POR GLORIA DE LA GARZA *
Alfonso Cuarón ha insistido en que su más reciente película, Roma, no es una historia nostálgica. Sin embargo, activa la nostalgia de los espectadores, en especial de los de 50 o más
años, pues trae ecos de infancia y adolescencia; es
un entrañable retrato costum-brista del inicio de la década de los 70 del siglo XX.
La cinta es una reconstruc-ción preciosista que se solaza en los detalles de una época: desde calles y edificios hasta la decoración de interiores, prendas de vestir, juguetes, programas de televisión, entre otros.
Los protagonistas se mueven entre los cines Estadio y Las Américas, Banca Serfín, taxis “cocodrilos”, autos Galaxy, se ríen con los comediantes de “Ensalada de Locos”, se apresuran con el control del tiempo de “Haste, Haste, la hora de México”…
La colonia Roma es el espacio en que se desarrolla un drama familiar tan cotidiano, que parece demasiado simple para la grandilocuencia de la dirección de arte y de los recursos técnicos invertidos en ella.
La fotografía en blanco y negro remite al pasado, pero también a los contrastes de una sociedad que ha cambiado fisonomía y en la que, sin embargo, persisten problemas de fondo: pobreza, violencia, inseguridad, discriminación de los pueblos indígenas, inequidad de género.
En una trama aparentemente sencilla, dos mujeres de distinto origen, clase social y educación, sufren juntas un dolor similar de decepción, abandono y soledad a causa de una sociedad machista que las margina y las limita.
Comparten una casa y el amor de una misma familia; se acompañan en la pérdida de lo que aman y en la resiliencia. Cuarón propone a Cleo, la joven empleada doméstica, para que sea la guía del espectador en el laberinto de su memoria, con la incertidumbre de encontrar al Minotauro y la esperanza del hilo de amor de Ariadna que nos muestre cómo reconciliar el pasado y el presente.
Roma es la travesía, por momentos surrealista, en los recuerdos de una ciudad y de un México que parece transformarse hacia el “progreso” y la modernidad, pero donde se arraigan heridas, errores y deudas históricas.
* Gloria de la Garza es Profesora de Carrera Titular A en Italiano, FES Acatlán.