Evolución del sector industrial mexicano durante el Desarrollo Estabilizador. Crecimiento y limitaciones
Mónica Hernández y Alejandra Arredondo

El presente trabajo tiene como objetivo identificar los factores económicos que impulsaron la expansión del sector industrial en México durante el periodo conocido como Desarrollo Estabilizador, así como las limitaciones estructurales que condicionaron la competitividad del aparato productivo nacional. Para ello, el documento está dividido en cuatro apartados. El primero ofrece una introducción al modelo bajo el que se sustenta el desarrollo industrial, el segundo identifica el comportamiento del sector, resaltando algunas fortalezas; el tercero analiza las limitaciones que produjeron su posterior abandono; y el cuarto presenta una serie de reflexiones para el contexto económico actual.
¿Qué es el Desarrollo Estabilizador y qué modelo económico lo sustenta?
Se conoce como Desarrollo Estabilizador a la etapa de la historia económica de México que va de 1954 a 1970 que se caracteriza por un crecimiento económico sostenido acompañado de precios estables. Durante este período, el gobierno implementó estrategias de estabilización que impulsaron el equilibrio macroeconómico en medio de un rápido avance industrial y proteccionismo comercial (Fitzgerald, 1978).
Esta etapa está inserta dentro de un modelo económico más amplio conocido como de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), que va de 1947 a 1982, y que se analiza en la entrada El Modelo de Sustitución de Importaciones (MSI): lecciones del milagro mexicano para el siglo XXI de este blog.
La justificación teórica del modelo ISI fue desarrollada en el seno de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), cuyo exponente más destacada fue Raúl Prebisch, quien propuso que las economías en desarrollo establecieran una política proteccionista para fomentar el desarrollo de la industria nacional y, con ello, elevar los niveles de crecimiento y de vida de la población. Esta noción se contraponía directamente a la lógica del modelo primario exportador, basado en la visión clásica ricardiana de especialización productiva por ventajas comparativas.
Este principio se complementó con el modelo keynesiano que se instauró durante la posguerra en las economías occidentales, según el cual, al no existir suficiente inversión privada, el Estado debe intervenir activamente en la economía para regular los ciclos económicos y con ello la demanda agregada, además de promover el pleno empleo y la estabilidad macroeconómica.
En México las ideas adaptadas de estos dos grandes pensamientos se tradujeron en políticas fiscales expansivas con inversión paraestatal, adquiriendo así el Estado un papel protagónico no solo como regulador de la dinámica económica, sino también como productor directo de actividades prioritarias para el desarrollo nacional (Moreno-Brid y Ros, 2010; Cárdenas, 2015).
Evidencia empírica del crecimiento durante el Desarrollo Estabilizador
Habiéndose preparado desde mediados de la década de los veinte hasta mediados de los cincuenta la infraestructura básica de comunicaciones y transportes, así como del sector agrícola (inversión en riego, presas, reparto de tierras, crédito agrícola, etc.), durante el Desarrollo Estabilizador se priorizó la inversión para desarrollar la industria nacional. Como muestra la tabla 1, la inversión pública dirigida al sector agropecuario y a comunicaciones y transportes se fue reduciendo en proporción a la destinada al fomento industrial. Si bien este comportamiento es típico de las economías que se están modernizando, es importante indicar que en el caso mexicano, el sector agropecuario se fue rezagando, lo que implicó una grave pérdida de productividad, de abandono y menores ingresos.
No obstante, la elevada inversión pública alentó la inversión privada en un efecto conocido como crowding-in (Cárdenas, 2010). De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), entre 1950 y 1955 el PIB total y el PIB industrial crecieron a un ritmo del 6%; entre 1955 y 1960 estos valores fueron de 6.1% y 8.1%, respectivamente; entre 1960 y 1965 aumentaron a 7.1% y 9.1%, y entre 1965 y 1970 fueron de 6.7% y 9.7%.
Como se ve, durante la década de los sesenta, la industria creció a un ritmo mayor que el promedio, generando un efecto de arrastre para los demás sectores. Por otra parte, a pesar de que durante esta etapa el crecimiento poblacional fue elevado, el PIB por persona fue positivo y elevado, lo que implicó que la economía estaba creciendo sostenidamente. Estos indicadores de bonanza, junto con una mayor tasa de urbanización y de provisión de servicios públicos, llevaron a que este periodo fuera denominado como el milagro mexicano.
Se avanzó en la sustitución de bienes de consumo e intermedios y el empleo en el sector industrial creció (Guillén, 2005). En términos generales, el paso del modelo primario exportador al sustitutivo de importaciones significó un acierto para la modernización nacional, porque la protección fomentó el desarrollo de la industria nacional.
Tabla 1 Inversión pública federal 1950-1970 (millones de pesos a precios de 1960)
| Año | Fomento agropecuario (Millones) | Fomento agropecuario (%) | Fomento industrial (Millones) | Fomento industrial (%) | Comunicaciones y transportes (Millones) | Comunicaciones y transportes (%) | Total | 
| 1950 | 516 | 19.31 | 796 | 29.79 | 1,079 | 40.38 | 2,672 | 
| 1951 | 581 | 20.49 | 732 | 25.81 | 1,158 | 40.83 | 2,836 | 
| 1952 | 562 | 17.13 | 867 | 26.43 | 1,405 | 42.84 | 3,280 | 
| 1953 | 564 | 18.34 | 825 | 26.82 | 1,281 | 41.64 | 3,076 | 
| 1954 | 628 | 16.79 | 1,243 | 33.23 | 1,374 | 36.73 | 3,741 | 
| 1955 | 607 | 13.77 | 1,335 | 30.29 | 1,414 | 32.08 | 4,408 | 
| 1956 | 696 | 15.23 | 1,446 | 31.63 | 1,546 | 33.82 | 4,571 | 
| 1957 | 691 | 13.24 | 1,900 | 36.40 | 1,720 | 32.95 | 5,220 | 
| 1958 | 700 | 11.31 | 2,375 | 38.37 | 2,092 | 33.80 | 6,190 | 
| 1959 | 675 | 11.99 | 2,133 | 37.87 | 1,938 | 34.41 | 5,632 | 
| 1960 | 857 | 9.81 | 3,138 | 35.92 | 2,941 | 33.67 | 8,736 | 
| 1961 | 1,006 | 9.70 | 4,908 | 47.32 | 2,404 | 23.18 | 10,372 | 
| 1962 | 858 | 7.93 | 4,617 | 42.66 | 2,707 | 25.01 | 10,823 | 
| 1963 | 1,041 | 7.53 | 8,442 | 61.08 | 3,313 | 23.97 | 13,821 | 
| 1964 | 1,288 | 8.82 | 5,746 | 39.34 | 3,543 | 24.26 | 14,605 | 
| 1965 | 1,324 | 8.16 | 7,719 | 47.58 | 3,178 | 19.59 | 16,223 | 
| 1966 | 1,267 | 8.19 | 7,719 | 49.88 | 2,902 | 18.75 | 15,475 | 
| 1967 | 1,468 | 7.42 | 8,580 | 43.34 | 4,100 | 20.71 | 19,797 | 
| 1968 | 2,481 | 10.64 | 8,749 | 37.53 | 5,402 | 23.17 | 23,314 | 
| 1969 | 2,897 | 10.88 | 9,593 | 36.04 | 5,841 | 21.94 | 26,620 | 
| 1970 | 3,921 | 13.43 | 11,097 | 38.00 | 5,525 | 18.92 | 29,205 | 
Fuente: Estadísticas Históricas de México, 2009. INEGI
Limitaciones del modelo sustitutivo y fin del Desarrollo Estabilizador
Pese a los resultados favorables del modelo ISI, existieron factores trascendentales que limitaron su continuidad. En principio, la protección sostenida de la industria generó un exceso de confianza en las empresas nacionales en que el mercado interno estaría disponible para ellas indefinidamente independientemente de la calidad de sus productos, lo que las desalentó a reinvertir sus elevadas utilidades, deteriorando con ello la competitividad y la productividad de la industria mexicana (Castañeda, 2010). De hecho, como se muestra en la tabla 2 la sustitución fue en su mayoría para los bienes de consumo no duradero y duradero, representando el 70.4% de la producción industrial en 1970; mientras que los bienes intermedios representaron 14.2% y los de capital 5.4%.
Tabla 2. Producción industrial de México 1955-1970 (%)
| Tipo de bien | 1955 | 1960 | 1965 | 1970 | 
| Bienes consumo no duradero | 72.8 | 68.5 | 62.1 | 58.3 | 
| Bienes consumo duradero | 16.2 | 18.9 | 20.1 | 22.1 | 
| Bienes intermedios | 7.9 | 8.8 | 12.7 | 14.2 | 
| Bienes de capital | 3.1 | 3.8 | 5.1 | 5.4 | 
Fuente: Garrido (2002) y Anuarios de Comercio Exterior (BANXICO)
En segundo lugar, el deterioro del sector agrícola, señalado anteriormente, mermó la fuente de financiamiento del modelo sustitutivo, porque para desarrollar la industria era necesario importar bienes de capital y, dado que los productos manufacturados nacionales estaban orientados exclusivamente al mercado interno, la exportación de bienes primarios era el medio clave para saldar la balanza comercial. Pero, al caer la producción y, con ello, la exportación del sector primario no solo se reducen los ingresos de los productores nacionales y su capacidad de inversión, sino también las entradas de divisas, lo que afecta negativamente a la balanza comercial y, durante un período prolongado, amplía el déficit comercial, ejerciendo presión sobre la estabilidad cambiaria.
En tercer lugar, el gasto público se financió cada vez más con crédito externo porque, para fomentar la industria y mantener pacificados a los sindicatos, había un régimen fiscal laxo. Por ende, el déficit fiscal empeñaría, tarde o temprano, el crecimiento de la economía.
Dados estos factores, al iniciar la década de los setenta eran urgentes algunas reformas al modelo, como la fiscal señalada por el propio secretario de Hacienda, pero no se hicieron; por el contrario, se intensificó el gasto público sin contar con la solvencia necesaria.
Implicaciones para la actualidad
Hoy en día a pesar de los esfuerzos del gobierno federal para impulsar sectores clave como el sector energético y mejorar la conectividad con megaproyectos de infraestructura, la dependencia de la inversión extranjera y la falta de innovación tecnológica limitan el crecimiento sostenido del sector industrial en México. Otros aspectos como la alta dependencia de importación de bienes de capital, provenientes de países altamente industrializados, se han convertido en un obstáculo importante para la autonomía industrial del país, afectando desde luego, la capacidad de los productores nacionales para competir en términos de precios y de calidad en los mercados internacionales, y por otro lado el debilitamiento y ruptura de las cadenas productivas nacionales, lo que acentúa más la dependencia externa.
Lo anterior pone de manifiesto el tener como prioridad en la agenda pública la necesidad de formular políticas que promuevan la colaboración entre los sectores público y privado, a fin de impulsar la innovación y el desarrollo en pro de la industria mexicana. Si bien en los últimos años, la política económica con tintes desarrollistas ha incorporado la participación del Estado mediante inversiones estratégicas, orientadas tanto a la atención de necesidades sociales como al impulso de sectores considerados fundamentales para el crecimiento y la competitividad del país, es una realidad que las políticas públicas contemporáneas se enfrentan a obstáculos considerables en relación con el mantenimiento de la sostenibilidad fiscal, además de tener un entorno caracterizado por las disputas comerciales internacionales y las fluctuaciones de la demanda mundial.
Bibliografía
- Cárdenas, E. (2015). El largo curso de la economía mexicana. De 1780 a nuestros días. Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México, Ciudad de México.
 - Castañeda, G. (2010). Evolución de los grupos económicos durante el periodo 1940-2008 (capítulo 14). En S. Kuntz Ficker (Coord.), Historia económica general de México. De la colonia a nuestros días (pp. 603-634). El Colegio de México / Secretaría de Economía.
 - Garrido, C. (2002). Industrialización y grandes empresas en el desarrollo estabilizador, 1958-1970. Análisis económico, 17(35), 233-267.
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 - Márquez Colín, G. (coord.). (2014). Claves de la historia económica de México. El desempeño de largo plazo (siglos XVI–XXI). México, D. F.: Fondo de Cultura Económica / Conaculta
 - Moreno-Brid, J. C., y Ros, J. (2010). La dimensión internacional de la economía mexicana (capítulo 19). En S. Kuntz Ficker (Coord.), Historia económica general de México. De la colonia a nuestros días (pp. 757-788). El Colegio de México / Secretaría de Economía.
 - Ortiz Mena, A. (1998). El desarrollo estabilizador: reflexiones sobre una época. FCE. Ciudad de México.