• El doctor Alejandro Byrd Orozco presentó un libro sobre la lucha contra las adicciones
Con el fin de establecer que existen caminos hacia la sanación y para dejar las adicciones, el doctor Alejandro Byrd Orozco presentó el libro Hoy no quiero saborear mi dolor, ni robarle inspiración a mi tristeza en el Auditorio II Miguel de la Torre, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
Byrd Orozco mencionó que el texto pretende llegar a personas que se sientan fuera de sí, que no se encuentran y que tienen ideas suicidas y depresión. El catedrático de la FES Acatlán explicó que existe una manera diferente de pensar en el mundo, de moverse a través de él, donde todo puede estar al alcance.
Comentó que el texto ofrece testimonios de que la recuperación es posible siempre y cuando la persona quiera cambiar, para ello existen fraternidades como en su caso fue Al-Anon, grupo que brinda apoyo a familiares y amigos de personas con problemas de adicciones.
También está inspirado en el programa de los 12 pasos, guía para la recuperación del alcoholismo y otras adicciones, donde ofrecen el camino para salir de la oscuridad y recuperar el bienestar personal.
En la obra, escrita en el formato de diario, el autor toca el tema del esfuerzo y trabajo que lleva salir de las adicciones, donde incluso hay que hacer a un lado las canciones, en especial, aquellas que hablan de dolor y desamor, las que se han ganado la calificación de temas de cantinas, como las de José José, la Sonora Santanera, los boleros, entre otras de la época de bohemia.
El libro, cuya portada es de Luisa Fernanda Bryd Delgado, hija del autor, habla también sobre la familia, de los pilares más importantes durante el proceso de sanación y recuperación del adicto, quien necesita comprensión y amor.
La presentación incluyó comentarios de académicos de la FES Acatlán: la doctora Cynthia Azucena Acosta Ugalde y el maestro José de Jesús González Almaguer, mientras que el maestro Juan Manuel Fernández Moreno fue el moderador.
Acosta Ugalde dijo identificarse con el libro totalmente, pues la obra salió del dolor, pero también del aprendizaje, por lo que está lleno de esperanza.
Finalmente, Fernández Moreno lo calificó como un “chamoy espiritual o anímico”, ya que al comerlo “tu espíritu se retuerce por lo desagradable, pero sabroso”.