• 250 mil hectáreas aseguran el líquido a más de 25 millones de personas
“¿Cómo es posible que perdamos el privilegio de tener agua de excelente calidad en la montaña y unos pocos kilómetros más abajo termine conectándose con el río Lerma, uno de los más contaminados de México?” cuestionó el doctor Víctor Ávila Akerberg, titular del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECYT) en la ponencia que compartió sobre la región Bosque de Agua, comprendida entre el Estado de México, la Ciudad de México y Morelos.
Estas 250 mil hectáreas aseguran la provisión del líquido para más de 25 millones de personas en “un polígono de enorme importancia ambiental, cultural y geológica”, apuntó el experto, “es la cabecera hidrológica de tres de las cuencas hídricas más grandes el país”. Cuando el agua escurre, la zona sur se integra al Río Balsas; la poniente baja al Valle de Toluca, pasa al Lerma y desemboca en San Blas, Nayarit; mientras que al oriente está en el Río Pánuco.
Mientras el campus de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán presenta precipitaciones de aproximadamente 750 milímetros en promedio al año, en este paisaje alcanzan hasta mil 500. El 40 por ciento de lo que llueve en este territorio va a formar ríos, arroyos o infiltrarse, lo que dará por resultado que emane como manantial o recarga de mantos acuíferos en los valles.
“Todavía cerca del 70 por ciento de la demanda hídrica de este Valle [de México] se satisface a través del aprovechamiento del subsuelo”, informó el ponente, “a alguien se le ocurrió hace algunos ayeres seguir privilegiando a la consentida capital y robar agua de otros territorios”.
El líquido que “debió haber escurrido hacia el Océano Pacífico”, se trae al Valle, y “va al Golfo de México”. Este cambio requiere el equivalente de consumo de energía eléctrica de Puebla. “Estamos gastando muchísima energía para traer agua de lejos”, subrayó, cuando la demanda de la zona metropolitana de la Ciudad de México se satisface “hasta tres veces más” con la lluvia.
“A pesar de que la mayor parte del territorio es área protegida, hay casas donde no debería haberlas” precisó en la conferencia magistral El (Gran) Bosque de Agua como reserva hídrica y biocultural de prioridad nacional. Además de asentamientos humanos en lugares indebidos, actividades como la sobreexplotación de los recursos como la tala ilegal y la extracción de tierra ponen en peligro la integridad de la región.
Esfuerzos de ayuda mal planeados como la aforestación perjudican al suelo “y promueven la erosión” porque nunca ha habido árboles en la zona. Después de haber sembrado 50 mil arbolitos, a los tres meses “nada más sobrevivieron 40”, expresó.
En su lugar, se debe “restaurar”, que significa “meter lo que histórica y naturalmente va en cada sitio” de este polígono, hogar del 10 al 15 por ciento de la flora y fauna de todo el país, con 355 especies de aves, 296 de hongos, 165 mamíferos, 56 reptiles, 24 anfibios, 22 peces y más de 3 mil plantas.
“Nosotros creemos que deberíamos ir más allá y mejor pensar en alargarnos hacia la Sierra Nevada de un lado, y hacia el Nevado de Toluca, Valle de Bravo y Mariposa Monarca del otro” declaró Ávila Akerberg, y aseveró que “debería decretarse como gran reserva, o corredor biocultural hídrico de prioridad, o mejor aún, de seguridad nacional”.
Si está adecuadamente protegida dicha área, proclamó, “aseguraríamos los beneficios para 35 o 40 millones de personas”, así como “el 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México”, concluyó.