El arquitecto Ricardo Uriel Peza Alvarado egresado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán recibió el premio Francisco de la Maza que entrega el Instituto Nacional de Antropología e Historia, por su trabajo de restauración del Camarín de la Virgen de Loreto, estructura que forma parte del conjunto arquitectónico del Antiguo Colegio Noviciado de San Francisco Javier donde se encuentra el Museo Nacional del Virreinato que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010.

El proyecto, del cual Ricardo Uriel Peza Alvarado fue titular compitió con 300 trabajos que se presentaron a nivel nacional, de los cuales se seleccionó a 33 ganadores entre ellos a éste en el área de Restauración y Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico.

La restauración se realizó de agosto de 2016 a marzo del 2017 y en ella participaron instancias como la Secretaría de Cultura, el Museo Nacional del Virreinato, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y un equipo multidisciplinario de 90 expertos como restauradores, arqueólogos y arquitectos, cuyos trabajos coordinó Peza Alvarado mediante su despacho de arquitectura Disar.

En total, los trabajos de intervención abarcaron ocho pinturas, ocho retablos, tres esculturas, siete ventanas, 83 palmetas (decoraciones con forma de palma), estucos dorados y policromados y finalmente, la pintura mural del exterior del inmueble.

Peza Alvarado mencionó que buscó una restauración integral que mostrara al público la edificación tal y como se construyó. Detalló que durante los años sesentas el Camarín tuvo una intervención, sin embargo, los criterios de preservación de aquella época no eran igual a los actuales que indican que no deben usarse cierto tipo de materiales como polímeros o cementos, ni alterar las estructuras originales.

Uno de los principales aportes que se lograron fue la entrada de luz natural a la capilla mediante la restauración de las ventanas originales, gracias a este trabajo actualmente se perciben los colores del interior del Camarín tal y como los vieron los habitantes novohispanos, además se eliminaron los pisos de concreto. Otro de los principales logros. Fue la recuperación de la policromía que en la arquitectura barroca fue famosa por su exuberancia y número de elementos; “el color antes desempeñó un papel fundamental”, explicó Peza Alvarado.

Agregó que como producto de estos esfuerzos se publicó el libro Esplendor de Tepotzotlán. El Camarín de la virgen de Loreto que reúne testimonios de los trabajos y del cual Peza Alvarado es coautor en el artículo Detalle, armonía y descubrimiento: el ornamento como discurso arquitectónico en el Camarín de la virgen, en colaboración con la restauradora Karina Xochipilli Rossell Pedraza, coordinadora de la investigación y restauración de dicha estructura.

El arquitecto aconsejó a las nuevas generaciones de universitarios favorecer el diálogo entre las disciplinas, como en este caso, donde restauradores, arqueólogos y arquitectos enriquecieron el proyecto con distintas visiones. Además, instó a buscar siempre la conservación de las cosas pese a que se interpongan a ciertos intereses: “hay que legar el conocimiento de estos objetos que son parte de nuestra historia”, detalló.
Breve historia del Camarín

Alrededor del año 1733 a la Casa de Loreto del Colegio Noviciado de San Francisco Javier se anexó el Camarín de la Virgen con la intención de resguardar el atuendo y adornos de la imagen de María Santísima. La Casa de Loreto es una muestra de la devoción mariana de los jesuitas, y representa a su vez la casa de Nazaret donde vivieron María, Jesús y José. Se creía que ante el asedio a Tierra Santa, los ángeles bajaron del cielo y transportaron la vivienda a Loreto, Italia. Los padres jesuitas Juan María de Salvatierra y Juan Bautista Zappa, conocedores de leyenda, al llegar a la Nueva España fomentaron su devoción y éste último promovió la construcción del Camarín en Tepotzotlán.