Cine Adictos

 

POR LETICIA URBINA ORDUÑA *

Creado en diciembre de 1895, el cine llegó a México apenas nueve meses después, en agosto de 1896, de la mano del gobierno de Porfirio Díaz, admirador de Francia y sus adelantos, –el dictador de origen oaxaqueño se convirtió en el primer Jefe de Estado del mundo en ser captado por las cámaras de cine– y por ende no existían construcciones apropiadas para la exhibición cinematográfica.

La primera función fue para Díaz, su familia y algunos de los políticos más cercanos a él en el Castillo de Chapultepec, pero la primera proyección pública ocurrió el 14 de agosto en el sótano de la Droguería Plateros, farmacia que debía su nombre a la calle donde se encontraba y que hoy es Madero. Más tarde ese lugar se convertiría en uno de los sitios de exhibición más importantes: El Salón Rojo.

Cuando el cine comenzó a popularizarse, hubo que improvisar espacios cinematográficos. En Monterrey por ejemplo, aparecieron los llamados cines-terraza, en los que el patio de una vivienda se adaptaba para ver películas mudas, y los espectadores debían asistir con su propia silla, si querían sentarse.

En Morelia se habilitaron dos enormes casonas virreinales donde se colocó un telón para proyectar y bancas en el patio, sitios que luego se denominarían Salón París y Salón Cine. En poblaciones menores simplemente se buscaba una buena pared donde proyectar en alguna plaza o jardín, costumbre que subsiste aún en las poblaciones más desfavorecidas.

En la Ciudad de México lo hizo la Cigarrera El Buen Tono, que se encontraba a un costado de La Alameda central y que en las noches proyectaba –con intenciones propagandísticas– funciones gratuitas en su propio muro.

Héctor Azar, el fundador de todas las instituciones teatrales del Siglo XX en México, definió al cine como “teatro más tecnología”. Y fue así no sólo en el aspecto dramático sino también en el arquitectónico, por lo menos al principio.

En la Ciudad de México había ya una buena cantidad de teatros, que por su aforo tenían la capacidad de recibir público de manera masiva. Teatros como el San Juan de Letrán, el Principal, Nacional, Apolo y el Arbeu abrieron sus salas al nuevo medio de entretenimiento.

En algunas de las principales capitales de la provincia se imitó la experiencia. Los teatros Limón, de Xalapa; Degollado, de Guadalajara; Macedonio Alcalá, de Oaxaca; Peón Contreras, de Mérida y Ocampo, de Morelia entre muchos otros, fungieron como salas de cine hasta que surgieron edificios expresamente hechos para las proyecciones.

Hoteles y conventos no escaparon al encanto del celuloide. Los primeros hallaron en la exhibición de películas un plus para atraer huéspedes. Emblemático entre ellos fue el cine Regis, desaparecido junto con el hotel homónimo, que se derrumbó en el terremoto de 1985. En Morelia el Hotel de La Soledad creó Cinelandia, cuyo objetivo era entretener al público infantil.

En cuanto a los conventos, muchos habían sido secularizados por Benito Juárez y el tamaño de sus patios permitía llenarlos de sillas para improvisar una sala. Ello había comenzado a ocurrir en el Siglo XIX al convertirlos en teatros como el Arbeu, antes templo de San Felipe Neri o el exconvento de Jesús María y el de San Jerónimo, que luego serían los cines Progreso Mundial e Imperial, respectivamente.

Para 1903, cuando se construía Bellas Artes, su arquitecto, Adamo Boari, previó que el cine podría requerir ese espacio, por lo que lo diseñó con una cámara de proyección. En 1906 ya se empezaban a construir cines, mientras que en las colonias populares se alzaban jacalones enormes de manera apresurada. La improvisación de los primeros espacios cinematográficos apenas si superó una década que interrumpió la Revolución Mexicana, tras la cual hubo una orgía constructora que dotó a México de salas monstruosas, que llegaban a albergar a 7,500 espectadores por función.

* Maestra en Estudios México Estados Unidos por la UNAM y doctorante en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesora de la licenciatura en Comunicación en la FES Acatlán.
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CineAdictos, publicación periódica de la Coordinación de Difusión Cultural, nació en noviembre de 2000. Incluye reseñas de películas, trayectorias de actores, directores, críticas, comentarios sobre los principales festivales, entrevistas, avances técnicos y aspectos de los distintos géneros cinematográficos. El material impreso se distribuye entre la comunidad de la FES Acatlán; a partir del semestre 2015-II extiende sus alcances con el blog de CineAdictos. Espacio abierto a los interesados en la divulgación del séptimo arte.

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