Reflexiones sobre la muerte entre los antiguos nahuas III

La muerte de los dioses por otros dioses y sus consecuencias en el mito, una interpretación

 

“No sería exagerado decir que el mito es la entrada
secreta por la cual las inagotables energías del cosmos
se vierten en las manifestaciones culturales humanas.”[1]
-Joseph Campbell-

Para comprender la naturaleza de las civilizaciones antiguas siempre ha sido necesario estudiar su cosmovisión y cosmogonía las cuales se hacían presentes en su vida cotidiana, en la forma en que se gobernaban, las acciones bélicas que efectuaban y en todos sus usos y costumbres.

Así, acercarnos a los mitos que dieron sentido a la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos, nos dará una perspectiva más amplia que incluso puede dar respuesta a algunas cuestiones que permitirán acercarnos al entendimiento de su mentalidad. Con esto quiero decir que algunas acciones humanas, relacionadas con los mitos pueden ser entendidas de una manera más “natural” si en la interpretación de tales hechos logramos ver el fundamento de las acciones y concepciones; es decir, ver el ¿por qué? en el “porque…”. Siguiendo esta idea, el autor Joseph Campbell nos dice lo siguiente:

“las religiones, las filosofías, las artes, las formas sociales del hombre primitivo e histórico, los primeros descubrimientos científicos y tecnológicos, las propias visiones que atormentan el sueño, emanan del fundamental anillo mágico del mito”.[2]

Si bien, lo anterior es un patrón que podemos reconocer en la mayor parte de las civilizaciones antiguas, las sociedades mesoamericanas no fueron la excepción. Desde tiempos anteriores a los mexicas, estos pueblos indígenas ya tenían una visión del mundo eminentemente religiosa, donde, el culto a la tierra, la fertilidad y el fuego eran de suma importancia. Vale la pena señalar a dioses como Tlaloc o Huehueteotl, cuya trascendencia para las sociedades del clásico temprano, aproximadamente entre el 400 y 450 d.C[3] (o más antiguas en el caso de Huehueteotl), resulta evidente. Posteriormente, durante el periodo conocido como Epiclásico, en Mesoamérica se manifestó una serie de cambios y reestructuraciones en la que los rasgos religiosos, sociales y calendáricos concebidos durante el auge del culto a las divinidades antes mencionadas se homogenizaron, este proceso tendría su punto más álgido con la hegemonía de los mexicas. Así pues, tomando en cuenta la importancia que los mitos han tenido para comprender a las sociedades antiguas, debemos reconocer que éstos han llegado a nosotros, en gran parte, gracias a esta homogenización, y a la importancia que tuvieron entre las sociedades nahuas.

Los estudios y trabajos que han abordado los mitos que a continuación se referirán permiten identificar elementos que varían en los relatos, pero al mismo tiempo otros que se mantienen constantes. Veamos algunos episodios míticos que exponen las premisas antes señaladas.

 Quetzalcoatl, tras un pecado carnal, abandona Tollan.

Esta historia se remonta a la creación de Quetzalcoatl y su hermano, Tezcatlipoca, ambos por obra del dios dual Ometeotl. Una vez conformada la tierra, Ometeotl ordenó a tales dioses que alistaran la superficie donde habitaría el hombre; para ello, le harían frente al reptil conocido como Cipactli.La tarea sería asesinar al reptil y para ello debían atraerlo hacia donde estaban, por lo tanto, Tezcatlipoca se amputa un pie que arrojan hacia el feroz reptil a manera de carnada. La estrategia resulta y una vez cerca, se abalanzan sobre él y, asesinándolo, extendieron su piel y la fijaron en los cuatro puntos del mundo con árboles.

Si bien el objetivo se logró gracias a la intervención de ambos dioses, Tezcatlipoca de alguna forma guardaba recelo hacia su hermano. En este sentido, durante el gobierno de Quetzalcoatl en Tula, Tezcatlipoca, movido por este sentimiento, decide disfrazarse de anciano y se acerca a su hermano con una porción de pulque, “aderezado” con psicotrópicos, argumentando que a pesar de sus grandes hazañas y cambios en la ciudad, Quetzalcoatl había envejecido y de cierto modo, esta bebida le ayudaría a revitalizarse. Atraído por tal promesa, el dios cree en las palabras del anciano, ingiere la bebida y, con el tiempo, cae ebrio; encontrándose en este estado, el gobernante se pasea por Tula haciendo desfiguros y destrozos, de entre los cuales destaca aquel en el que el siempre casto Quetzalcoatl exige se le otorgue una concubina para su diversión. Cuando despierta, se da cuenta que la mujer con la que ha pasado la noche es su propia hermana. Tras la vergüenza que siente al día siguiente por todo lo que ha hecho, decide abandonar la ciudad, despidiéndose y tomando “rumbo hacia el horizonte”, donde parece desaparecer en una balsa dorada decorada con serpientes; es preciso señalar que existen versiones en las que el propio dios se arroja al fuego incinerándose y resurgiendo, pasados nueve días, como estrella matutina. En este relato podemos ver que la muerte de Quetzalcóatl por su hermano no fue de manera directa, aunque está ligada al engaño de Tezcatlipoca.

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Fig. 1 Los cuatro árboles en los rumbos del mundo, Códice Fejérvary-Mayer, lámina 1.

Ahora bien, en este mito podemos encontrar diferentes rasgos bastante interesantes. El primero de ellos es la amputación del pie, rasgo que puede verse en la representación iconográfica de Tezcatlipoca en la mayoría de los códices; por otro lado, en algunas láminas de los códices Borgia y Fejérvary Meyer se observa la presencia de los cuatro árboles que mantienen firme la piel de Cipactli, y que, en la cosmovisión nahua eran los cuatro puntos cardinales, sustento del cielo. Asimismo, el que la piel de Cipactli sea la tierra donde habita el hombre, explica, en este pensamiento mágico-religioso, las razones por las que la corteza terrestre no es igual: las montañas, por ejemplo, parecen aludir a la piel uniforme de algunos reptiles como los cocodrilos.

En segundo término, el hecho de que el propio Quetzalcoatl en el umbral del destierro advierta sobre su regreso, será un aspecto de carácter fundamental durante la conquista española que manifestará el peso específico de los mitos y el gran valor de la herencia tolteca en la mentalidad nahua; además, desde esta perspectiva, nos permitirá comprender la actitud de los mexicas ante la llegada de Cortés y sus hombres.

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Fig. 2. Yayauhqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca negro), Códice Borgia, lámina 17.

 El nacimiento de Huitzilopochtli:

De acuerdo al relato mítico, Coatlicue se encontraba barriendo su templo en el cerro de Coatepec, cuando de pronto una pequeña bola de plumas cayó del cielo y ella, impresionada, la tomó y guardo en su ropa, cerca del vientre. La sorpresa fue que de esa pluma, había quedado preñada, y de ella nacería la deidad principal de los mexicas, el colibrí zurdo, Huitzilopochtli. Sus hijos, Coyolxauhqui “la luna”, y los cuatrocientos sureños o centzonhuitznahuas, inmediatamente entraron en disputa al enterarse de su embarazo, y amenazaron con darle muerte a ella y a su profano hijo. Así, Coatlicue en un intento por salvar su vida y la del pequeño que se encontraba en su vientre, comienza a escapar de los astros que la perseguían. Desde el vientre, Huitzilopochtli dice a su madre que no debería temer nada, que en cuanto naciera, él mismo se encargaría de sus hermanos. Posteriormente Huitzilopochtli nacería como un joven armado para la guerra con su chimalli[4] y su xiuhcoatl,[5] comenzando así la masacre de sus hermanos y el desmembramiento de Coyolxauhqui.

Sobre la batalla de Huitzilopochtli, podemos inferir que se trata de una batalla entre un astro diurno (el sol) contra los astros nocturnos (los centzonhuitznahuas —Cuatrocientos sureños o estrellas— y la Coyolxauhqui, interpretada ocasionalmente como la luna). Este aspecto es importante si recordamos que los mexicas consagraban gran parte de los sacrificios al sol para que éste tuviera la fuerza necesaria y pudiese resurgir después de haber entrado al Mictlan y haber peleado con los seres nocturnos, aquellas fuerzas opuestas a la vida, a la luz, y al sol mismo. Por último, el hecho de que Huitzilopochtli naciera ya de “edad madura y armado” podría reflejar el carácter eminentemente bélico de éste pueblo y fundamentar en las apariciones míticas que el dios hace ante su pueblo para arengarlos hacia sucesos con  bélicos, que se convertirían, a la postre, en puntos trascendentales de la historia mexica.

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Fig. 3. Huitzilopochtli armado con su chimalli y si xiuhcoatl. Códice Borbónico, pág. 34.

 

La creación de los hombres, por Quetzalcóatl.

Una vez creado el universo y la tierra, con las cuatro eras solares ya pasadas y los intentos fallidos de los dioses para crear a la humanidad, Quetzalcoatl viaja al inframundo para tomar los huesos preciosos de los hombres anteriores con los que  habrán de crearse aquéllos que vivirían bajo el quinto sol. Luego de pasar los nueve niveles de este espacio transformado en su advocación de Xolotl, con gran astucia llegó ante Mictlantecuhtli, Señor del inframundo a quien le explica que necesita los huesos de las cuatro humanidades pasadas para crear la nueva y definitiva. Mictlantecuhtli accede pero le pone como condición una prueba: hacer sonar un caracol.

Para que el caracol sonara era necesario hacerle una pequeña incisión en la parte superior, algo que evidentemente no tenía la caracola que el señor del Mictlan da a Quetzalcóatl, por lo tanto, éste engaña a Mictlantecuhtli haciendo un sonido con su boca y no con el paso del aire a través del caracol. El dios del inframundo al ver su derrota, le da los huesos de manera forzada y cuando Quetzalcóatl comienza el ascenso al mundo de los vivos, es embestido por codornices enviadas por Mictlantecuhtli y posteriormente cae “como muerto”. En su caída, el dios suelta los huesos y éstos azotan contra el suelo partiéndose en trozos de distintos tamaños; sin embargo, Quetzalcóatl, pasado un tiempo, vuelve a la vida y sale de los dominios del inframundo, donde con los restos óseos y la sangre de su pene moldea a la nueva humanidad

En este caso, el mito cumple su propósito del origen de las cosas, en este caso, del hombre, pues en la visión que tenían los pueblos nahuas la variedad de tamaños entre los hombres, es consecuencia de la caída y fractura de los huesos preciosos. Por otra parte resulta clara la importancia de Quetzalcóatl como dador de vida y creador de la humanidad. Así pues, estos episodios míticos poseen un valor intrínseco en el que la muerte juega un papel trascendental, ya sea en el establecimiento del mundo como lo conocemos, al fundamentar el carácter bélico y la consecuente hegemonía de un pueblo, o bien en el encumbramiento de una deidad en retribución de sus actos a favor de la humanidad.

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Fig. 4, Mictlantecuhtli, Códice Borbónico, pág. 10.

 

Ivan Cortés López

Seminario de investigación permanente “Crónicas y fuentes de origen indígena del siglo XVI novohispano”

[1] Joseph Campbell, El héroe de las mil caras. psicoanálisis del mito, México, FCE, 2014, p. 17.

[2] Ibid.

[3] Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, El pasado indígena, México, FCE, 2014, p. 297.

[4] Escudo

[5] Literalmente “Serpiente de fuego”, en las fuentes se menciona como uno de los nahuales de Huitzilopochtli.

 

Bibliografía consultada

Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, México, FCE, 2ª ed., 2014, p. 480.

Caso, Alfonso, El pueblo del sol, México, FCE, 1971, p. 141.

Fernández, Adela, Dioses prehispánicos de México, México, Panorama, 2001, p. 163.

Florescano, Enrique, Quetzalcóatl y los mitos fundadores de Mesoamérica, México, Taurus,  2004, p. 386.

Krickeberg, Walter, Mitos y leyendas de los aztecas, incas, mayas y muiscas, México, FCE, 1971, p. 267.

León-Portilla, Miguel, Toltecáyotl: aspectos de la cultura náhuatl, México, FCE, 1980, p. 467

López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján, El pasado indígena, México, FCE, 2014, p. 320.

Séjourné, Laurette, Pensamiento y religión en el México antiguo, México, FCE, 1957, p. 211.

Tena, Rafael, Mitos e historias de los antiguos nahuas, México, Cien de México, 2002, p. 242.