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Archivo para julio, 2017:

por: Linda Jacqueline Zesati Carlos

Crédito imagen: lifestyle.linio.com.mx 

Éste nuevo siglo trajo consigo una revolución tecnológica; una revolución en dónde la fotografía sigue escribiendo su historia, continua con su evolución a pasos agigantados.

Decía el célebre fotógrafo húngaro László Moholy-Nagy,  “Los analfabetos del futuro no serán los que no sepan escribir sino los que no sepan fotografiar”.  Y ese futuro del que Moholy-Nagy hablaba ha llegado.

La enorme baja en los precios de las cámaras fotográficas ha provocado que estos aparatos estén ahora en las manos de millones de personas, lo cual hace algunos años era impensable, ya que los altos costos de estos aparatos hacía que estuvieran al alcance sólo de algunos pocos; además de que el método para obtener una fotografía era más complicado y se necesitaba de mayor conocimiento, por lo cual el quehacer del fotógrafo era más respetado y apreciado.

Hoy en día, los costos bajos y los métodos ahora más rápidos para hacer una fotografía ha facilitado el que la gente se interese cada vez más en éste medio, prácticamente cualquier persona –incluso los niños- poseen una cámara ya que al parecer la “moda” ahora es colocarle una cámara a cualquier aparato electrónico -aparatos como los celulares- y gracias a esto bombardear al mundo con miles de imágenes fotográficas.

Desde la prehistoria el hombre ha tenido la necesidad de inmortalizar su imagen, como un indicio de que existió y sigue existiendo a través de la contemplación de su efigie. Esto dio paso al nacimiento de la fotografía como un medio capaz de reflejar la realidad, el hombre era por fin capaz de contemplarse en un recuadro como si éste fuera un reflejo en un espejo; logrando inmortalizar fielmente su imagen.  

Después de usar a la fotografía como un medio de inmortalización de la figura humana, se utilizó y se utiliza aún como un medio de expresión, como un medio de comunicación visual, con la cual el hombre es capaz de transmitir sus pensamientos, sentimientos, ideas, etc. Desde la aparición del hombre sobre la faz de la tierra, éste ha tenido la necesidad de comunicarse con sus semejantes y la fotografía ha comprobado ser el medio perfecto para éste fin.

Las redes sociales han impulsado aún más ésta necesidad del ser humano por capturarse, por reconocerse, por observarse, esa necesidad de interactuar con el otro, de integrarse a un grupo. La vida de las personas se cuenta –como fue en un principio- en imágenes; se deben llenar álbumes virtuales con fotografías que relatan lo que comemos, lo que vestimos, lo que visitamos, a final de cuentas relatan “lo que somos”.

Pero, hacer una buena fotografía no es fácil, lo fácil es obtener una cámara y oprimir un botón. Lo difícil viene cuando queremos que esa imagen obtenida realmente contenga y transmita el mensaje deseado y para ello necesitamos conocer a fondo nuestra herramienta que es la cámara fotográfica, debemos aprender a usarla; pero más que el saber usar éste aparato debemos tener el conocimiento de componer una fotografía, tener la sensibilidad para lograr imágenes que emanen verdaderamente ese sentir del autor.

Y ¿Cómo podemos lograr que una fotografía comunique nuestro mensaje? Lo lograremos a base de la teoría y la práctica. En CEI Eje Central estamos interesados en este tema, por ello, hemos elaborado un taller de fotografía que pretende brindar las herramientas básicas para que cualquier entusiasta de la fotografía logre capturar la verdadera esencia de aquello que lo rodea.

“Fotografía para todos” es un taller en donde enseñamos a las personas a crear fotografías que verdaderamente transmitan algo, en donde se les instruya a hacer un uso correcto de sus mecanismos fotográficos, en donde se les muestre como hacer el mejor uso del equipo con el que cuentan y así al final aprendan a expresarse o comunicarse por medio de éste medio.

Si posees una cámara fotográfica y te gusta tomar fotografías de tu pasar por la vida ven e inscríbete, no necesitas tener conocimientos previos, sólo necesitamos que seas un apasionado en el tema al que le guste obtener como resultado imágenes con contenido, que realmente transmitan tu forma de pensar y de sentir. Informes: http://www.acatlan.unam.mx/cei/5594/

Categoría(s): Capacitación Ejecutiva, Notas

Por: Marco Antonio Aceves Pérez

Crédito imagen: lavoztx.com

 

En la actualidad, la capacitación es una alternativa viable para cualquier organización que busque mantener a su plantilla de trabajo actualizada, contenta y con rendimiento óptimo, reflejando el retorno de su inversión en aumento de la productividad (y aumento de utilidades) y ahorro de tiempo y dinero invertidos en entrenamiento dada la reducción de rotación del personal.

El proceso de capacitación no debe considerarse sólo cuando nuevos integrantes se integran a la empresa o al puesto que desempeñarán si no como una tarea constante que garantice que los elementos conozcan y dominen las tendencias actuales de su área de especialización y eso permita que la empresa se muestre a la vanguardia respecto a sus competidores; ideología que ha restado valor a la visión de las últimas décadas donde se considera a esta como una actividad innecesaria, que implica una pérdida de tiempo y que incluso debe ser solventada por los trabajadores.

El departamento de recursos humanos y el equipo directivo deben contemplar que estas actividades deben ser programadas siempre en horario laboral, ya que, de considerar lo contrario, se debe contemplar el pago de tiempo extra y una posible renuencia y molestia del personal por invertir tiempo libre en actividades de la organización, incrementando además los costos totales de la actividad.

Crédito imagen: elempresario.mx

Las ventajas que se obtienen al capacitar a los elementos de la empresa en horario laboral son mucho más valiosas que las pérdidas o el sacrificio de horas de trabajo:

  • Tendrá integrantes en su empresa preparados y capaces para enfrentar los retos que se plantean cumplir,
  • Se cohesiona mucho más y se fortalece la convivencia además de que se forman equipos de trabajo más sólidos,
  • Se mantienen motivados y establecen un compromiso mayor con la organización,
  • Se fortalece la pertenencia de los integrantes de la empresa hacia la misma, además de que se pueden recalcar los idearios organizacionales.

En los Centros de Capacitación Ejecutiva e Idiomas Eje Central e Izcalli contamos con oferta educativa especializada en comunicación, mercadotecnia, ventas y desarrollo gerencial, misma que está desarrollada de acuerdo a las necesidades de tu organización, conócela contactándonos en los números 5536-8869 y 5868-3053.

Categoría(s): Capacitación Ejecutiva, Notas

Por Roberto Mendoza Ortega

Crédito de la imagen: NVI noticias

Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.

Ludwig Wittgenstein

Es cierto cuando los expertos en el ámbito laboral dicen que aprender un idioma diferente al materno es ya una necesidad, sin embargo muchas veces omiten decir el por qué la importancia de estar familiarizados con otras lenguas.

Ya sea precisamente para obtener un trabajo, viajar o cumplir con objetivos académicos, el adentrarse en un lenguaje desconocido es involucrarse con su cultura y la manera en que éste divisa al mundo.

Idilio con el francés

Lorena García, reside actualmente en Dijon, Francia. Estudió en el Centro de Enseñanza de Idiomas (CEI) la que muchos consideran la lengua del amor y al hacerlo  se le abrió una puerta para desarrollarse profesionalmente en Europa.

“Mi oportunidad inicia cuando una profesora del CEI, me comenta sobre las becas que otorga la SEP, yo no sabía nada así que me metí a investigar; era una beca para trabajar temporalmente en Francia como maestros de español. La beca, en conjunto con la SRE y el CIEP de Francia pedía requisitos que yo cumplía y decidí meter mis papeles a concurso”.

Cuatro meses después vio cosechados todos los esfuerzos que realizó desde 2007 para completar sus estudios del francés: había sido seleccionada para viajar al país galo.

Pese a ser uno de sus más grandes sueños, Lorena acepta que llegar a un lugar desconocido genera incertidumbre. “Cuando llegué fue muy difícil porque a pesar de que dices que hablas un idioma, llegas al país y no entiendes nada, todo se hace difícil y extrañas a tus amigos y familia, afortunadamente las profesoras que me asignaron se portaron geniales conmigo y rápido me olvidé de lo malo”.

Con el cargo de asistente de español en Francia, Lorena disfruta su idilio con una cultura vasta y llena de tradición, agradeciendo a quienes le permitieron conocer de antemano lo que hoy sus ojos y oídos perciben: “el trabajo de mis profesores del CEI fue el mejor, pero si uno como alumno está motivado e interesado también debe hacer su esfuerzo por practicar el idioma en casa con películas, música o series de comedia. Así también se aprende el idioma puesto en un contexto.

Yo agradezco mucho a mis profesores de francés del CEI, sus clases me dieron las mejores herramientas comunicativas y contextuales de la sociedad francesa”.

 

De vuelta al hogar de mamá

Cristóbal Rosiles es un méxico-polaco que ahora estudia la maestría en Ciencia Política en el país que vio nacer a su madre.

Y, aunque desde chico tuvo en casa de quien aprender un idioma, decidió expandir sus horizontes y afianzarse en otra lengua, ruso, misma que aprendió durante tres años en la UNAM.

Interesado en Europa del Este, Cristóbal aprovechó los beneficios de la gratuidad en el sector educativo para los polacos, por lo que decidió instruirse desde la licenciatura: “decidí estudiar ruso porque me gusta, el país siempre me ha llamado la atención y cuando agarré carrera  con su idioma entendí cosas del polaco que no había visto”.

Encontró entonces una complementación entre el idioma de su madre y el que había decidido estudiar, una serie de relaciones que ahora le ayudan a razonar mejor la vida cultural de Polonia, país en el que pasará los próximos dos años.

Ahora, desde el extranjero Cristóbal puede decir que: “estudiar otro idioma ayuda a conocer mucho mejor tu lengua natal, y abre la mente a otras formas de pensar”.

 

La odisea alemana

Hay personas que vencen el miedo de manera súbita y deciden andar por donde no existen caminos. Julio Hernández, lo hizo hace casi un año lanzarse por la borda sin saber qué podría pasarle; su única convicción: conocer Alemania.

Estudiante de comunicación del noveno semestre, Julio cuenta: “un día le pedí prestado dinero a mi papá, me dio para el boleto de avión y  lo demás lo ahorré para poder  pagar el viaje. Fue esencialmente un viaje de mochila, durmiendo con extraños, o conocidos de conocidos y en ciertas ciudades durmiendo en hostales”.

En un país ajeno y en esa situación el haber estudiado en CEI Acatlán le ayudó bastante: “fue una experiencia muy enriquecedora, ya que hablar alemán cuesta mucho trabajo y la barrera cultural es muy amplia, pero lo que me tranquilizaba era que los alemanes y austriacos son gente amable que valora mucho el esfuerzo del turista por entablar conversaciones en su idioma, la mayoría habla inglés, pero aprecian mucho que les hables en alemán y por eso te ayudan mucho  hablando más despacio”.

De vuelta en México y tras su experiencia Julio piensa en seguir estudiando el idioma y buscar su certificación como hablante nivel B2 ya que: “aprender otra lengua es conocer otra gramática y sintaxis de la realidad, conociendo más de cerca la cultura”.

 

Lo que ellos recomiendan

“Siempre elijan el idioma que les guste para aprender. No hagan las cosas por obligación porque así lo único que ganarán será bloquearse. A pesar de que no sea comercial o que no puedan ganar mucho dinero con él, cualquier idioma que les guste es bonito y bueno para hablar”.

-J. Cristóbal Rosiles Śledzik-

“(A la hora de entender un idioma y una cultura) sirve mucho observar a toda la gente a tu alrededor, todo el tiempo, y aprender sus usos y costumbres para poder “encajar” en su cultura que ya es tuya también”.

-Lorena García Loyola-

“Lo interesante de aprender un idioma no es su manejo inmediato, sino el proceso por el cual vas descubriendo la cultura”.

-Julio Hernández-

Categoría(s): Idiomas, Notas

Por Luz Alfonsina Pazos Velasco

Crédito de la imagen: Oddissey

Imaginemos esto: Sales de la Universidad perfectamente formado, capaz, con todos los conocimientos teóricos y prácticos para comerse al mundo y, además, con mucho apetito. Nada puede detener a este joven talento que viene a romper paradigmas, revolucionar las estructuras y cambiar al mundo como lo conocemos, con las propuestas y proyectos más provocadores desde el descubrimiento del agua tibia. Por medio de esas extrañas vueltas que da la vida, el joven mesiánico en cuestión se encuentra en posibilidad de ingresar prontamente a un empleo, donde podrá por fin poner en marcha el pesado engranaje de su desarrollo profesional.

Hasta este punto todo es hermosamente prometedor: escuchamos en el fondo una hermosa canción pop cuya letra versa sobre la bella vida, mientras vemos en un montaje estilo película de los ochenta todos los pequeños tropiezos y los grandes avances de este joven que… en un par de meses probablemente ya notó cómo los conocimientos que obtuvo de su universidad sólo lo llevan hasta una cierta altura del camino, el resto lo tiene que lograr con práctica, adaptabilidad, ocasionales tropiezos con su subsecuente lección y, eso sí, una buena cantidad de paciencia y constancia.

 Crédito de la imagen: rocketfuel.com

Quienes trabajamos ya conocemos esta danza, en la que hay que incluir, además, el shock emocional de dejar de contar con nuestras tardes durmiendo en el pasto, nuestros viernes sociales e incluso con esa comodidad que caracteriza al periodo estudiantil. Este es el mundo real para el que, por mucho que digan, nada nos puede preparar por anticipado, la única manera de aprender es viviendo en él. En este mundo nuestras tardes casi siempre transcurren corriendo para terminar los pendientes y no quedarnos en el trabajo horas de más, nuestros viernes son sociales de un ratito porque ya estamos cansados de trabajar toda la semana y no podemos dejar de hacer la tarea, porque nunca faltarán las solicitudes de última hora.

Todo lo anterior no obedece a un desahogo motivado por mi reticencia de acudir a un terapeuta, sino al propósito de rescatar este sentimiento de todo-lo-puedo con el que todos salimos de la escuela y que termina sintiéndose rebasado por las exigencias laborales. ¿Alguien más ha notado ese sentimiento, frente a un reto laboral de “esto nunca me lo enseñaron”? Pues tienen razón: no nos lo enseñaron. Pero el hecho de que nadie haya llegado a decirnos “esto se hace así” no quiere decir que nos podamos zafar de hacerlo, de lo que resulta que o lo aprendemos en el momento o nos buscamos quién (o dónde) nos enseñen cómo hacerlo.

Y es que hoy día los requerimientos del mercado laboral avanzan con mayor velocidad que cualquier plan de estudios. Apenas aprendimos a ‘picarle’ a un software cuando ya salió uno más reciente o una actualización –y no lo digo como lugar común, ¿cuántos que ya eran muy diestros en el uso del iOS se han quedado un tanto descolocados con la nueva versión de este sistema operativo? Mientras algunas personas apenas están tratando de dominar el Outlook de su oficina, ya ‘lo de hoy’ es ‘subirse a la nube’, no terminamos de adaptarnos a las tablets y los smartphones con sus pantallas táctiles cuando salen los nuevos y ahora estos hasta ¡hablan!

A nosotros nos dijeron que la evolución era un proceso de miles de millones de años, a través de caracteres que se heredan a la siguiente generación; pero las generaciones de los 80 hemos pasado por un desarrollo tecnológico tan acelerado que hasta produce vértigo: desde LPs hasta Spotify, y desde tarjetas perforadas hasta la famosa nube. Y todo eso en un espacio de poco más de 25 años. Parece ser que en nuestro siglo Darwin se subió a la cinta transportadora y ajustó la velocidad en “Halcón Milenario”.

En este panorama, si los disquetes que las películas de antaño pintaban con la capacidad para destruir o salvar al mundo vienen resultando obsoletos, ¿qué pasa en el espacio laboral, dónde cada año miles de egresados engrosan las filas de aspirantes y quienes ya tienen trabajo deben de cuidar celosamente su puesto, así como buscar ansiosamente la posibilidad de ascender? ¿Qué pasa con nosotros, humanos profesionistas, que pasamos cuatro años en la universidad aprendiendo a ejercer? Pues pasa que, tras un tiempo, nosotros también somos obsoletos.

Cierto que los conocimientos que en la universidad obtuvimos dejan de ser lo más actual en un corto periodo pero, y para nuestra fortuna, eso no nos resta valor, digamos que son los cimientos. Sin embargo, tampoco podemos engañarnos, pues es claro que quien sabe más puede aspirar a más. Todos nuestros compañeros de generación aprendieron lo mismo que nosotros, lo que le da a cada quién su valor adicional es el aprendizaje extra: cursos, talleres e incluso actividades extracurriculares.

 Es por esto que hay un par de palabras que son o deberían estar siempre presente en la mente de todo profesionista: capacitación y actualización, siempre hay algo nuevo que aprender; ninguna disciplina es independiente de las demás, todas convergen, tocan temáticas comunes y a veces abordan los mismos elementos, lo interesante es ver qué puede aportar cada una; muchas culturas comparan el conocimiento y el desarrollo con un río, que se nutre de pequeños riachuelos y manantiales para convertirse en la gran corriente que terminará desembocando en el mar. Del mismo modo, apoyar nuestro desempeño profesional por medio de cursos de capacitación o actualización, puede muchas veces ser precisamente el elemento extra que dé perspectiva a nuestro trabajo y nos permita llegar adonde queremos llegar.

En los Centros de Capacitación Ejecutiva e Idiomas Eje Central e Izcalli contamos con oferta educativa de acuerdo a tus necesidades y deseos de aprendizaje, conócela contactándonos en los números 5536-8869 y 5868-3053.

Categoría(s): Capacitación Ejecutiva, Notas

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