POR ROGELIO RAMÍREZ ARAMBURU *
Durante la primavera de 2019 Chernobyl causó gran impacto desde el momento de su estreno. Esta miniserie aportó una particular versión sobre la ambición e ingenuidad de la raza humana expuestas por un accidente nuclear que provocó uno de los desastres ambientales más grandes del siglo XX y que, hasta hoy, es el referente de un lugar donde ya no es posible habitar.
Por la calidad de sus cinco episodios, Chernobyl se equipara con lo mejor de la cinematografía, bajo la dirección de John Renck, quien se hizo famoso por series como Breaking Bad y The Walking Dead.
Se centra en la historia del doctor Valery Legasov (Jared Harris) físico que en 1986, después de la explosión de un reactor nuclear en la central Vladimir Ilich Lenin, al norte de Ucrania, debe acudir para resolver el problema, al lado de Boris Scherbina (Stellan Skarsgard) como vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS.
En Chernobyl destaca la ambientación y tensa atmósfera que permea cada escena. Esto lo podemos dividir con tres rubros y la forma en que se conectan: música, ambientación e imagen.
Se debe resaltar la labor de Hildur Gudnadottir, encargada de la música, quien trabajó en películas como The Bleending House (Philip Gelatt. EU, 2011) y The Revenant (Alejandro Gonzá-lez Iñarritu. EU, 2015), donde demostró su maestría musical en todo momento.
Gracias a ella, en cada escena de Chernobyl se siente la pesadez y el misterio que rodea el acontecimiento, la angustia que cargan los personajes. Muchas veces son notas sutiles, casi imperceptibles; sin embargo, en los momentos de tensión la música lleva de la mano al espectador para adentrarse en lo sucedido.
Los efectos ambientales son muy importantes y junto con la música crean una atmósfera de opresión, casi de asfixia, en algunas partes; por ejemplo, los primeros intentos de apagar el fuego con los helicópteros o un viaje entre tuberías que obreros de la planta emprenden como recurso esperanzador para la situación que enfrentan.
Las imágenes corrieron a cargo de Jacob Ihre, fotógrafo conocido por Thelma (Joachim Trier, Noruega, 2017), Louder Than Bombs (Joachim Trier, Alemania, 2016) y The End of the Tour (James Ponsoldt, EU, 2015) quien logra retratar historias con alta carga emocional, con su mira puesta en encuadres profundos, como si buscara que el espectador se tomara un tiempo antes de pasar al siguiente. Inolvidables son escenas como la evacuación de Pripyat, las reuniones con mandatarios bielorrusos y escenas del hospital, cargadas de fuerza visual, sin ser resultado de una proeza técnica.
El color es la pieza que cierra el círculo. Los tonos son pálidos; verde y naranja forman una paleta que ayuda a adentrarse en la situación de Chernobyl que, por su calidad, aspectos técnicos y narrativos, ha sido reconocida como una de las mejores series de la última década.
Como producto audiovisual es equiparable a los mejores títulos generados por la industria cinematográfica; demuestra que, más que cuantiosos recursos en efectos especiales, basta un sólido argumento y un guion bien trabajado para una ambientación perfecta.
Chernobyl logra conectar con los espectadores y, sin lugar a dudas, compite con grandes obras audiovisuales. HBO se encargó del lanzamiento mundial en televisión restringida, pronto logró ser considerada como una de las miniseries más influyentes y mejor realizadas.
* Rogelio Ramírez Aramburu realizó su Servicio Social en el Programa de Promotoría Cultural.