Dr. Gabriel Porcile
Te invitamos a revisar la entrevista completa con el Dr. Porcile donde nos habla de los desafíos del desarrollo sostenible en América Latina y los retos de los gobiernos para alcanzar la estabilidad
El desafío del desarrollo económico, tal como percibido en la temprana postguerra, era reducir las diferencias de ingreso per cápita y la brecha tecnológica con relación al centro. El desafío del desarrollo en el siglo XXI en ALC se ha vuelto más complejo: consiste en lograr la reducción de estas brechas siguiendo un sendero sostenible en lo social (con igualdad creciente), económico (con competitividad y equilibrio externo) y en lo ambiental (preservando los equilibrios del planeta), respondiendo de esta forma a los tres problemas estructurales que aquejan a la región (el de la competitividad internacional, el social y el ambiental).
Para estudiar de forma conjunta estas tres dimensiones, se definen tres tasas de crecimiento de equilibrio: la de equilibrio externo (ye), la de equilibrio social (ys) y la de equilibrio ambiental (ya). El desarrollo sostenible implica alcanzar las tres tasas de tal manera que: ye = ys =ya. Si difieren, surgen tres brechas posibles, que se discuten más abajo.
La tasa de crecimiento con equilibrio externo : es el crecimiento compatible con la cuenta corriente en equilibrio. Depende del crecimiento del centro (porque el crecimiento del centro aumenta las exportaciones de la periferia) y de la competitividad auténtica, que es la que se logra con el cambio estructural y el progreso técnico. Estimaciones para América Latina sugieren que el valor máximo que la región latinoamericana puede crecer con su actual capacidad tecnológica y competitividad es de aproximadamente 1.4 al 2.6 %.
La tasa de crecimiento con equilibrio social. Esta es la tasa necesaria para reducir el desempleo y el subempleo en la periferia, y disminuir la desigualdad. Parte de la reducción de la desigualdad se logra con políticas sociales, pero el crecimiento también es clave. Simulaciones de la división de estadística indican que el mismo debe ser aproximadamente 4 %, si al mismo tiempo existieran esfuerzos muy grandes de distribución del ingreso y políticas sociales.
La tasa de equilibrio ambiental, , es la que respeta los límites del planeta y lo protege para el desarrollo de las futuras generaciones. Se define esta tasa por el nivel de emisiones de CO2 que es compatible con los compromisos internacionales asumidos por la región luego de los Acuerdos de Paris sobre Cambio Climático. Cuanto mayor el crecimiento, más emisiones de CO2. Con la tecnología actual, lo máximo que la región podría crecer sin violar las emisiones de los acuerdos de París es 1.2 %.
El desarrollo sostenible implica la igualdad entre las tres tasas (ye = ys =ya.), y esto no se logra automáticamente. Son necesarias políticas productivas, tecnológicas y sociales actuando conjuntamente para lograrlas. Esto puede representarse por medio de un triángulo, uno de cuyos vértices es la tasa de crecimiento mínima para reducir la desigualdad (4%), otro es la tasa de equilibrio externo (2 %) y otro la tasa máxima para no sobrepasar las emisiones asumidas en los compromisos internacionales por la región. Recordar que estos son valores aproximados para el conjunto de América Latina, cada país debe estimar sus propios valores.
La flecha vertical indica políticas sociales y redistributivas para reducir la desigualdad. Al mismo tiempo, la descarbonización y las innovaciones ambientales son la clave para que coverga hacia ; y la competitividad auténtica es clave para que converja a . En la base del triángulo, estableciendo una relación entre ye, ya, se encuentran la coevolución entre progreso técnico y cambio estructural favorable al medio ambiente. Esta relación está en la base del triángulo porque el progreso técnico sostiene la competitividad auténtica y la descarbonización ― o más ampliamente, la transición a patrones energéticos y productivos menos contaminantes―. El progreso técnico debe ser intenso para tornar la economía competitiva, y debe estar dirigido hacia innovaciones ambientales para evitar ique el aumento de la producción ponga en riesgo el planeta.
La búsqueda de estas tres tasas puede generar sinergias importantes, de tal modo que los avances en una dimensión apoyen los avances en otras. Así, igualdad y la competitividad auténtica se refuerzan mutuamente: sociedades más igualitarias, que logran universalizar el acceso a la salud y a la educación, tienden a promover y aceptar más fácilmente el cambio técnico, con impactos favorables sobre la productividad; y hacen que las políticas de desarrollo estén menos expuestas a ser capturadas por el poder económico concentrado. Por otro lado, la competitividad auténtica y la sostenibilidad ambiental también pueden reforzarse mutuamente. Sin capacidades tecnológicas endógenas no es posible responder adecuadamente a los desafíos ambientales; a su vez, las innovaciones ambientales pueden favorecer la competitividad de la firma innovadora a medida que los consumidores se educan y prefieren aquellos bienes producidos con menor impacto ambiental. Todas estas dimensiones forman parte, de manera articulada, de lo que se han llamado políticas del gran impulso a la sostenibilidad.