• Rita Vargas, destacada diplomática y ejemplo de superación
#Historias50
La guitarra pasaba de mano en mano mientras el camión avanzaba lentamente rumbo al Periférico. Entre risas y canciones improvisadas, los estudiantes de la recién creada ENEP Acatlán olvidaban por unos minutos las dificultades del transporte público y celebraban un cumpleaños más. Entre ellos iba Rita Vargas, joven internacionalista que cargaría en la espalda la mochila de estudiante, y años más tarde la representación de México en el extranjero.
“Conservo amigos que se volvieron hermanos”, recuerda en entrevista Rita María Francisca Vargas Torregrosa, actual cónsul de México en Douglas, Arizona.
Con emotivas palabras, llenas de emoción evocó esas caminatas desde el plantel hasta Periférico y las tertulias improvisadas que marcaron a la primera generación de Relaciones Internacionales. Generación que inauguraba la historia, y en la que ella misma sería pionera: la primera en titularse de la licenciatura y de la maestría en Estudios México-Estados Unidos.
Nostalgia y orgullo cuando habla de los maestros que la formaron. Profesores que llegaron a México huyendo de dictaduras en Argentina, Bolivia, Chile y que en las aulas compartieron mucho más que teorías. Ex ministros, candidatos presidenciales y académicos de luminosas trayectorias transmitieron al alumnado la fuerza de la resistencia, la importancia de la política como herramienta de transformación y la mirada crítica hacia el mundo.
Aún sin terminar la licenciatura, en 1978, Rita inició como ayudante de profesor, experiencia prolongada 15 años en los que descubrió la vocación docente que la marcaría, tanto como la diplomacia. “Para mí fue una gran fortuna tener esta formación académica muy sólida y la oportunidad de impartir clases”, afirmó.
Desde ahí inculcaba al alumnado que la internacionalista o el internacionalista no podía ser espectador pasivo: “Uno no va a ver qué sale, uno va con todo, porque en la espalda llevas a México”.
Con ese mismo espíritu presentó en 1993 el examen de ingreso al Servicio Exterior Mexicano. Lo aprobó al primer intento, de entonces data la carrera que la ha llevado a la Misión de México ante la Unión Europea, a los consulados de Miami y Nueva York, y actualmente en el Consulado de Douglas.
Cada nuevo encargo, Vargas Torregrosa lo asume como paso natural de aquel camino que comenzara en los pasillos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
La inquietud académica siguió. Con la maestría en Estudios México-Estados Unidos, profundizó en la política exterior del país vecino y dedicó la tesis a estudiar cómo se toman las decisiones más delicadas en materia de seguridad nacional. Convencida de que la permanente formación es clave, recuerda esa etapa entre los momentos de madurez intelectual que le permitió fortalecer la visión diplomática.
Con el peso de la experiencia y el recuerdo de esas jornadas juveniles en los camiones de Acatlán, Rita Vargas no duda en señalar de dónde viene la fuerza: “Quiero aprovechar esta ocasión para reconocer y enaltecer a la FES Acatlán por todo lo que me ha dado, por lo que soy”. La frase no es protocolo, es genuina gratitud a la institución que moldeó su carácter, la misma que sigue formando internacionalistas dispuestos a llevar el nombre de México allende las fronteras.
