Cine Adictos

El lenguaje de la piel…

POR  GRISELDA AGUILAR VIEYRA

En todo encuentro erótico hay un personaje
invisible y siempre activo: la imaginación
Octavio Paz

“El último tango en París” (1972), película de Bernardo Bertolucci, fue nominada a dos premios Oscar en 1973 por Mejor Director y Mejor Actor. Producción franco-italiana, generó controversia por su temática, en una época en que no era común abordar la sexualidad de forma explícita. El protagonista (Marlon Brando) es un americano de 45 años de edad que vive en París, atormentado por el suicidio de su esposa. La coprotagonista es una bella joven de 20 años de edad (María Schneider), comprometida con un cineasta (Jean Pierre Léaud).

Ambos son los “innombrables”, pues a pesar de no saber ni sus respectivos nombres, estas abrumadas almas se unen para satisfacer anhelos sexuales, porque “es hermoso sin saber nada…” (según Jeanne, que consiente y asume las condiciones de Paul).

Quizás los “innombrables” existen a partir de las cosas que el corazón jamás enfrentará; porque si nombramos, tal vez se reviva la memoria de la piel. Probablemente no se quiera hacer esto porque los nombres abren alacenas emocionales, desatan tormentas, dimensiones extrañas, puertas a los recuerdos, el horror de nuestra historia personal, se da paso a la soledad.

“El último tango en París” rompe y critica esquemas, convenciones, normas sociales, religiosas y culturales. Se desarrolla en un departamento tan vacío como las obscuras y trágicas vidas de los personajes de Jeanne y Paul, quienes coinciden durante la muestra de esa vivienda en renta, ello desata interminables encuentros eróticos casuales interpretados con vehemencia, los cuales se van impregnando de pasión. Atrapados en una frenética danza corpórea que no parece tener fin, estos amantes llevan su pasión a niveles de elevación y profundidad que nunca habrían imaginado.

El filme es una revelación de los vacíos existenciales: soledad, dolor, muerte en vida, irrupción a toda regla. Fue un escándalo en la época de su estreno por las imágenes y escenas íntimas desinhibidas. Juegos eróticos y lógicas ambivalentes enmarcan la trama, en una bifurcación de dolor y placer, de racionalidad e irracionalidad. En lo inefable coinciden y se complacen los cuerpos de Jeanne y Paul; entre texturas eróticas descansa el género de drama. Los cuerpos hablan y el deseo tiene resonancias en el lenguaje de la piel; se hace presente el sabor del otro a través del objeto de deseo.

Innegables característicULTIMO TANGO GRISas de esta producción de Alberto Grimaldi son el erotismo y la alta calidad fotográfica de Vittorio Storaro. Nos sumerge en expresiones materializadas en fotogramas que entretejen un inicio lento pero que, conforme avanza la historia, toma buen ritmo. Las imágenes conducen a escenas y secuencias que desarrollan y culminan equilibradamente la danza de un encuentro erótico-sexual-amoroso. El tiempo es testigo de la pasión desbordada y el deseo de los amantes que actúan en consecuencia a sus anhelos sexuales, a manera de vivir paralelismos de sus propias realidades.

Los tiempos de realización, desarrollo de los personajes y apreciación del filme se conjugan para una lectura y visión horizontales, además de multidimensional, entretejiendo un desarrollo de secuencias.

La significación y simbolismo, como la apertura o cierre de ventanas, luz u oscuridad, con ritmo musical, presentan y recrean imágenes, fantasías que brotan del lenguaje elemental y, al mismo tiempo, más complejo: la mismidad frente a la otredad. La esperanza de que con el deseo sea posible construir una otredad.

Destacable, bella e inspiradora la música del argentino Gato Barbieri la cual enmarca de principio este filme provocador. Sirve como elemento exponente e hilo conductor, al mismo tiem-po que enfatiza los estados de ánimo, ofrece el mood de sensualidad frente a un cuerpo, si bien desconocido, en la danza carnal. Sonidos y ritmos despiertan, inevitablemente, el deseo o la pasión. Así como la música es universal, también lo es el lenguaje del cuerpo.

La iluminación juega un papel preponderante con una interesante paleta de colores y, aunque en general parece cálida, los momentos más íntimos se caracterizan por luz muy suave, a manera de caricias, como el lenguaje terso y vivo de los cuerpos.

Con claroscuros se marca la diferencia entre el deber ser y el ser de ser, es decir, distinguir los aparentes mundos reales de los personajes.

Por ejemplo, Tom, el novio de Jeanne, como realidad-real, aparece iluminado, representa lo que sí se puede mostrar públicamente ante los demás; mientras que Rosa, la esposa suicida, es obscuridad, dolor, pérdida, lo que esconde Paul.

En cuanto al tipo de tomas, son muy variadas, van desde los planos generales, con acciones completas e interacción de los protagonistas, hasta planos medianos muy íntimos, donde se puede enmarca claramente el rostro y sentimientos de los amantes. Los actores manejan muy bien sus papeles, no se perciben escenas forzadas.

En general es una película muy bien realizada, pretexto para debatir con amplitud sobre estereotipos, moral, erotismo, sexualidad, emociones, sentimientos, pasión, encuentros y desencuentros.

Se dice que no sólo impactó la vida de los espectadores, sino también a los actores, porque María Schneider tuvo que ir a terapias psicológicas para superar el hecho de haber sido sometida sexualmente durante la película.

Como espectador (a) surgen preguntas y diversas lecturas vigentes en nuestra cultura y realidad: ¿la soledad nos obliga a encontrarnos con los otros, pese al precio emocional que debamos pagar?, ¿por qué “caemos tan bajo” por un breve gozo carnal y un poco de ilusión?; y al mismo tiempo emergen interrogantes existenciales: ¿hasta dónde puede llevar la desoladora y desesperante necesidad de compartir-se?, ¿cómo llenar los vacíos existenciales?…o mejor aún, tal vez…por qué no… ¿a quién de nosotros, no le gustaría bailar “El último tango en París”?

Esta colaboración se publicó en la edición 135 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.

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CineAdictos, publicación periódica de la Coordinación de Difusión Cultural, nació en noviembre de 2000. Incluye reseñas de películas, trayectorias de actores, directores, críticas, comentarios sobre los principales festivales, entrevistas, avances técnicos y aspectos de los distintos géneros cinematográficos. El material impreso se distribuye entre la comunidad de la FES Acatlán; a partir del semestre 2015-II extiende sus alcances con el blog de CineAdictos. Espacio abierto a los interesados en la divulgación del séptimo arte.

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