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“El replanteamiento del Tratado de Libre Comercio dependerá de factores predominantemente económicos y políticos; mientras que lo jurídico tendrá una función estabilizadora, una vez decidida la trayectoria del comercio internacional”, advirtió la doctora Pastora Melgar Manzanilla, catedrática del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), en su participación en la conferencia El replanteamiento del libre comercio en la administración de Donald Trump: oportunidades y desafíos para México.

Organizada por el Sistema de Universidad Abierta y a Distancia, la también académica en nuestra Facultad, explicó que en el caso de la renegociación, podrían ser discutidas cuestiones como telecomunicaciones, transportación, propiedad intelectual, comercio electrónico, entre otros; así como cuestiones explícitas de la agenda del presidente de los Estados Unidos, tales como: el déficit de comercio con nuestro país, la restricción de la inversión extranjera en México que tenga como propósito la exportación a los Estados Unidos, incremento de tarifas.

Con relación al ámbito político, la doctora Alba Gabriela Cabriada Jarquín, catedrática de nuestra Facultad, comentó que con la llegada al gobierno de Donald Trump, las relaciones entre ambas naciones debieron replantearse en función de la hostilidad mostrada por el mandatario estadounidense, claramente definidas en su política de campaña, mediante la promesa de acciones como: la construcción del muro, la repatriación de indocumentados mexicanos y la renegociación del TLC.

Por su parte, la doctora Adelina Quintero Sánchez, investigadora en Acatlán, expresó que en el ámbito económico no existe un replanteamiento como tal de sus políticas, más bien un endurecimiento de las mismas, encaminado a reducir la competencia externa en el mercado nacional y extender la protección a sus empresas en el exterior.

Añadió que en este sentido el TLCAN es pieza fundamental y el gobierno estadounidense no pretende finiquitarlo o reformularlo completamente, simplemente hacerlo más acorde a sus intereses y el de sus empresas transnacionales; entonces es indispensable que el gobierno mexicano tome una postura pro-activa y deje de estar a la expectativa de las acciones de su vecino del norte, con una postura propositiva en relación con lo que a México le conviene cambiar o incluir en el acuerdo.

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