Agüeros y abusiones. Los presagios dentro de la cosmovisión nahua
La creencia de que los dioses mandaban mensajes a los hombres para alertarlos de futuras desgracias o beneficios a través de acontecimientos y/o señales inesperadas, es un elemento que se encuentra presente en diversas religiones alrededor del mundo, y la cosmovisión nahua no es la excepción. Ya en tiempos de Nueva España, los frailes que tenían como objetivo principal la evangelización de los indígenas, consideraron estas creencias como atentados en contra de la fe, y las calificaron de “supersticiones”. Siguiendo a Santo Tomás de Aquino, tal concepto se refiere a una práctica inducida por el demonio que se desvía del culto al “verdadero dios”, y que surge a partir de causas naturales o sobrenaturales;[1] Gracias a esta percepción, los actos adivinatorios que realizaban los indígenas fueran asociados con pactos demoniacos.
En sentido estricto, dichas “supersticiones” sólo pueden existir en la mentalidad cristiana que las concibe como una desviación de la fe. No obstante, y guardándonos de posibles anacronias, la lengua nahua posee la palabra tetzahuitl, que de acuerdo con fray Alonso de Molina se puede definir como “cosa escandalosa, espantosa o cosa de agüero”.[2] El mismo término es usado también por Hernando Ruiz de Alarcón, cuando señala que “lo que en España llaman agüeros, en mexicano llaman tetzahuitl, si bien el vocablo mexicano suena algo más que el castellano, porque dice ahuero, pronóstico, portento o prodigio, que pronostica algún mal presente o venidero”.[3] Con estas dos definiciones podemos inferir que el término tetzahuitl se asocia, por lo menos tangencialmente con el concepto occidental de “superstición”.
Estas antiguas creencias nahuas, como ya se ha mencionado, eran una forma de advertir sobre alguna desgracia o pronosticar acontecimientos venideros a través de mensajes que eran revelados por los dioses. Es decir, eran señales o canales de comunicación entre los hombres y las divinidades por medio de eventos naturales o sobrenaturales que se presentaban inesperadamente.
Resulta interesante la clasificación que realizó fray Bernardino de Sahagún al respecto de las “supersticiones”, ya que por un lado menciona los “agüeros” y por otro las “abusiones”. Para describir los primeros, el fraile franciscano menciona que “atribuyen a las criaturas que no hay en ellas”, y para las segundas dice que “toman en mala parte las impresiones, o influencias, que son buenas en las criaturas”.[4] La diferencia entre un término y otro, aunque plasmada, resulta relativamente difusa, por ello es necesario ahondar en ambos conceptos.
Sahagún menciona como ejemplo de agüero, que cuando la lechuza cantaba de dos a tres veces sobre la casa de alguien, era porque uno de los habitantes de ese hogar estaba por morir.[5] Cabe resaltar que aunque el canto del ave es una acción natural, la reiteración de esta acción en un punto específico, dota al conjunto de un significado mágico, en este caso de mala fortuna. Por otra parte, ahora refiriéndose a las abusiones, señala que cuando ocurría un temblor se tenía que levantar de las sienes a los niños para ponerlos en lo alto, pues de lo contrario éstos no crecerían y serían llevados por el fenómeno telúrico.[6] Además, resulta notorio que la abusión requiere de una segunda acción para evitar las consecuencias de la primera, que a su vez se representa por aspectos de tipo natural como el canto de la lechuza.
Aunque una generalización resulte sumamente aventurada y en algunos aspectos poco sustentable, podemos pensar que la principal diferencia entre “agüeros” y “abusiones” radica en que los primeros eran advertencias de que algo estaba por suceder, mientras que los segundos eran acciones para evitar que los fenómenos naturales que ya se habían presenciado (o que se estaban presenciando) tuvieran inferencia en la vida del hombre.
Con la finalidad de enfrentar el futuro con la mejor preparación, no es extraño que el hombre a lo largo de la historia haya recurrido a prácticas adivinatorias. Dentro de la cultura nahua tenemos el ejemplo de los tonalpouhque o tlapouhqui, quienes se encargaban de la lectura e interpretación del tonalamatl que determinaba el destino de un recién nacido; estaban también los tlaolxiniani, quienes “leían” la suerte que habrían de tener los enfermos a través de la adivinación con granos de maíz.[7] Aun así, el conocimiento de lo que deparaba el futuro no era una garantía de que éste pudiera evitarse, el ejemplo más claro lo podemos encontrar en los funestos presagios recopilados por Sahagún y que, como apunta Miguel León-Portilla, facilitaron la conquista por parte de los españoles.[8]
Motecuhzoma observa el cometa desde la azotea de su palacio. Lámina 48. Fray Diego Durán, Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de Tierra Firme, t. II, México, Conaculta, 1995.
No es de extrañar que dichos sucesos formaran parte del imaginario indígena a modo de mensajes de los dioses. Estos presagios pudieron justificar, en la concepción mexica, la razón de que los conquistadores hubieran llegado a hacerles la guerra, pues en su memoria estaban presentes dichos augurios mucho tiempo después de haber sucedido. La discusión queda abierta respecto a si éstos provocaron que los indígenas asumieran una pronta resignación ante la conquista española o bien, fungieron como una justificación de la gran derrota que sufrió el hasta entonces hegemónico señorío mexica.
Norma Angélica Montes García.
Seminario permanente Crónicas y fuentes de origen indígena del siglo XVI novohispano
[1] Citado por Gerardo Lara Cisneros, “El discurso anti-supersticioso y contra la adivinación indígena en Hispanoamérica colonial, siglos XVI-XVII” en http://nuevomundo.revues.org/63680 (consultado 05/07/15).
[2] Fray Alonso de Molina, Vocabulario en lengua mexicana y castellana, México, Casa de Antonio Spinosa, 1571, p. 111 en https://archive.org/stream/vocabularioenlen00moli#page/n3/mode/2up (consultado 07/07/15).
[4] Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas de Nueva España, , 11ª edición, México, Porrúa, 2006, (col. “Sepan Cuantos…”, 300), p. 270.
[5] Ibid., p. 265.
[6] Ibid., p.272.
[7] Alfredo López Austin, “Cuarenta clases de magos en el mundo náhuatl” en Estudios de Cultura Náhuatl, vol. VII, México, UNAM-IIH, 1967, p. 106.
[8] Miguel León Portilla, La visión de los vencidos, relaciones indígenas de la conquista, 8ª ed., México, UNAM, 1980, p. 2.
[9] Término empleado para denominar una término lingüístico del nahuatl que estaba construido con dos palabras con significados particulares, pero que al conjuntarse daban lugar a un tercer término de connotaciones distintas a aquellos que le dieron origen.
[10] Sahagún, op.cit., p. 701.
[11] León-Portilla, op.cit., p. 3.
[12] Sahagún, op.cit., p. 702.
[13] Ibíd.
Obras consultadas:
Lara Cisneros, Gerardo, “El discurso anti-supersticioso y contra la adivinación indígena en Hispanoamérica colonial, siglos XVI-XVII” en http://nuevomundo.revues.org/63680 (consultado 05/07/15).
León Portilla, Miguel, La visión de los vencidos, relaciones indígenas de la conquista, 8ª ed., México, UNAM, 1980.
López Austin, Alfredo, “Cuarenta clases de magos en el mundo náhuatl” en Estudios de Cultura Náhuatl, vol. VII, México, UNAM-IIH, 1967.
Molina, Fray Alonso de, Vocabulario en lengua mexicana y castellana, México, Casa de Antonio Spinosa, 1571, en https://archive.org/stream/vocabularioenlen00moli#page/n3/mode/2up (consultado 07/07/15).
Ruiz de Alarcón, Hernando, Tratado de las supersticiones y costumbres gentilicias que hoy viven entre los indios naturales de esta Nueva España, México, Fuente Cultural de la Librería Navarro, 1953, en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/tratado-de-las-supersticiones-y-costumbres-gentilicas-que-hoy-viven-entre-los-indios-naturales-de-esta-nueva-espana–0/html/http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/tratado-de-las-supersticiones-y-costumbres-gentilicas-que-hoy-viven-entre-los-indios-naturales-de-esta-nueva-espana–0/html/ (consultado 06/07/2015).
Sahagún, Fray Bernardino de, Historia General de las Cosas de Nueva España, 11ª edición, México, Porrúa, 2006, (col. “Sepan Cuantos…”, 300).