POR JOSÉ MANUEL MORA MARTÍNEZ *
En la realización cinematográfica la iluminación representa uno de los aspectos más importantes, por ser el equivalente a la materia prima con la que trabajan los realizadores para lograr las escenas y los planos deseados, para que las cámaras capten exactamente lo que se ha conceptualizado para proyectar en la pantalla.
Existen dos tipos de luz: natural y artificial. La primera la genera algún agente luminoso como el sol, el fuego o algunas especies animales bioluminiscentes; la segunda es aquella generada por agentes artificiales como focos, lámparas incandescentes, láser y leds en las variantes frías, cuya luz puede ser manipulada de manera más precisa.
En la iluminación existe una magnitud con la que se puede medir la temperatura a la que se encuentra la fuente de luz: se trata de la escala Kelvin. La iluminación puede ir desde los mil grados kelvin, que comprenden las luces más amarillas, hasta los 10 mil o más, que comprenden las luces azules. En medio de éstas, alrededor de los cinco mil kelvin, se encuentran las luces blancas, es decir, que mientras más alto sea el número, más azul será la fuente de iluminación y viceversa, entre más baja la graduación, más amarilla.
Lo que se busca en el cine y en la mayoría de los trabajos audiovisuales profesionales es que siempre se llegue a un tono claro. Si la fuente de luz es demasiado amarilla entonces se utilizará un balance de blancos alto (que es la forma como se maneja esta escala con las cámaras) con el fin de que la luz se vea lo más blanca posible. Sin embargo, esta herramienta tiene otras funciones, de índole más funcional, para dar rienda suelta a la creatividad.
Utilizados en el cine de manera recurrente, colores, calidez o frialdad repercuten en la psicología y la percepción del espectador. Por ejemplo, si se quiere retratar una escena en la nieve, o un escenario que transmita sensación de frialdad, se deberá trabajar con un balance bajo; y si por el contrario se requiere de una escena que evoque calor, o una situación apocalíptica, se optará por subir el balance, para generar tonos amarillos.
En El renacido (The Revevant, 2016), de Alejandro González Iñarritu, se utiliza iluminación fría para resaltar aspectos estéticos que transmiten sensaciones como soledad y odio; enmarcan las acciones de un protagonista que ha sido olvidado por sus compañeros y busca venganza, idea que prevalece a pesar de las múltiples adversidades que enfrenta para lograr su cometido.
En contraparte, para identificar el uso de colores cálidos baste recordar la saga Mad Max, donde los tonos juegan un papel fundamental, le aportan el estilo que caracteriza de principio a fin una historia apocalíptica donde prevalecen la sequía y el calor.
Pero no sólo es la temperatura de la luz la que juega un papel importante, otro factor determinante lo integran los esquemas de iluminación, cuyas fórmulas han sido utilizadas a lo largo de la historia del cine. Entre los más importantes y que se identifican a manera de esquemas están:
– Iluminación de tres puntos. Es el esquema más común y versátil en el cine. Consiste en tres fuentes de luz principales: la luz clave, que es la principal y más intensa, colocada en un ángulo de 45 grados respecto al sujeto; la de relleno, que suaviza las sombras y se coloca en el lado opuesto de la luz clave; y la de contra o de fondo, que se sitúa detrás del sujeto y lo separa del fondo, aportando profundidad y relieve. Este esquema proporciona una imagen equilibrada y bien definida.
– Iluminación baja o luz cenital. En este esquema la fuente de luz se coloca directamente por encima del sujeto, creando sombras marcadas debajo de los rasgos faciales y objetos, generando un aspecto dramático y misterioso. Se utiliza comúnmente en escenas de suspenso y terror, ya que realza los contrastes y crea una atmósfera inquietante.
– Iluminación lateral o Rembrandt. Inspirado por el famoso pintor holandés, se caracteriza por una luz clave posicionada a un lado del sujeto, formando una pequeña «Luz de Rembrandt» en la mejilla opuesta y una sombra triangular debajo del ojo del mismo lado. Proporciona una apariencia clásica y evocadora, con tonos más oscuros y un sentido de profundidad.
Los esquemas y técnicas de iluminación se combinan, pero los antes expuestos son los básicos y se les usa con mayor frecuencia para cumplir diferentes funciones. Con esta base, los directores de fotografía o de producción puede empezar a trabajar, para que la película se convierta en un trabajo bien hecho. A fin de cuentas, la cámara captura la reflexión de la luz en las cosas: luces, colores y sombras; combinados, complementan la experiencia de ver cine.
¿Qué películas recuerdan o reconocen por su iluminación? Tal vez algunos planos y escenas han quedado grabadas en la mente por la manera en iluminadores, fotógrafos y directores manejaron sus luces. Si la memoria no ayuda en lo inmediato, la invitación está aquí para identificar títulos muy característicos:
El Padrino (The Godfather, 1972), dirigida por Francis Ford Coppola. Está considerada una obra maestra del cine de mafia; utiliza la iluminación para enfocarse en los dramas y tensiones en la vida de la familia Corleone. Tras su estreno se pensó que el manejo tan marcado de sombras contrastes serían impedimentos para que el público la aceptara; sin embargo es, precisamente este manejo de luces el que se reconoce como su sello distintivo.
Blade Runner (1982), dirigida por Ridley Scott. Pertenece al género de ciencia ficción Noir y es un referente visual gracias a la maestría en el uso de luces neón, combinadas con sombras, lo que permite ver la creación de un mundo futurista y oscuro.
La lista de Schindler (Schindler’s List, 1993), dirigida por Steven Spielberg. Aquí se emplea la iluminación de forma sobria y significativa para representar la tragedia y el horror del Holocausto.
Sin City (2005), bajo la realización conjunta de Robert Rodriguez y Frank Miller. Se basa en la estética del cómic y utiliza una iluminación estilizada, con contrastes extremos y tonos saturados; el resultado fue sorprendente por su atmósfera.
Mención aparte merecen las luces de neón que han dejado una huella distintiva en la industria cinematográfica. Desde las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado, han sido utilizadas para agregar un toque de magia y modernidad a la gran pantalla. Sus colores brillantes y llamativos crean por igual atmósferas futuristas y oníricas, o decadentes y misteriosas en escenas nocturnas urbanas.
Desde iluminar los rascacielos y callejones de una metrópolis futurista, hasta crear un ambiente romántico y nostálgico en una escena nocturna, las luces neón han sido herramientas indispensables para los directores y diseñadores de producción, además que no sólo se pueden considerar sus efectos prácticos, sino también cómo referentes culturales para los movimientos cyberpunk y ciencia ficción.
A lo largo de la historia del cine, hemos atestiguado cómo distintas técnicas y esquemas de iluminación han sido utilizados para evocar emociones, transmitir mensajes y dar vida a la visión artística de los equipos de realización.
Cada elección de iluminación refuerza la identidad de una película, permitiendo que los directores y sus equipos “pinten” con luz y den cauce a las emociones de los personajes, a sueños y realidades que cuentan historias en la pantalla grande.
* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación por la FES Acatlán y prestador de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural.
RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN:
PROFESOR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO.
EDITOR DEL BOLETÍN INFORMATIVO CINEADICTOS,
DE LA COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL DE LA FES ACATLÁN.
POR XIMENA MONTSERRAT FARRERA FERNÁNDEZ *
En la industria cinematográfica destaca una técnica de filmación por su complejidad, que obliga a los realizadores a desarrollar altos niveles de exactitud y la coordinación precisa de diferentes equipos de trabajo, además de significar mayores costos económicos: se trata del plano secuencia, el cual presenta escenas ininterrumpidas, o al menos logra dar esa impresión a los espectadores, quienes observan en pantalla una sola toma, de mediana o larga duración, y a simple vista no se distinguen los cortes de edición.
Pareciera que el plano secuencia no representa mayor dificultad, que los realizadores solamente deben mantener la filmación de la escena por más tiempo y así logran tomas de larga duración; pero no, el procedimiento es muy complejo y representa múltiples retos. Sin afán de exponer aquí todo lo que implica filmar este tipo de planos, sino más bien motivar a que se identifiquen los elementos que los caracterizan, sirva la invitación a reflexionar sobre los siguientes aspectos:
Al momento de comenzar a filmar, el director y su equipo emprenden un camino lleno de extensas horas de trabajo y edición de material, a fin de consolidar la idea que dará vida a la obra cinematográfica. Para llegar al resultado deseado, cada una de las escenas es minuciosamente cuidada en aspectos como iluminación, actuaciones, encuadres, sonido, fotografía, set de rodaje, camarógrafos, continuidad y todos los detalles deben ser revisados con mucha atención con objeto de capturar la visión que se desea transmitir en pantalla, evitando sobre todo errores.
Los niveles de exigencia y detalle para el plano secuencia son tantos que se requieren varias tomas para que quede lo más perfecto posible; es poco común que una escena esté lista en su primer intento. Por ejemplo, en El resplandor (The Shining, 1980) de Stanley Kubrick, una escena memorable ocurre cuando el personaje de Shelley Duval se enfrenta al de Jack Nicholson con un bate de beisbol que sostiene entre las manos, se debió repetir 127 veces porque Stanley Kubrick no estaba conforme con las interpretaciones.
Claro, no siempre es necesario repetir tanto para que una toma quede bien, depende mucho de las exigencias de cada director. No obstante, son tantos los elementos que deben cuidarse, que se dificulta hacerlo en unos cuantos intentos.
Para un plano secuencia es idóneo que el equipo de filmación realice varios ensayos antes. Básicamente se convierte en una coreografía en el set o espacio de trabajo, que debe estudiarse previamente para que los movimientos de cámara y de actores no interfieran entre sí; micrófonos, personal de apoyo, técnicos y colaboradores en general deben estar colocados estratégicamente para que nadie más que los actores o el espacio filmado se registren en la escena.
Esta forma de rodaje puede tardar incluso meses en prepararse, porque todos los integrantes del proyecto deben saber perfectamente qué hacer, cómo y en qué momento; sin contar que las filmaciones pueden ser reprogramadas por agentes externos que llegan a interferir con la planificación original, como el clima, en caso de tomas exteriores.
En toda producción audiovisual se necesita de un equipo de trabajo organizado y en el plano secuencia el esfuerzo colectivo se manifiesta en su máximo esplendor, pues no hay espacio para errores, todos los involucrados dependen de la mutua colaboración. Si alguien de la producción falla en su labor, todo debe iniciar de nuevo; de allí que sea más costoso que una planificación fragmentada.
El plano secuencia no fue creado en tiempos modernos o con tecnología que facilite el trabajo de edición, surgió prácticamente en los orígenes del cine, a finales del siglo XIX, cuando las filmaciones se hacían en plano fijo colocando la cámara sobre un tripié y se rodaban películas, relativamente cortas, de escenas de la vida cotidiana.
Cuando se introdujo el proceso del montaje se empezaron a acortar los tiempos de rodaje y se experimentó con planos de diferentes tamaños y formatos. Antes, la longitud de la toma era determinada por la cantidad de rollo fotográfico. Actualmente puede durar desde algunos segundos hasta horas, gracias a la variedad de soportes digitales, que ofrecen la posibilidad de registrar horas sin parar, lo que equivale a películas completas.
En sus comienzos el plano secuencia se utilizó principalmente para documentar algunos aspectos, pero con el desarrollo de la industria sirvió para generar distintas sensaciones en los espectadores; por ejemplo, enmarcar efectos dramáticos y narrativos, mayor dinamismo, seguir la acción de un personaje en particular o marcar el trayecto hacia un punto de destino.
Este plano logra que el público se sumerja en el momento y lugar de la historia; al mostrar la acción en tiempo real, la cercanía que se produce ayuda a situarla en el punto de vista del protagonista. Con éste se consigue la captura de una toma realista y veraz, porque además de no haber cortes, aparentemente, el tiempo de la película es exactamente el mismo que en la realidad, no hay elipsis.
A diferencia de otras técnicas, las tomas con plano secuencia permiten actuaciones ininterrumpidas; los histriones pueden moverse libremente en el espacio de filmación mientras la cámara sigue sus acciones. La interpretación se acerca más a la representación que exige el escenario teatral.
Recordemos que uno de los primeros planos secuencia de la historia del cine dura 50 segundos y fue realizado por Friedrich Wilhelm Murnau en Amanecer (Sunrise: A Song of Two Humans, 1927), cuando un hombre se adelanta al encuentro de su esposa por la noche.
En 1958 Orson Welles logró impresionar con un plano secuencia de tres minutos en la escena inicial de Sed de mal (Touch of Evil), donde los espectadores ven que un desconocido coloca una bomba en la cajuela de un coche, pero la pareja que ha subido al vehículo y los personajes alrededor lo ignoran.
Conforme se va desarrollando la secuencia la tensión aumenta, pues se sabe que estallará la bomba. Suena música que invita a disfrutar la noche festiva, pero también se escucha el mecanismo del reloj y avanza lo inevitable. Dos parejas que van alternándose en la pantalla verán truncados sus destinos de forma trágica. Wells logra, en ese breve lapso, la impresión de un drama en tiempo real.
En obras más recientes el plano secuencia se ha usado de forma extensa, incluso con la presentación de películas de inicio a fin, como es el caso de El arca rusa (Russkiy kovcheg, 2002) del cineasta Alexander Sokùrov, quien consiguió una única toma de 90 minutos usando una cámara Sony HDW-F900.
Muestra 33 habitaciones del Museo Hermitage de San Petersburgo, 2000 personas delante de la cámara y tres orquestas tocando en vivo. La toma se ensayó durante varios meses y fue hasta la cuarta toma que se consiguió el plano secuencia deseado.
La película mexicana Tiempo real (2002), del director Fabrizio Prada, fua acreditada como el primer largometraje de una toma sin cortes, siendo merecedora de un Récord Guinness como la primera en la historia filmada en un plano secuencia de 86 minutos; requirió de una sola toma con cámara al hombro y 15 locaciones distintas de la ciudad de Xalapa, Veracruz.Pero el plano secuencia real con mayor duración (casi tres horas) lo ostenta Victoria (2015), del director alemán Sebastian Schipper. La presentación de este cineasta ocurrió en la edición 65º del Festival de Cine de Berlín.
La historia sigue a Victoria, una joven española que se ha mudado a Berlín para trabajar, pero al no hablar alemán se limita su comunicación, hasta que una noche conoce a cuatro chicos que la invitan a salir. La cámara sigue a los cinco actores (más personal de reparto y extras) recorriendo dos barrios de la ciudad de las 4:30 a las 7 de la mañana en tiempo real. El guion únicamente estaba integrado por 12 páginas, lo demás fue improvisación.
Debido a lo ambicioso que resulta un plano secuencia con una extensión tan prolongada, existen algunos “trucos» para lograr el mismo efecto visual, ejemplos de ello son: La soga (Rope, 1948), de Alfred Hitchcock, quien enfrentó limitaciones técnicas debido a que en esos años no había cámaras que pudieran contener más de 1000 pies de película de 35 mm, por lo que este director recurrió a falsos planos secuencia. Para lograr su cometido, cada 10 minutos (tiempo aproximado que registraba un rollo de película completo), se hacía un travelling a una superficie neutra, es decir, pasaba la cámara detrás de un elemento para que éste cubriera el lente y desde ahí se pudiera iniciar una nueva toma. En total, el plano secuencia de La soga se compone de 11 tomas distintas que se unieron con mucha precisión en el trabajo de montaje.
De modo similar, 1917 (2019), de Sam Mendes, aclamada debido a su plano secuencia que abarca la totalidad del filme, da la impresión de presentar la historia bélica en una toma continúa, sin descanso, pero su director reveló detalles técnicos y en realidad cuenta con más de 60 escenas distintas, de las cuales la más larga dura siete minutos.
Para lograr su “falso” plano secuencia Sam Mendes se apoyó en la edición y en los efectos especiales. Uno de los momentos más evidentes de cortes de escena es cuando los protagonistas entran a los bunkers y la imagen vuelve a ser nítida hasta que se encienden las linternas; estos segundos de oscuridad sirven para incorporar un nuevo plano sin que sea perceptible para los espectadores.
Otro método utilizado por Sam Mendes son los barridos de cámara; éstos se producen cuando la cámara se mueve tan rápidamente de un elemento a otro que el ojo humano no puede percibir más que un borrón, y es cuando se aprovecha para cambiar a otra toma. También se usó la idea de enfocar un elemento fijo (como una estatua o un edificio) que no fuera afectado por el paso del tiempo para lograr encajar dos planos filmados en diferentes días.
Ejemplo de falso plano secuencia también lo encontramos en Birdman (2014), de Alejandro González Iñarritú, donde se da la impresión de haber filmado una sola toma, pero cuenta con cortes disfrazados mediante las técnicas antes expuestas y con apoyo de la edición digital.
Sin duda, incluso hacer un falso plano secuencia es complicado, pues requiere de condiciones ambientales parecidas, hacer correcciones de luz y color, empatar a la perfección los encuadres finales e iniciales de distintos planos, incluir elementos visuales creados por computadora y combinar espacios distintos manteniendo un mismo estilo, entre otros aspectos que aportan la ilusión de continuidad.
Son muchas las herramientas que se pueden ocupar en el cine para generar cercanía con el público y el plano secuencia logra sumergirnos en las historias, hacernos cómplices de hechos que apreciamos como en “tiempo real”.
* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación por la FES Acatlán y prestadora de Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural.
RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN:
PROFESOR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO.
EDITOR DEL BOLETÍN INFORMATIVO CINEADICTOS,
DE LA COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL DE LA FES ACATLÁN.