POR LETICIA URBINA ORDUÑA
Al llegar a 200 ejemplares de la creación de CineAdictos, es inevitable escribir sobre el ámbito en que esta publicación se inscribe. No es por supuesto la primera ni la última de su estirpe, pero sí una que seguramente ya se colocó entre las que en conjunto conforman la prensa cinematográfica mexicana, a su vez miembro de una especialización periodística mundial.
A México el cine arribó de manera temprana por la vocación francófila del dictador mexicano Porfirio Díaz, primer presidente del planeta en ser captado por las cámaras del nuevo invento en 1896, lo que le convierte además en la primera estrella del cine nacional. En esa época se les llamaba vistas, no películas, y su capacidad de penetración ideológica fue prontamente captada por los diversos actores políticas, entre ellos el propio Don Porfirio.
Mientras tanto, el fenómeno fílmico y la reacción del público fueron noticia para la prensa, no sólo en México sino en cada lugar al que arribaba, y por lógica las primeras coberturas fueron francesas. En julio de 1895 apareció Ombres et Lumière, magazine mensuel de la photographie, que atestiguó y registró el nacimiento del cine a sólo seis meses de su aparición.
Le Fascinateur (1903) y Le Film (1914) fueron las revistas pioneras en Francia; en España abrió el camino el Quincenal Artístico-Cinematográfico, en Madrid (1907), que apenas duró un año, y más tarde Arte y Cinematografía, en Barcelona (1910), que sobreviviría 26; hubo publicaciones similares en Alemania y Portugal, no así en la Gran Bretaña, que despreció al cine al negarse a catalogarlo como arte. En Estados Unidos la primera representante de la prensa fílmica es Variety, nacida en 1905 y todavía en circulación.
En Francia se creó en 1951 Cahiers du cinéma –posiblemente la más emblemática representante del periodismo fílmico a nivel mundial– para suplir a la desaparecida La Revue du Cinéma (1928-1949).
Según algunos autores, en México las exhibiciones de las vistas coadyuvaron a reducir el alcoholismo, los crímenes y los suicidios, entre las «lacras» de una sociedad cuyos pobres vivían en la desesperanza y los ricos en el hastío.
Aunque las primeras vistas habían provocado conmoción, no se registra la aparición temprana de publicaciones especializadas y será hasta los años 30 que surja El filmográfico, que en la década de los 40 se convertiría en Cinema Reporter, Filmes Selectos; la norteamericana Cine Mundial que se hizo para difundir en Latinoamérica al cine estadounidense y cuya versión mexicana duró varias décadas hasta convertirse en periódico.
Entre sus colaboradores, Cine Mundial contó con el fotoperiodista Héctor García “Pata de perro”, Jesús Magaña y el caricaturista Abel Quezada.
Otras revistas de cine fueron México al Día, Cinematográfico, Cine Gráfico, Cinelandia y Novela Semanal Cinematográfica, que convertía los guiones en eso: novelas para su lectura.
Según la investigadora Elisa Lozano, la importancia de esas publicaciones es que permiten seguir las trayectorias no sólo de histriones, sino de directores, autores, escenógrafos, fotógrafos y toda clase de colaboradores del cine de la época, la evolución de las cámaras y otros elementos técnicos e históricos. En su momento fueron un soporte para la industria, pues los involucrados se enteraban a través suyo de cómo eran recibidos los filmes y actores mexicanos en el extranjero, qué cintas vendrían, cómo iba la taquilla, los costos de producción.
Para el crítico Rafael Aviña, el auge de estas publicaciones iba de la mano con el del Cine de Oro, y al declinar éste también lo hizo la prensa cinematográfica. Sin embargo, contribuyeron a formar el gusto del público que se identificaba con las estrellas.
Pese a ese declive hubo buenos intentos, como el de la revista Nuevo Cine, que con sólo seis números aparecidos entre 1961 y 1962 se hizo de un lugar en la historia gracias a las plumas de los que se autodefinieron como un grupo de “cineastas, aspirantes a cineasta, críticos y responsables de cine clubes” que querían hacer su propio cine para superar el “deprimente estado del cine mexicano”, según cita Aranzubia Asier.
Sus integrantes fueron José de la Colina, Rafael Corkidi, Salvador Elizondo, José Miguel García Ascot, Emilio García Riera, Carlos Monsiváis, Julio Pliego, entre otros, quienes luego de luchar contra impedimentos absurdos que les impusieron el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica y el Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, debieron cerrar la publicación, que se volvió mítica, pese a todos los obstáculos enfrentados.
Hay algunas revistas posteriores, como Somos, pero la estafeta del periodismo especializado en cine ha tenido que ser tomada por las instancias oficiales, como la Cineteca Nacional con Icónica, o la Universidad Nacional con publicaciones como la que lees ahora.
RESPONSABLE DE PUBLICACIÓN:
PROFESOR NOVEL ALEJANDRO GONZÁLEZ OROZCO.
EDITOR DEL BOLETÍN INFORMATIVO CINEADICTOS,
DE LA COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL DE LA FES ACATLÁN.