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Para lograr el objetivo de construir uno de los edificios más grandes de la Ciudad de México como lo es la Torre Reforma, el arquitecto Benjamín Romano Jafif, encargado de ejecutar la obra, lo visualizó como una figura arquitectónica mexicana, tectónica y volumétrica, un edificio sólido como lo es Palacio Nacional o la misma Ciudad Universitaria, estructuras que tienen “presencia de músculo”.

Al dictar la conferencia magistral Torre Reforma, Romano Jafif explicó a los asistentes los retos que tuvo que superar y la distribución de cada área de este edificio hecho totalmente por mexicanos.

El Auditorio II Miguel de la Torre fue el escenario en donde el egresado de la Universidad Iberoamericana narró la manera en que concibió, construyó y terminó este imponente rascacielos hoy ubicado en el número 483 de una de las avenidas más grandes de la Ciudad de México: Paseo de la Reforma.

Uno de los primeros retos, señaló, fue levantar el edificio sobre una casa de estilo gótico afrancesado, construida en 1929 y cuya ubicación no permitía colocar los cimientos para el nuevo proyecto.

“Tomé la decisión de no tocarla y dejarla ahí, fue cuando creo que gané el proyecto, por esa simpleza de decir la movemos y la mantenemos como parte del proyecto. La casa era una discoteca y nos las prestaban en las mañanas para ver qué hacíamos. En una reunión con mi equipo me di cuenta que en una mesa había charolas con botellas y copas de la noche anterior, ahí se me ocurrió hacer el edificio como una charola. Medio año bastó para fabricarla y para desplazar la casona”, relató.

La siguiente fase consistió en arrastrar la vivienda (por casi 11 horas) hacia el norte, construir más muros pantalla alrededor de la casona y nivelar el terreno. En la última fase, la casa, que se encuentra protegida por el Instituto Nacional de Bellas Artes, volvió a ser colocada en su posición original, es decir, 18 metros hacia el sur en tan sólo tres horas, tras lo cual se continuó con el proceso de excavación y construcción de los estacionamientos subterráneos; así se fusionaron la moderna Torre y la vieja casona, integrando una obra que en su estructura permite la convivencia del pasado y el presente en la Ciudad de México.

Agregó que la construcción inició en el año 2009 y mide 246 metros de altura, cuenta con 57 pisos y fue edificada con una técnica muy avanzada que permite afrontar los sismos. El arquitecto Romano Jafif comentó que “Hemos tenido la suerte de tener un reconocimiento internacional en Nueva York por aportar a la industria de los rascacielos el uso del concreto para resistir las fuerzas naturales, como son los sismos en nuestro caso o vientos en Nueva York. La Torre Reforma cuenta con dos muros de concreto y una estructura de acero que le permiten absorber y disipar las ondas sísmicas, por lo que puede resistir movimientos fuertes”, finalizó.

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