Maestro del cine contemplativo
POR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO
Hou Hsiao-Hsien es un director taiwanés famoso no sólo por la calidad de su trabajo, sino por generar férreas disputas entre críticos del Séptimo Arte y público cinéfilo.
Nació en la provincia de Guandong en 1947. Cuando cumplió dos años de edad su familia huyó de la toma comunista de China y se mudó a Taiwán, donde fue criado entre mujeres. Desarrolló una personalidad rebelde que le llevó a ser pandillero durante su adolescencia. Se formó profesionalmente en la Academia Nacional de las Artes de Taiwán.
Debutó en 1980 con “Cute Girls”. Su filmografía se integra con 19 largometrajes; destacan “El maestro de marionetas” (1993), “Millennium Mambo” (2001) “Tiempos de amor, juventud y libertad” (2005) y “El vuelo del globo rojo” (2007).
La calidad de su trabajo le ha colocado entre las principales figuras de la “Nueva Ola” de directores de cine taiwanés, surgida en la década de 1980.
Resulta casi imposible entender el cine asiático actual sin hacer referencia a sus películas. Con méritos de sobra se ha encumbrado en festivales de primer nivel, como Cannes 2015, donde obtuvo la Palma de Oro a Mejor Director por “La asesina”, con la que dividió a la crítica especializada en dos bandos: los que quedaron maravillados y los que la odiaron.
Es uno de esos realizadores extremos que dista de necesitar argumentos en su defensa. En los festivales internacionales no pasan desapercibidos sus planos-secuencias, que retratan la vida taiwanesa.
El suyo es un cine “lento” donde prevalece la narrativa de las imágenes: da mayor interés al paisaje que a la interacción de los personajes, resaltando sutiles metáforas. Muchas veces presenta tomas fijas, diálogos cortos, planos contrapuestos (muy cercanos o muy lejanos), con un peso fundamental para la fotografía y la música.
En su más reciente filme, “La asesina” (2015), invirtió ocho años de trabajo. Se basa en una historia que transcurre durante la Dinastía Tang (618 a 907), época en la que algunas provincias se alejaron del control del emperador y llegaron a considerarse territorios independientes.
Enmarcada en el género Wuxia (relatos de guerreros hábiles con la espada, artes marciales y encantamientos en la antigua China), narra las acciones justicieras de Yinniang, hábil asesina que ha crecido bajo la tutela de una monja guerrera. Desde los 10 años de edad fue adiestrada para matar a gobernadores despiadados y corruptos.
En un principio se muestra implacable, pero al sentir misericordia falla en una misión. La maestra pone entonces a prueba la lealtad de Yinniang y la envía de vuelta a su provincia de origen para que ejecute a Tian Ji’an, gobernador disidente de la provincia militar de Weibo, pero él es su primo y antiguo prometido en matrimonio.
La historia se enfoca en la protagonista, en su primo y en la riqueza visual de una China que ya no existe. Muchas escenas fueron filmadas en Japón, donde sobreviven viviendas de madera con el estilo que requería la trama, además de desarrollar tomas que adentran a los espectadores a impresionantes paisajes de los que es difícil pasar de largo, debido a una exuberancia visual inigualable.
La asesina muestra a Hou Hsiao-Hsien como un director en la cima de su carrera, capaz de capturar el paso del tiempo sin necesidad de precipitar o dilatar sus escenas. Justifica largas tomas para ubicar a sus personajes en el espacio y momento justos. No presenta una sola gota de sangre para ambientar los enfrentamientos marciales; no hay gritos, tampoco muestras de debilidad, nada revela el estado de ánimo de los personajes, ello no demerita la espectacularidad de peleas con sables, espadas y movimientos considerados imposibles.
Logra una poesía audiovisual; en ella es tan importante lo que se dice literalmente como lo que sugieren sus metáforas. Evidentemente no es una película fácil para un público habituado al veloz desenvolvimiento de las tramas occidentales, para quien resulta un reto armarse de paciencia y contemplar esta mezcla de pintura, caligrafía, baile, acrobacia y música.
El cine de Hou Hsiao-Hsien solamente puede compararse con algunos de sus pares; entre ellos encontramos a Terrence Malick, “The New World” (2005), “The Tree of Life” (2011); Béla Tarr, “A londoni férfi” (2007), “A torinói ló” (2009); Carlos Reygadas, “Luz silenciosa” (2007), “Post Tenebras Lux” (2012); Andrew Dominik, “The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford” (2007), “Killing Them Softly” (2012) y J.C. Chandor, “All is Lost” (2013), “A Most Violent Year” (2014).
Todos ellos exponentes del cine contemplativo, género donde impera la poesía visual e invita a los espectadores a reflexionar sobre la vida, sociedad actual o de antaño, diferencias económicas, arte, dolor, amor. Las ideas fluyen de la pantalla a los espectadores con pocos, pero muy efectivos diálogos.
Durante la proyección de este cine los estímulos visuales y sonoros invitan a reflexionar. No obstante, el proceso más interesante sucede después, al terminar la función, cuando debe darse la conexión entre personajes, director y espectadores, de estos últimos sólo algunos lo consiguen, al resto le habrá resultado algo complejo, un desperdicio de tiempo e incluso una mala experiencia.
Los directores antes mencionados son conscientes de que su trabajo no está dirigido a las grandes masas, a menudo se les califica como “poco convencionales”.
Quien desee una muy buena experiencia en cine contemplativo no dude en ver La asesina.
Esta colaboración se publicó de manera impresa en diciembre de 2016, edición 159 del boletín informativo CINEADICTOS, de la Coordinación de Difusión Cultural de la FES Acatlán.