• Directores, jefes, jacarandas y una plaga de chapulines: durante 30 años Virginia Retana atestiguó la evolución de Acatlán
Durante las tres décadas que trabajó en Acatlán, Virginia Retana Yarto presenció acontecimientos como una plaga de chapulines, el paso de seis directores y la construcción de nuevos edificios. Su historia en esta entidad multidisciplinaria inició en abril de 1975, cuando comenzó a trabajar en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán como secretaria en el Programa de Diseño Gráfico. 30 años después, en diciembre de 2005, concluyó sus labores en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
Para el 50 aniversario de Acatlán, Retana Yarto —trabajadora fundadora y ahora ya jubilada— regresó a la institución en la que se desarrolló profesionalmente durante tres décadas. “Para mí, trabajar en Acatlán siempre ha sido y será como haberme sacado la lotería; un milagro, algo muy hermoso en mi vida”, dijo la extrabajadora, quien recibió innumerables saludos y abrazos de antiguos compañeros, quienes amorosamente la conocen como “Vicky”.
“Las personas que conocí, todos los jefes que tuve a lo largo de esos 30 años, que fueron unos 13 o 14, de todos guardo bonitos recuerdos”, dijo durante la entrevista para hablar de varios capítulos en la historia de Acatlán, Facultad grande, consolidada y con prestigio.
Cuando ella empezó a trabajar, la situación era muy diferente. Esta unidad académica tenía menos de un mes de haber sido inaugurada y, aunque siempre destacan los alumnos y profesores, los trabajadores también contribuyeron para construir la grandeza del campus.
Virginia recordó el primer día, propiamente el destierro: pocos medios de transporte y lejísimos de todo. Variadas limitaciones: no había papelería, usaba máquina de escribir mecánica, el plantel con cinco edificios, tres líneas telefónicas. Sin cafeterías y muchos edificios en construcción, a los alrededores llegaban señoras que preparaban comida a los trabajadores de la construcción, con ellos compartían la comida.
Sin embargo, Virginia rememoró el ánimo de los trabajadores de entonces. “La mayoría de los administrativos estábamos comenzando nuestro trabajo en la Universidad, siempre vi mucho entusiasmo, mucha unidad entre todos los trabajadores, porque estábamos muy contentos”, destacó.
Peculiaridad
De los recuerdos más peculiares: plagas de chapulines, batalla que llevó más de dos meses. “Los adoquines estaban llenos, se le subían a uno y estábamos sacudiéndonos todo el tiempo… A mí me parecía horrible pisarlos”, narró Virginia. Tan grande era la plaga que los vecinos del plantel —que habitaban donde ahora está la plaza comercial— usaban mantas y manteles para atrapar a los insectos que más tarde vendían.
Virginia también atesora otros muchos recuerdos, especialmente de las personas que conoció en aquellos primeros años, como el primer director de la ENEP Acatlán, licenciado Raúl Béjar Navarro.
Explicó que, como muchos profesores provenían de Ciudad Universitaria, no era raro cruzarse con figuras relevantes en los pasillos: el licenciado Miguel Ángel Granados Chapa, personaje emblemático del periodismo en México, entonces jefe del Departamento de Periodismo y Comunicación en Acatlán, al que recordó como excelente persona. “Sencillo, cordial, amable y educado”, exaltó la extrabajadora.
“Poco después del inicio de Acatlán también llegó la maestra Ángeles Mastretta —escritora conocida por obras como Arráncame la vida o Mujeres de ojos grandes—, colaboradora en el Departamento de Educación y Comunicación”, rememoró.
Con el cúmulo de historias y cientos de personas que conoció, a Virginia los años en Acatlán se le pasaron muy rápido. “No exagero, ni los sentí”, dijo admitiendo que disfrutaba venir a trabajar y ver las jacarandas floreciendo. “Yo pensaba: qué afortunada soy de poder llegar a trabajar, no entre cuatro paredes, sino estar en un lugar lleno de flores, de árboles”.
Para Retana Yarto, los trabajadores fundadores superaron todas las dificultades e incomodidades del inicio y, con esfuerzo compartido, cimentaron las bases de la institución que festeja medio siglo.
“No había secretarios técnicos ni jefes de sección. Éramos el jefe del departamento y la secretaria, nos encargábamos de horarios, exámenes ordinarios y extraordinarios. No solo era trabajo de mecanografía. Cuando resultó necesario, hicimos todo lo posible para que la ENEP Acatlán creciera, con los años, ayudamos para que sea ahora una gran facultad”, afirmó Retana Yarto. “Para mí fue un orgullo y satisfacción muy grande haber contribuido, aunque sea con un poquito”, subrayó.
Para el 50 aniversario, invitó a la comunidad universitaria a apreciar la oportunidad de pertenecer a la institución: “Toda la Universidad debe valorarse mucho. La oportunidad de que grandes profesionistas sean formados aquí, tiene mucho valor para nuestro país. Viva la FES Acatlán”, celebró Vicky despidiéndose con una amplia sonrisa.
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