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• Liliana Sarmina Valdés, ganadora del Premio Estatal de la Juventud 2025, es orgullosamente Acatlán

Liliana Raquel Sarmina Valdés, egresada de Sociología de esta casa de estudios, encontró en la adolescencia la vocación que la distingue: acompañar a jóvenes en procesos de crecimiento personal y social. Dedicación que valió el Premio Estatal de la Juventud 2025 en la categoría de Labor Social, reconocimiento que celebra sus años de voluntariado, además la convicción de que cada esfuerzo puede transformar vidas.

La trayectoria de Liliana comenzó en casas hogar para adolescentes migrantes e indígenas en Nuevo León y se consolidó en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, donde radica y ha impulsado proyectos comunitarios, conferencias sobre salud mental y cursos de integración.

Egresada en 2024 de la licenciatura en Sociología de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, la labor de Sarmina Valdés trascendió fronteras al participar en el programa internacional Agente de Cambio de la Alianza del Pacífico, donde colaboró en iniciativas para convertir la promoción de la salud mental en política pública.

En el lustro de intenso trabajo que lleva, Liliana ha aprendido que la empatía y el trabajo en red son herramientas tan importantes como la teoría. Reconocer los privilegios propios, no estigmatizar a los adolescentes y saber que ningún cambio es posible en solitario, redundan en las lecciones más valiosas. “Todo se hace en alianzas, porque hay problemas que rebasan nuestras posibilidades individuales y solo pueden atenderse en comunidad”.

Pero Sarmina Valdés también tiene mirada crítica y señala retos: la pobreza, la salud mental y la saturación de información representan, en su opinión, los grandes obstáculos que enfrentan los adolescentes en México. Y aunque existen políticas públicas al respecto, denuncia que carecen de presupuesto y de visión verdaderamente multidisciplinaria que articule a sociólogos, psicólogos, pedagogos y especialistas de distintas áreas.

El galardón le llena de orgullo, sin ocular otra dura realidad: ni siquiera los premios estatales garantizan algún empleo digno. “Muchos de nosotros, aunque seamos reconocidos, enfrentamos la incertidumbre laboral. Lo que queda es crear redes y buscar caminos propios para no desistir”, comenta con franqueza. En los planes inmediatos están estudiar la maestría en desarrollo comunitario o psicología social y, en el futuro, fundar alguna organización propia.

A los jóvenes universitarios, Liliana los conmina: poner sus capacidades al servicio de la sociedad. “No importa la disciplina: todas las ciencias deben orientarse al bienestar común. Así como hay quienes usan el conocimiento para destruir, también está en nosotros emplearlo para mejorar la vida de los demás”.

La historia de Liliana Sarmina es testimonio de que la juventud es esperanza, acción. Sin embargo, también deja sobre la mesa reclamo ineludible: México, país con tanto talento y compromiso, el Estado y la sociedad deben ofrecer más y mejores oportunidades para que vocaciones como la suya no se queden únicamente en el terreno del voluntariado.

Categoría(s): Boletines

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