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• De Estonia a Brasil, la ruta académica que transformó su visión

“Sin miedo, hay que hacerlo”, aconseja Daniel Cuéllar Martínez cuando recuerda las estancias académicas que marcaron su vida durante el doctorado. Tres viajes, tres culturas distintas con el mismo objetivo: comprender cómo los gobiernos del mundo se transforman a través de la digitalización.

La primera experiencia fuera de México sucedió en Estonia, en 2022. En tres meses vivió en el país que pasó, en apenas tres décadas, de la desintegración soviética a convertirse en referente global en gobierno digital. “En Estonia solo hay dos trámites presenciales: tu nacimiento y la venta de un terreno. Todo lo demás es digital”, cuenta asombrado. El frío del norte y el choque cultural significaron duros retos, pero también abrieron la puerta a diálogos con académicos de Alemania, Brasil, India y Nigeria, con quienes incluso escribió artículos de divulgación.

La segunda parada: Buenos Aires, Argentina, donde permaneció dos meses. Ahí descubrió la riqueza del debate académico integrándose a simposios, defensas de tesis y presentaciones de libros. Precisamente en la capital argentina donde un investigador lo animó a extender el trabajo a Brasil. “No tenía noción de la magnitud que es Buenos Aires ni de lo amplio que podía ser el sector académico en transformación digital. Ese diálogo fue mucho más abierto y enriquecedor”, recuerda.

El tercer destino, Río de Janeiro, Brasil, estancia corta de 10 días. Aunque breve, la experiencia resultó decisiva: le permitió contrastar la visión internacional de instancias como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con la realidad de gobiernos locales. “Ahí entendí que en ciudades masivas como Río o Sao Paulo, la digitalización se vuelve imprescindible para acercar servicios y responder a la ciudadanía. Es inversión, pero también es una forma de escuchar mejor a la gente”, explica.

Más allá de los aprendizajes técnicos, Daniel valora la riqueza personal que dejaron estos viajes. Aprendió a superar el choque cultural, a comunicarse en distintos idiomas y deshacerse estereotipos. “Lo que más me enseñaron estas estancias es que los procesos de digitalización no son lineales. Hay tropiezos, resistencias y hasta ataques externos, pero al final se construyen caminos sólidos”, afirma convencido.

Actualmente, en tanto prepara el borrador final de la tesis doctoral en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y sueña con alguna estancia posdoctoral, Daniel mira atrás con gratitud. “Me siento bendecido de estar en esta Universidad. La UNAM abre puertas en todo el mundo”, confiesa.

A los estudiantes que comienzan, les deja mensaje: “Lo único que te limita es el miedo. Si no sabes inglés, aquí lo aprendes; si nunca has viajado, allá tendrás tu primera experiencia. Hazlo, busca las oportunidades, porque en esta Universidad realmente existen”.

Con dicha convicción, Daniel confirma que más que viajes académicos, las estancias las considera puertas que le permitieron crecer como investigador, en lo profesional y, sobre todo, como persona.

Categoría(s): Boletines

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