eduardo, “La muerte entre los mexicas. Expresión particular de una realidad universal” en Arqueología mexicana, La muerte en México. De la época prehispánica a la actualidad, edición especial núm. 52, México, Editorial Raíces-INAH, 2013, p. 8-35.

-Núñez, Luis Fernando y  Roberto Martínez González, “Viaje al Mictlan: Una     revisión crítica sobre el destino de las almas y los ritos funerarios en las Fuentes tempranas y los contextos arqueológicos del posclásico” en Anales de Antropología, México, UNAM, núm. 43,  2009, p. 51-68.

-Ragot, Nathalie, “El Cihuatlampa, morada de las Cihuateteo” en Actas del 53 Congreso Internacional de Americanistas, México, Secretaría General del 53ᵉ Congreso Internacional de Americanistas, 2009, p. 1-14.

-Sahagún, Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España,  vol. 1, Alfredo López Austin y Josefina García Quintana (eds.), México, Conaculta, 2000.