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Como una más de las actividades relacionadas con la Comisión Local de Equidad de Género (CLEG), la doctora Alejandra Betanzo de la Rosa y la maestra Katia Ornelas Núñez, representantes de la oficina de la abogacía general de la Universidad Nacional Autónoma de México impartieron el taller de justicia restaurativa a estudiantes, profesores y trabajadores de este campus.

Reunidos en el aula 1515, los orientadores agrupados en la CLEG, presidida por la maestra Nora Goris Mayans, secretaria General Académica escucharon con atención las tareas sugeridas por Betanzo de la Rosa y Ornelas Núñez, participación activa en el llamado círculo de paz, una de las metodologías que utilizan en sus presentaciones en diferentes planteles universitarios.

Sentados en un círculo, al centro un tapete bordado con un par de libros, varias artesanías y juguetes y una caja de pañuelos desechables donde se llevaron a cabo diferentes tareas.

La doctora Betanzo de la Rosa, adscrita al programa de mediación y justicia restaurativa se refirió al uso de procedimientos alternativos para la resolución de conflictos internos en la UNAM, uno de los procedimientos que puedan complementar los procedimientos formales de sanción que se aplican en la Máxima Casa de Estudios para atender situaciones de conflicto, violencia.

“El taller de justicia restaurativa que es muy flexible, tiene diversas aplicaciones, una es para generar comunidad, vínculos de unión más fuertes, creando confianza entre los participantes para enfrentar situaciones, superarlas y en el camino aprender del proceso”, detalló Betanzo de la Rosa.

Por su parte, la maestra Ornelas Núñez, más activa en las dinámicas del taller, indició que “el círculo de paz es una metodología de diálogo antiquísima; espacio diferente para convivir y dialogar el cotidiano vivir. El círculo de paz recuerda un poco cómo es la vida, el trabajo, la escuela. Pueden ser demasiadas cosas al mismo tiempo si nos concentramos en lo pequeño, con un toque divertido podemos sentirnos bien”.

También explicó que desde la aparición del ser humano existieron los círculos donde se compartían cosas importantes como la comida y pensar en el futuro. “Actualmente grupos indígenas mantienen la costumbre de reunirse en círculos en México, como en el temascal. Al norte del continente americano, en África, grupos originarios mantienen la costumbre de reunirse en círculos, en Oceanía y muchos otras partes del mundo”.

Al ahondar en sus explicaciones dijo: “en los círculos hay una manera de ver el mundo, importa la geometría donde todos los participantes se ven las caras, todo mundo está equidistante, todos están en la misma posición, en el mismo nivel. En el círculo no existen las jerarquías, se borran y eso tiene que ver con la inclusión, donde la participación de la comunidad es más real: no hay una voz que acapara.

“Si falta alguno de los integrantes, no se completa, cuando alguien se excluye, no hay bienestar en el círculo. Es un espacio horizontal, no jerarquizado. Todos estamos interconectados, es decir, lo que le pasa al grupo impacta al individuo y lo que impacta al individuo, impacta al grupo, ejemplo: si algún miembro de la familia sufre un accidente, toda la familia se ve movida por un acto individual y al revés sucede igual, así sucede en los centros de trabajos, en la sociedad”, concluyó.

Categoría(s): Boletines

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