Industrialización, trabajo y salarios: reflexiones sobre el desarrollismo franquista

Luis Cárdenas del Rey
luiscard@ucm.es
Universidad Complutense de Madrid
Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)

En este capítulo se reflexiona sobre los elementos que hicieron posible la culminación del proceso de industrialización en la economía española, tradicionalmente asociado al período del desarrollismo durante la dictadura franquista (1957-1975). La historiografía económica habitualmente ha destacado dos conjuntos de factores para explicar el crecimiento. En primer lugar, se enfatiza como la principal causa institucional la aplicación del programa de liberalización del gobierno “tecnocrático” encabezado por Carrero Blanco, especialmente el Plan de Estabilización de 1959, que incluía la apertura comercial y mayores incentivos a los mecanismos de mercado.
En segundo lugar, las causas económicas se atribuyen, principalmente, a dicha apertura comercial; la cual permitía adquirir inputs a bajo coste en términos relativos y obtener transferencias tecnológicas, elevando el progreso técnico y el cambio sectorial hacia los sectores industriales. Así el crecimiento económico registrado fue el resultado de cambios en la dotación y uso de factores desde una perspectiva exclusivamente de oferta.
Estas perspectivas dejan sin explicar las causas de la expansión del mercado doméstico que permitió el desarrollo de las técnicas productivas y la absorción de la producción. En concreto, qué razones llevaron a una expansión de la inversión en la medida necesaria para provocar la industrialización.
Sin negar la importancia ni de las transformaciones del lado de la oferta ni de la apertura exterior, es necesario considerar que por sí solos no ofrecen una explicación consistente con el principio de demanda efectiva porque no permiten comprender cómo se crearon las condiciones para el fortísimo aumento de las inversiones necesarias para la generación de capacidades productivas que requiere la industrialización.
Es por ello que, en este capítulo, se reflexiona sobre tres elementos que dieron forma al proceso de industrialización.
Primero, el rol jugado por la apertura externa como condición necesaria para el crecimiento económico. Las mayores facilidades para la importación y la exportación permitieron la paulatina superación de los estrangulamientos productivos que hasta entonces habían provocado el tándem de economía subdesarrollada y aislada del exterior.
Segundo, el aumento de los ingresos de los trabajadores como requisito clave para el crecimiento de la demanda doméstica y, con ello, del aumento de la productividad y las capacidades productivas a través del stock de capital y la tecnología. En concreto, dicho proceso se produce por un incremento del efecto multiplicador, gracias a la mayor propensión a consumir de los salarios, y del elevado efecto acelerador del producto sobre la inversión.
Tercero, la importancia de instituciones que permiten una distribución del ingreso equitativa. La existencia de instituciones de mercado (incentivos individuales, competencia y derechos de propiedad) no es suficiente por sí misma sino que debe combinarse con sistemas de relaciones laborales que eviten la excesiva concentración primaria del ingreso y la riqueza.