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La entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, que en náhuatl significa “lugar de cañas”, abrió sus puertas el 17 de marzo de 1975 en el Ejido de Oro, ubicado en Naucalpan de Juárez, Estado de México, con tan sólo cuatro edificios para formar a su primera generación conformada por poco más de cuatro mil 300 alumnos que buscaban realizar estudios en alguna de sus 13 disciplinas.

Actuaría, Arquitectura, Ciencias Políticas y Administración Pública, Derecho, Economía, Filosofía, Historia, Ingeniería Civil, Lengua y Literatura Hispánicas, Pedagogía, Periodismo y Comunicación Colectiva, Relaciones Internacionales y Sociología fueron las licenciaturas que la recién creada ENEP ofrecía, con una planta docente de 406 profesores.

El “Proyecto de Desconcentración”, impulsado desde Ciudad Universitaria, por el ex rector Guillermo Soberón Acevedo, y cuyo objetivo era acercar a la UNAM para llegar a un mayor número de estudiantes que aspiraban a cursar una carrera universitaria culminó en 1974, cuando se aprobó la creación de las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales, por parte del H. Consejo Universitario. Fueron fundados cinco planteles en zonas estratégicas alrededor de la Ciudad de México: Cuautitlán, en 1974, Iztacala y Acatlán, en 1975, y Aragón y Zaragoza en 1976.

Fundadores

Testigo de este hecho histórico para la educación universitaria en México, el maestro Fernando Martínez Ramírez, actual Coordinador de Servicios Académicos y en aquél tiempo colaborador en la Jefatura de Planeación, recordó los inicios de esta entidad multidisciplinaria: “en febrero de 1975, acompañamos al entonces director Raúl Béjar Navarro, recorrimos el nuevo campus y comenzamos a trabajar en todo lo que se pudiera para recibir a los alumnos en marzo”.

El académico, con 46 años en la UNAM, indicó que la grandeza de la ENEP Acatlán en parte se debe a los trabajos realizados por los fundadores, quienes “como una gran familia” participaron en cada una de las tareas requeridas. “Desde mi lugar de trabajo me tocó verificar cada una de las edificaciones y proyectar las nuevas, planear salones, cubículos y talleres, apoyar las gestiones para la llegada del transporte al campus, los que venían de Tacuba y Chapultepec, además de inscribir a los alumnos en ventanilla”.

Por su parte, el doctor Mario Camacho Cardona, fundador en la licenciatura en Arquitectura, destacó su participación en la organización del Plan de Estudios de esa carrera. “Aunque las materias eras las mismas que en Ciudad Universitaria, los contenidos fueron realizados aquí en Acatlán, fue una gran tarea que nos permitió combinar la Gestalt y la multidisciplina en una organización matricial, realmente en Acatlán se vivía la multidisciplina”, rememoró.

Sin duda, una parte que exaltó el destacado urbanista fueron las generaciones de alumnos, que a lo largo de estas décadas se han formado en Acatlán. “Recuerdo a un grupo de inquietos alumnos con los que trabajamos por más de seis meses, literalmente nos encerramos en el A-7 para completar el trabajo que nos pedían en un concurso internacional de arquitectura (Unión Internacional de Arquitectura), el esfuerzo valió la pena, ya que ganamos el primer lugar”.

Un anuncio en el periódico “de plana completa”, en el que solicitaban docentes para un campus de la UNAM en la zona norte, despertó el interés de la maestra Lilia Hernández Valencia, actual profesora de Diseño Gráfico, por lo que acudió a las instalaciones de la ENEP Acatlán. “Como era diseñadora industrial vine, aún no me titulaba, entonces el arquitecto que me dio las clases me dijo: ‘mire niña, si usted para el próximo semestre no está titulada, no le daré las clases’, lo cual fue para mí una maravilla porque en ese semestre obtuve el documento”, dijo.

Entusiasmada al recordar los inicios de Acatlán, la profesora fundadora, explicó cómo era la planta docente de aquella época: “habían muchos profesores que venían de Ciudad Universitaria, nosotros los veíamos grandes, porque traían una gran experiencia, los que éramos más jóvenes no gozábamos de tanta, pero nos desbordaba el entusiasmo, el compromiso y el cariño por los alumnos, esa fusión hizo un ambiente académico muy rico, aunado al compromiso de los estudiantes, realmente valoraban su lugar en la universidad y lo hacían con todo y las dificultades que podían existir en aquél momento”.

Acatlán hoy

A 43 años de existencia, el crecimiento de Acatlán es más que notorio, en la actualidad imparte 16 licenciaturas en el sistema presencial y 7 en el sistema abierto y a distancia, recibe a cerca de 22 mil estudiantes en ambas modalidades, en las que ha conformado una planta docente de más de mil 500 profesores. Cuenta con una superficie de 30 hectáreas, en las que se ubican 50 edificaciones, 335 aulas, nueve auditorios, 49 laboratorios y talleres, donde se realizan, con excelencia, actividades de docencia, investigación y difusión de la cultura.
EL Centro de Información y Documentación (CID) fue inaugurado en la segunda mitad de los ochenta; en 1996 abrió sus puertas el Centro de Cómputo, inmueble que dio paso al Centro de Desarrollo Tecnológico, (CEDETEC), inaugurado en 2006. La impartición de idiomas inició el 26 de enero de 1976 y debido a su creciente demanda, en 1978 abrió sus puertas el Centro de Idiomas Extranjeros (CIE), base del Centro de Enseñanza de Idiomas que hoy conocemos, inaugurado en 1984 y que es catalogado como el más grande de América Latina.

En los estudios de Posgrado, la oferta se traduce en ocho Programas académicos de especialización, 12 maestrías y cuatro doctorados, con una matrícula de 680 alumnos. Dicho Programa se fundó en 1982 con la apertura de cuatro especializaciones: Costos en la Construcción, Geotecnia Aplicada a las Vías Terrestres, Instituciones Administrativas de Finanzas Públicas, así como Estructura Jurídico-Económica de la Inversión Extranjera.

El día que la ENEP se convirtió en FES

• Se cumplen 14 años de este reconocimiento

Casi tres décadas después, el 5 de marzo de 2004, el H. Consejo Universitario de la UNAM, en reconocimiento a su consolidación académica y cultural, le otorgó el rango y denominación de Facultad de Estudios Superiores. Un logro sin duda compartido por todos los sectores de la comunidad que contribuyeron con su trabajo y empeño para el desarrollo de Acatlán.

Este logro le fue reconocido, en virtud de que cumplió cabalmente con el artículo 8º, del Título segundo del Estatuto General de la UNAM, en el que se específica que para ser nombrada Facultad debe participar en al menos un programa doctoral. Ese momento marcó un parteaguas en la historia de esta entidad multidisciplinaria, y fue la culminación de una época que consolidó a Acatlán, para dar paso a una era de desarrollo aún más luminosa.

Al llegar la FES Acatlán a 14 años como Facultad, engloba innumerables proyectos que le han permitido acrecentar su prestigio, con la certeza de que los retos que están por venir permitirán ser aún mejores y contribuir a que la UNAM se mantenga como un referente académico en el mundo.

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