Mtra. Miriam Solano
El neoliberalismo surgió como una crítica al estado de bienestar keynesiano, defendiendo la libertad individual y la propiedad privada como pilares del desarrollo capitalista. El neoliberalismo se originó con el libro “Camino de servidumbre” de Hayek en 1944.
Autores como Hayek y Friedman argumentaron que un Estado fuerte podría limitar la libertad y que la democracia era esencial para el funcionamiento del mercado. En el mismo sentido, se opone a la planificación estatal del bienestar, argumentando que limita la libertad individual.
La crisis económica de los años 70 impulsó la adopción del neoliberalismo en América Latina. La crisis del modelo desarrollista en América Latina llevó a la adopción de políticas neoliberales, caracterizadas por la reducción del gasto social y la privatización de empresas estatales. Los planes Baker y Brady fueron implementados para reestructurar la deuda y fomentar la inversión.
La crisis de los años 80 se debió al modelo desarrollista y la acumulación de deuda. El plan Baker (1985) ofreció préstamos condicionados a reformas económicas. El plan Brady (1989) reestructuró la deuda externa de México, permitiendo la reducción de tasas de interés. La privatización de empresas estatales se aceleró, comenzando con la banca y sectores estratégicos.
El Consenso de Washington estableció un conjunto de recomendaciones para países en crisis, promoviendo la liberalización económica y la reducción del tamaño del estado. Las reformas incluyeron disciplina fiscal, privatización y apertura comercial. Se buscó cambiar el modelo de sustitución de importaciones a uno de apertura económica. Las estrategias incluyeron reducción del déficit, liberalización del comercio y privatización de empresas públicas. Se enfatizó la importancia de la propiedad privada y el cumplimiento de pagos de deuda externa.
La implementación del neoliberalismo en México, especialmente bajo los gobiernos de De la Madrid y Salinas, resultó en un crecimiento económico limitado y un aumento de la desigualdad. Las reformas estructurales no lograron mejorar significativamente el bienestar de la población. La década de 1980 fue calificada como “década perdida” con un PIB per cápita en declive. La pobreza y la desigualdad aumentaron, con el 13% de los hogares más pobres recibiendo solo el 1% del ingreso total. Las políticas neoliberales llevaron a un crecimiento del empleo informal y a la migración hacia Estados Unidos.
La nacionalización de la banca en 1982 fue seguida por un proceso de privatización y liberalización que comenzó en 1988. La falta de regulación y supervisión permitió un aumento desmedido del crédito y una mala gestión bancaria. Se eliminaron controles sobre tasas de interés y se liberalizó el crédito, lo que llevó a un auge crediticio. La crisis de 1994 fue precipitada por la mala gestión y la falta de capitalización adecuada en los bancos.
La crisis de 1994, conocida como el “error de diciembre”, resultó en una devaluación del peso y una severa recesión económica. Las altas tasas de interés y la caída de la inversión llevaron a un aumento de la pobreza y la desigualdad. La devaluación del peso alcanzó niveles del 50% en diciembre de 1994. La Bolsa Mexicana de Valores perdió más de 30 mil millones de dólares en valor en pocos meses. Las salidas netas de capital totalizaron 11,500 millones de dólares en el primer trimestre de 1995.
La liberalización del sistema financiero en México comenzó en los años 80 y se intensificó en los 90, con la expectativa de que la competencia internacional mejoraría la eficiencia del sector. Sin embargo, los resultados han sido decepcionantes, con una disminución en el financiamiento a la inversión productiva. La liberalización se justificó como un medio para aumentar la eficiencia y reducir tasas de interés. A pesar de la liberalización, el financiamiento bancario al sector productivo ha disminuido.
El mercado bursátil sigue siendo poco profundo, especialmente en el capital primario. Las reformas incluyeron la eliminación de barreras, apertura a la inversión extranjera y desarrollo del mercado de capitales. La banca comercial ha reorientado su financiamiento hacia el crédito hipotecario y de consumo, en lugar de la inversión productiva.
La extranjerización de la banca mexicana ha llevado a una concentración significativa en el sector, donde unos pocos bancos dominan el mercado. A pesar de la entrada de nuevos bancos, la concentración no ha disminuido y las tasas de interés se mantienen altas. La reprivatización de la banca en 1991 resultó en que tres bancos controlaran el 62.61% de los activos. En 2003, el 81% del capital bancario era extranjero, con BBVA y Banamex como los principales actores. La concentración en activos superó el 65% y en cartera de crédito más del 50% entre 2000 y 2010. La creación de nuevos bancos en 2006 no redujo
La liberalización financiera no ha logrado inducir un crecimiento económico significativo en México, afectando negativamente a las pequeñas y medianas empresas. La alta concentración de créditos y la aversión al riesgo han limitado el acceso al financiamiento.
La pequeña empresa se financia en más del 60% a través de proveedores, mientras que la banca comercial solo financia el 13%. La banca mexicana tiene un efecto macroeconómico limitado en el desarrollo económico del país. La alta rentabilidad de la banca se debe a las elevadas tasas de interés activas y a la baja tasa de interés pasivas. El 60% de los municipios carece de acceso a servicios financieros, afectando a la población de bajos ingresos.