“Puñal, patón, choto, mayate, muxe, mujercito, cacha-granizo, nena, nenita, muerde-almohadas… que no te engañen, que no te mientan: eres perfecto…”, se escucha una voz en off al apagarse luces del escenario y de inmediato se escucha un son veracruzano y ocho bailarines con típicos trajes comienzan a moverse con ese ritmo.

Así inicia el espectáculo México de colores que se presentó en el Teatro Javier Barros Sierra de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, con el programa El séptimo pecado, que propone una nueva forma de presentar la danza mexicana, contando historias de una comunidad que siente, canta y baila, orgullosa del país y su cultura.

Con un teatro lleno, la Compañía Nacional mostró a la comunidad universitaria el uso de la danza folclórica profesional, excusa para reflexionar acerca de la discriminación e identidad sexual, al tiempo que celebra la diversidad en tradiciones, estilos de vida y, por supuesto, la diversidad sexual.
Coreografías que permiten apreciar a México como una nación de multiplicidad en tradiciones, formas de vida y diversidad, propone la relación entre el ballet folclórico profesional y un espacio reflexivo sobre la discriminación e identidad sexual con base en sones, danzones, música nahua, ranchera, banda sinaloense, guaracha yucateca, cumbia y zarzuela.

Destacó entre otras, la parodia de La Guayaba y La Tostada, de la cantante oaxaqueña Astrid Hadad, que emocionó con interpretaciones y el coro que formó con el público con efusivos aplausos en cada una de los bailes presentados.