No sueñes, vívelo
POR YOLANDA SOLORIO GARCÍA
Inspirado en las películas de ciencia ficción y cine serie B (filmes de bajo presupuesto, considerados inferiores, muchas veces carentes de publicidad), a principios de los años 70 Richard O´Brien escribió el musical “The Rocky Horror Picture Show” (“El show de terror de Rocky”) y lo filmó con apoyo del director australiano Jim Sharman.
La historia de este filme, por demás emblemático, tuvo su origen en 1973, cuando se estrenó como obra en Royal Court Theatre, de Londres. Estuvo en cartelera una corta temporada (del 19 de junio al 20 de julio del mismo año), pero su huella en el mundo del espectáculo caló profundo, en gran medida debido a su éxito en el circuito alternativo londinense.
En 1975, con un presupuesto de 1.4 millones de dólares, respaldados por la 20th Century Fox, Sharman y O´Brien adaptaron la historia para cine y dieron a la industria uno de los mayores títulos del cine de culto.
Cuenta con las actuaciones de cuatro de los miembros originales de la obra de teatro: Tim Curry (doctor Frank-N-Furter), Patricia Quinn (Magenta), Nell Campbell (Columbia) y Richard O´Brien (Riff Raff).
Es la historia Brad Majors (Barry Bostwick) y Janet Weiss (Susan Sarandon), se comprometen en matrimonio después de asistir a la boda de su amiga Betty Munroe. Viajan para darle la notica a su amigo, el doctor Everett V. Scott, pero en el trayecto se les avería una llanta; ello los obliga a pedir ayuda en un castillo cercano a la zona de su incidente automovilístico, donde conocen a Riff Raff, Magenta, Columbia y otros extraños personajes que celebran en ese momento una convención de transilvanos.
Brad y Janet son recibidos por el doctor Frank-N-Furter, sexy travesti que los convence de subir a su laboratorio para atestiguar el nacimiento de Rocky (Peter Hinwood), rubio espectacular creado por este científico para satisfacerlo sexualmente.
La joven pareja es llevada por Columbia a cuartos separados; ninguno imagina lo que les espera: nada menos que la visita de Frank-N-Furter para seducirlos; ambos caen en el juego sexual y se sienten extrañamente culpables, pero incapaces de zafarse de los designios de su extraño anfitrión, quien no duda en causar daño para satisfacer sus instintos u obligar a su séquito a permanecer cerca de él.
Persecución de perros, azotes, juegos de espionaje, una extravagante cena caníbal, estatuas humanas que son convertidas con un transductor medusa, abundantes vestidos de cabaret, performance a manera de show, con personajes alienígenas del planeta Transexual enmarcan esta historia que ha sido vista por millones de espectadores desde la década de 1970 y dado pie a innumerables ejercicios de puestas en escena, donde no falta la presencia del narrador, encargado de introducir las escenas o interrumpirlas para añadir diversos datos.
“El show de terror de Rocky” es, entre los filmes de culto, uno de los más recurrentes: fans de todo el mundo organizan funciones interactivas, las cuales consisten en la proyección de la película mientras un grupo de actores recrea las escenas. Los asistentes se disfrazan de los personajes y llevan diferentes accesorios para participar en la función, como pistolas de agua que utilizan para simular la tormenta durante la escena en la que Brad y Janet caminan rumbo al castillo de Frank-N-Furter.
Para quienes no conozcan “El show de terror de Rocky” cabe la advertencia: pueden quedar fascinados y corren el riesgo de sumarse al numeroso grupo de fans que la veneran.
Esta colaboración se publicó de manera impresa en junio de 2017, edición 164 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.