• Pasos firmes en la cotidiana construcción de una nueva identidad  

Comisión Interna para la Igualdad de Género (CInIG)

Eleonora Ainara Gómez Rosas se despierta muy temprano, se lava la cara y se mira al espejo; lo que más disfruta de este ritual es verse reflejada, sentirse viva, sin preocuparse por el maquillaje o la ropa. Cuenta con 29 años y desde hace cuatro comenzó su transición, la construcción de su nueva identidad va más allá de la transformación física; experimenta otra vida que le permite expresarse sin cortapisas, sin miedo al qué dirán. 

Nora, como le gusta que la llamen, vive plena ejerciendo un derecho que solo a ella le pertenece. Desde hace 10 años trabaja como intendente de limpieza, en nuestra Facultad. Estudió Psicología y cuenta con dos maestrías en Educación, está en proceso de titulación, el trámite se ha vuelto un tanto tardado debido a que tuvo que cambiar su nombre en todos sus documentos.

Desde temprana edad tuvo gustos y aficiones distintas al común denominador de los niños. “Mis padres, especialmente mi madre, observó conductas diferentes durante mi infancia, sin embargo, no fue un tema que por aquella época me interesara tanto, incluso no importaba que me catalogaran como hombre o mujer. Fue hasta mi etapa universitaria que comencé a relacionarme tanto con hombres y mujeres, me considero pansexual, aunque rehúyo a las etiquetas, no entiendo el por qué la gente tiene que clasificar todo para saber cómo tratarte”. 

Refiere que su padre lo tomó de muy buena manera, debido a que siempre ha sido una persona muy abierta y flexible, a diferencia de su madre y hermano mayor en quienes encontró resistencia, especialmente en la etapa en la que decidió realizar su transición, donde pasar de ser él a ella resultó un tanto complejo para las personas que la rodeaban. 

“Con el tiempo, mi madre se dio cuenta de que estoy muy bien. No estoy sola, no me aíslo. Soy una persona productiva, para el trabajo que desempeño me visto con ropa más masculina, pero también existen días en las que puedo relajarme un poco y pongo más énfasis en mi arreglo personal, pienso que las personas trans deben de construir su identidad desde donde se encuentren más a gusto”. 

Nora comenta que en el ámbito laboral siempre ha tenido muy buena recepción, incluso después de su transición, poco antes de la pandemia. Sin embargo, no estuvo exenta de temores e inseguridades. Cuando regresó muchas mujeres se le acercaron para mostrarle su afecto y apoyo, lo que la hizo sentir muy aliviada.

Narra que, en ciertas plataformas de transporte, sí le ha tocado sufrir discriminación, con preguntas fuera de lugar o con la negación del servicio por parte de los conductores. 

“En lo particular, no tenía miedo de hacer la transición, aunque reconozco que en algunos casos suele ser bastante confuso, lo importante es que comiencen a experimentar, no se trata nada más de vestirse de mujer, sino de analizar desde dónde van a construir su feminidad o masculinidad. Las criticas siempre estarán, algunos me ven muy masculina otras femenina, por lo que a muchas personas trans les termina por afectar esta situación. Considero que todo el amor que llegó después de la transición es mucho mejor. Se trata de personas que te respetan siendo tú. En mi caso, como Nora, su amor es sincero, porque te aceptan como eres”, concluye.