POR JOSÉ ALFREDO FLORES ROCHA
En 1975, Camilo Sesto era el cantautor español más exitoso de su generación y se encontraba en la cima de su carrera. Sus interpretaciones se escuchaban en la mayoría de las radiodifusoras de Hispanoamérica. Realizaba giras que iban desde Estados Unidos hasta la Patagonia e incluían varios países de Europa. Canciones como “Perdóname”, “El amor de mi vida”, “¿Quieres ser mi amante?”, “Algo de mí”, entre otras, se colocaron en los primeros lugares de las listas de popularidad.
La mayoría de las composiciones del artista pertenecen a la balada romántica. Para ese año Camilo Sesto presentó una de las melodías más emblemáticas dentro de su repertorio: «Melina» (Camilo Blanes Cortés, Ariola, 1975).
Más allá de lo que se pueda plantear respecto a la calidad de la pieza musical, su difusión comenzó a despertar una serie de interrogantes entre el público: ¿Quién era Melina? ¿Quién era aquella mujer de personalidad imponente que daba pie a una de las canciones más famosas del artista setentero?
Tras la serie de cuestionamientos, el español reveló que aquella letra estaba inspirada en María Amalia Mercouri (Atenas, Grecia, 1920 – Nueva York, EU, 1994), mejor conocida como Melina Mercouri, actriz y cantante de origen griego, perteneciente al Movimiento Socialista Panhelénico.
Melina Mercouri ganó fama mundial por su interpretación en la célebre cinta: Nunca en domingo (1960), dirigida por Jules Dassin, su esposo y por la que se hizo acreedora a la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes por Mejor Actriz y más aún cuando obtuvo la nominación al Oscar en esta misma categoría. Si bien, no ganó la codiciada estatuilla, sí contribuyó a colocarla en un primer plano dentro del ambiente artístico y cultural.
Melina Mercouri provenía de una de las familias con mayor influencia política dentro de su país. Su abuelo fue Spyros Merkoúris, alcalde de Atenas, mientras que su padre fue miembro destacado del parlamento. Lo que dio lugar a su inquebrantable activismo político en contra de la dictadura que tomaría las riendas de la nación helénica, en la década de los años 60.
La actriz debutó en la pantalla grande en 1955 con la cinta Stella, bajo la dirección de Michael Cacoyannis, conocido por su espléndido trabajo en Zorba, el griego (1965), protagonizada por el histrión de origen mexicano, Anthony Quinn.
Pronto el largometraje se colocó en el gusto de la crítica especializada. Gracias a su calidad obtuvo un Globo de Oro por Mejor Película Extranjera, también fue exhibida en Cannes. Se sabe que fue en el marco del festival que la actriz conoció a quien fue su segundo esposo, Jules Dassin, reconocido director, escritor y productor.
Destacan sus actuaciones en películas como: Fedra (Phaedra, 1962), también dirigida por Cacoyannis y en El que debe de morir (1957), basada en la novela del aclamado Nikos Kazantzakis, probablemente el escritor y filósofo más importante de Grecia en el siglo pasado.
El reconocimiento internacional le permitió filmar en España Los pianos mecánicos (1965), bajo la batuta de Juan Antonio Bardem, miembro del Partido Comunista. Le siguieron cintas como: 10:30 PM (Jules Dassin, 1966), A Man Could Get Killed (Cliff Owen y Ronald Neame, 1966) y Gaily, Gaily (Norman Jewison, 1969).
Tras la instauración de la dictadura de los Coroneles en Grecia, Melina Mercouri mantuvo una lucha férrea por la defensa de los derechos civiles y políticos, situación que la llevó al exilio durante varios años.
Se consolidó como la actriz griega de mayor proyección mundial, pero también la convirtió en una de las figuras más incómodas para el régimen que gobernó su país en la década de los 70. La obsesión que despertó entre los miembros de la junta militar desembocó en el retiro de su ciudadanía, lo que dio lugar a una de las frases más célebres que acuñó la artista: “nací griega y moriré griega. Stylanos Pattakos nació fascista y morirá fascista”.
La dictadura censuró su discografía, películas y confiscó todos sus bienes. Melina Mercouri se fue a Francia, desde donde organizó todo tipo de actos de protesta para combatir a la dictadura. Se reunió con destacados intelectuales y líderes mundiales. Incluso sufrió varios atentados, el más conocido fue el del Teatro Génova, en 1969, donde se logró desactivar un artefacto explosivo.
A la par de la lucha por el regreso a la democracia en su tierra natal, Melina Mercouri prosiguió su carrera actoral con títulos como: La promesse de l’aube (Jules Dassin, 1970), Once Is Not Enough (Guy Green, 1975), Nasty Habits (Michael Lindsay-Hogg, 1977) y Kravgi gynaikon (Jules Dassin, 1978) largometraje con el que cerró su trayectoria en los estudios cinematográficos.
Con la caída del régimen dictatorial, la actriz regresó a Grecia y en 1981 se convirtió en la primera mujer en ocupar el ministerio de Cultura. Se mantuvo en el cargo hasta 1989, su gestión se caracterizó por la defensa del patrimonio griego, al buscar el retorno de los frisos del Partenón, obra del escultor Fidias.
Las piezas fueron sustraídas del Templo de la Acrópolis para después ser llevadas al Museo Británico en 1803. Los esfuerzos de la actriz por recuperar las obras de arte y patrimonio griegos resultaron infructuosos.
En 1993, Melina Mercouri regresó a la cartera de Cultura. Sin embargo, para el año siguiente, su estado de salud ya estaba muy deteriorado por cáncer de pulmón, se internó en un hospital de Nueva York; la enfermedad habría sido provocada por su añeja adicción al cigarro.
Melina Mercouri falleció el 6 de marzo de 1994 y de acuerdo con las crónicas de la época las luces de las marquesinas de Broadway se apagaron unos minutos en memoria de la actriz y activista, un hecho hasta ese momento inédito, tratándose de una artista extranjera.
Con la llegada de los restos mortales de la actriz y ministra de Cultura a Grecia, se le brindó un funeral de Estado y se declaró luto nacional por tres días.
Por encima de una composición musical, buena o mala, según se le juzgue, Melina Mercouri fue una figura destacada dentro de la cinematografía internacional, aunque su trabajo fue opacado por su desbordado activismo en favor de la restauración de la vida democrática en su país y por la defensa del patrimonio cultural helénico.